jueves, 30 de abril de 2009

Todo hubiese sido tan distinto...


IMAGÍNALO
Miguel Dorelo

David se levantó esa mañana con la decisión tomada; no podía seguir así. Abrió el cajón de su mesa de luz y sacó el revolver, miró por última vez el libro que había leído la noche anterior: El guardián entre el centeno, de Salinger. Apoyó el caño en su sien y disparó.
Esa misma mañana de diciembre de 1980, John abandonó su departamento en el edificio Dakota y se dirigió al estudio de grabación. A la noche, celebró junto a Yoko la terminación de su nuevo álbum.
—Imagina a toda la gente viviendo en paz —dijo.

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Zorzal- Miguel Dorelo


Ucronía: ¿Qué hubiese pasado si....


ZORZAL
Miguel Dorelo

El hombre caminaba por los jardines del geriátrico, canturreando entre dientes.
—Como anda, don Carlos —le dijo un enfermero, palmeándolo levemente en un hombro.
—Acá andamos, m’hijo —un poco achacoso por los años; y recordando; siempre rondan los recuerdos.
—Cuente, cuente —lo animó.
—Extraño las giras, viajar por esos lugares, conocer gente, New York, sobre todo; y a Peggy, Betty, July y Mary, esas deliciosas criaturas perfumadas.
— ¡Viejo pícaro! ¿Y por qué otros lugares anduvo?
—El mundo entero. Creo que solo me faltó conocer Colombia. —Y alejándose con paso cansino, el anciano entonó—: Por una cabeza….

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martes, 28 de abril de 2009

Las claves del éxito- Miguel Dorelo


Casi siempre el camino más corto es el adecuado.

Las claves el éxito- Miguel Dorelo

Perseverar, sacrificarse, insistir, no bajar nunca los brazos, ser fiel a uno mismo. Aunque difíciles estas suelen ser las pautas del éxito.
Eso sí: heredar es con seguridad el camino más fácil y recomendable.



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Un verdadero romántico- Miguel Dorelo

La poesía y el amor están en todos lados, solo hay que saber encontrarlos


Un verdadero romántico- Miguel Dorelo

-Me quiere mucho, poquito, nada...-Recitaba Jack mientras arrojaba al aire el útero, un riñon y parte del hígado de Mary Jane Kelly.



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lunes, 27 de abril de 2009

El viaje- Miguel Dorelo

Solo es cuestión de dar el primer paso. Obra: La puerta- Alberto Pancorbo- Óleo sobre lienzo.


EL VIAJE
Miguel Dorelo

El hombre por fin ha alcanzado las estrellas.
Casi no quedan mundos por conquistar; al final no caben dudas: Dios existe, y es el hombre.
Sólo falta completar el último y quizás más importante de todos los viajes.
No va a ser fácil, casi nada importante lo es.
Muchos lo han intentado y muy pocos lo han logrado.
No serán necesarios naves, cálculos orbítales, bases de despegue ni tripulación; tan solo se contará con uno mismo y deberá ser suficiente.
Deshacerse de tanto lastre innecesario, resultará clave, aunque cueste.
Es, también muy importante, emprender lo antes posible el viaje hacia el espacio interior.
Algunos aseveran haberlo iniciado, pero son cosas que se dicen por ahí.

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Ella me escucha- Miguel Dorelo

Siempre es bueno tener un oído amigo al cual recurrir.

ELLA ME ESCUCHA
Miguel Dorelo


—Realmente, me salvaste la vida. Cuando más lo necesité, ahí estuviste. Siempre. Jamás me fallaste, y eso, en estos tiempos en que todos están apurados y encerrados en una burbuja en la que no cabe más que el afán personal, el ser yo y sólo yo, vos me escuchaste, me contuviste. Jamás un reproche, y eso que abusé de tu paciencia, llamándote a cualquier hora. Vos, firme, estabas para escuchar desde lo más grave a lo más nimio; a todo, prestabas oído. Y tu voz clara y melodiosa, me ayudaba y apoyaba. ¡Seis meses ya! No me imagino la vida sin vos del otro lado ¡Y no sé tu nombre! Pero, no importa, saber que estás ahí, para mí es más que suficiente.

—Nueve horas, cuarenta minutos, quince segundos….nueve horas, cuarenta minutos, treinta segundos…nueve horas, cuarenta minutos, cuarenta y cinco segundos…




Publicado en Químicamente Impuro y en Tam Tam (Educared)

miércoles, 22 de abril de 2009

Alegato final - Miguel Dorelo

Espero que se haga justicia.


Alegato final- Miguel Dorelo

—No he sido yo, señor juez; por lo menos el yo que solía ser antes de conocerla, el yo verdadero, no sé si me comprende.
Le aseguro, su señoría, que nunca amé a alguien como lo hice con ella.
Pero, para que entienda lo que estoy tratando de expresar, déjeme remontarme hacia unos meses atrás, hasta el momento en que me enamoré perdidamente.
Soy un ser común y corriente, con buenas y malas; no me considero ni peor ni mejor que la mayoría de las personas. Usted seguramente comprenderá y justificará mi conducta luego de escuchar mi alegato final.
Al poco tiempo de conocernos nos enamoramos y como es natural, empezamos a pasar muchas horas juntos. No, no me quejo, estaba muy a gusto con ella...al principio, ya que era, como decirlo…demasiado absorbente.
—Deberías pasar más tiempo conmigo ¿O acaso no me quieres tanto como dices? —me reprochaba algunas veces.
Empecé a dejar de lado algunas cosas menores habituales de mi comportamiento y así dispuse de tiempo extra para poder estar a su lado durante períodos más prolongados.
—Pareciera que te importan más tus amigos que yo —me espetó un sábado en el que me demoré en llegar a uno de nuestros encuentros por haber pasado a saludar a Juan, un amigo de la infancia, con motivo de ser su cumpleaños.
Primero de a poco y más aceleradamente luego, fui cambiando mis hábitos para contentarla; no más partidos de fútbol los viernes por la noche, se terminaron abruptamente las partidas de póquer de los miércoles y las recorridas por librerías de viejo que solía hacer sin día ni horario fijo. Hasta tuve que regalar a mi gato Florencio porque ya no podía atenderlo.
En poco tiempo, me fui quedando sin amigos; simplemente, no me quedaba ni un minuto libre para poder verlos.
Ni que hablar de los mensajes de texto o los constantes llamados que ella realizaba hasta de madrugada. Yo que siempre me había jactado de mi placentera forma de dormir, empezaba a padecer de insomnio. Empecé a tener pesadillas; a veces soñaba que era atacado por la espalda y me ponían una bolsa de plástico en la cabeza, otras veces que sufría de un ataque epiléptico y erróneamente me enterraban vivo. O caía en profundo estanque lleno de agua lodosa; le aclaro, su señoría que no sé nadar, ni siquiera en sueños. Comprendí que el denominador común de aquellos delirios oníricos era mi muerte por asfixia.
Lo que terminó por desencadenar todo, señoras y señores, fue la fatídica frase que retumbó en mis oídos esa mañana del 14 de Octubre a las 06.15 a.m.
—Mi amorcito, estamos tan bien últimamente que creo que deberíamos casarnos —descargó sin aviso.
Fue, como quien dice, la gota que rebalsó el vaso. Me fue imposible ni siquiera imaginarme una vida con ella a mi lado las veinticuatro horas.
¿Comprende, señor juez?
Fueron estos ojos los que vieron como se desangraba poco a poco, estos oídos los que escucharon primero sus gritos y luego los últimos suspiros de aquellos dulces labios tantas veces besados; también fueron estas manos las que asestaron las siete puñaladas, una por cada mes de nuestra relación, en el cuerpo otrora amado.
Pero, ¿Fueron realmente mis manos, mis ojos, mis oídos?
No, fueron los oídos, los ojos y las manos de ese otro ser en que fui convertido por ella.
Los roles han sido invertidos, su señoría, yo soy la víctima.
Es por eso, que ante los aquí presentes, me declaro totalmente inocente.
Lo mío ha sido clara y definitivamente, un caso de defensa propia.



Exclusivo de La Cuentoteca

Sabiduría- Miguel Dorelo

Nada más cierto...

SABIDURÍA
Miguel Dorelo

Los años traen sabiduría a los hombres, dicen.
Cuando joven creía que el amor de una mujer era lo máximo.
Solo vivía por y para ella. Realmente, me faltaba el aire cuando ella no estaba a mi lado.
Dentro de poco voy a cumplir cincuenta, y comprendí que no estaba equivocado: en realidad, estaba completamente equivocado.
Descubrí el placer de la lectura, la música, la charla con amigos, escribir, el mate a la mañana, las milanesas con papas fritas, ver salir campeón a Boca, sacarme los zapatos después de caminar todo el día, ir al cine, no hacer nada, el sexo casual, acariciar al gato, la cerveza bien fría y la pizza caliente, estar solo…
Dicen que los años traen sabiduría a los hombres.
Lo he comprobado.


Publicado en Químicamente Impuro y en La Coctelera

jueves, 16 de abril de 2009

¡Aviso importante!-Miguel Dorelo


Carterooo...

¡Aviso importante! – Miguel Dorelo

Estimado señor Hipólito Wenceslao Irusta:
De acuerdo a la ley 11.208/ 50, cumplimos con el deber de comunicarle que en el día de la fecha ha sido elaborada la bala que pondrá punto final a sus días.
Acorde a nuestro compromiso de calidad y excelencia en servicio, incluimos las características del producto.
Se trata de un proyectil del tipo FMJ (Full Metal Jacket), esto es un interior de plomo revestido de latón de primera calidad., calibre 9 mm. Parabellum con una velocidad de disparo subsónica de 340 m/s.
Quedando a su entera disposición para subsanar cualquier duda, le recordamos que este documento cumple con la doble función de comunicación y salvaguardo de toda responsabilidad que le pueda caber a nuestra empresa en los acontecimientos que culminarán con su trágico fin.
Saluda a Ud. Atentamente.
Pedro Aguirre
Gerente general de Killing Machine.


Exclusivo para la Cuentoteca

Entropía- Miguel Dorelo

A veces me siento algo desorientado

ENTROPÍA
Miguel Dorelo

Fin.
Luego de haber quedado viudo, mi esposa y yo tuvimos nuestro primer hijo.
Fue un regalo del cielo, ya que Facundito, nuestro segundo hijo estaba insoportable y ahora tendría con quien jugar.
Además, por suerte tuve un buen año y ya tengo el techo propio; quedó muy lindo. El año que viene, encararé las paredes y si me esfuerzo lo suficiente, luego construiré los cimientos.
Ahora puedo quedarme tranquilo y dedicarme de lleno a mis cosas.
Apagar mi computadora, por ejemplo, y empezar a teclear este cuento sobre mi tendencia natural a la pérdida del orden.
Con un poco de suerte, antes de que lo termine, seguramente ganará algún premio.
Eso haré. Mañana lo mando a un concurso que cerró el mes pasado.

Publicado en Químicamente Impuro

domingo, 12 de abril de 2009

No entiendo a mis amigos_ Miguel Dorelo

No es tan sencillo pedir consejos a los amigos

No entiendo a mis amigos- Miguel Dorelo

No es que sean raros, no me malinterpreten; son personas comunes y corrientes, como deben ser los de ustedes.
Yo creo que el problema más bien es de comunicación.
Paso a explicarles: resulta que hace un tiempo conocí a una señorita en un evento cultural de esos a los que me invitan habitualmente (bueno, en realidad tuve que pagar la entrada, pero me habían dicho que concurriera), y aunque soy de aquellos que no creen en eso del amor a primera vista, luego de ponerme las gafas cambié totalmente de opinión.
Me acerqué a ella y traté de impresionarla; le conté que era escritor, que publicaba habitualmente y que tenía lectores en prácticamente todo el mundo. Evité en todo momento hablar sobre blogs e Internet, por supuesto.
Como suele sucederme en estos casos, creo que no la impresioné lo suficiente.
—En otra ocasión charlamos con más tiempo —me dijo mientras se retiraba con rumbo incierto y demasiado velozmente para mi gusto.
Como no soy de resignarme fácilmente, al instante siguiente de que la dama despareciera, ya estaba planificando la estrategia de conquista; inclusive ya mi mente había urdido un nombre para el intento: “Operación ninfa”. Reconozco que mi hábito de ver películas clase “B”, están influyendo demasiado en mí.
El plan consistía principalmente, en concordancia con mi método preferido de vida, en aprovecharme de la experiencia ajena. Me decidí completamente y a la mañana siguiente empecé a hacer los contactos correspondientes.
Mis amigos y yo formamos una especie de cofradía; cuando alguno de nosotros necesita de la ayuda o el consejo de los demás, organizamos una reunión y tratamos en lo posible de solucionar el problema del que lo solicita.
—Otra vez el “enamorado precoz” —comentó uno de ellos. Hice como que no lo escuchaba.
Ya reunidos, planteé mi situación y rápidamente comenzaron a llegar a mis oídos los consejos que cada uno de ellos creía más conveniente.
—Encará derecho al arco y en cuanto abra la defensa se la mandás a guardar —aconsejó Juan, fanático del fútbol.
Pedro, abogado de profesión planteó —Exponéle tu caso. No trates de ser sincero ni nada de eso, suele ser contraproducente. Lo importante es ganar, la verdad es relativa. Si te rechaza, apelá o tratá de extorsionarla con algo de su pasado.
—Lo principal pasa por planificar bien la operación —dijo Esteban, el cirujano.
—Mentí, mentí siempre. Prometele cosas aunque sepas que no vas a cumplir, suele ser muy efectivo —acotó Fernando, político de raza y recientemente elegido como diputado provincial.
—Lo mejor es dormirla. Después le hacés lo que tengas ganas —saltó Ariel el anestesista, que es un poco degenerado pero buen tipo.
Francisco, el millonario del grupo hizo su delirante aporte a la causa —Le comprás un vestido de un buen diseñador y se lo mandás a la casa junto a una docena de orquídeas. La pasás a buscar en una limousine, van al mejor restaurant de la ciudad, y luego de la cena le regalás una tiara de diamantes o un anillo importante que haga juego con sus ojos. No puede fallar.
— ¿Y para qué querés la aprobación de ella? —se asombró Ramón, el violador.
—Te hacés pasar por alguien inofensivo y simpático, te insertás en ella, le hacés creer que sos indispensable para su buen funcionamiento y después la manipulás a tu antojo —afirmó Javier, hacker especialista en troyanos.
—Vos tendrías que dejar de mirar para otro lado y prestar más atención a las oportunidades que tenés a tu alrededor. Permitite una pequeña licencia y te juro que no te vas a arrepentir —acosó Miguel...Aunque el prefiere que lo llamemos Carla.
— ¿Quién te dijo a vos que la felicidad es tan fácil de alcanzar? Muchas veces nos engañamos creyendo que el amor soluciona todos los problemas y no nos damos cuenta que es un espejismo, una ilusión pasajera. La mayoría de las veces es un mecanismo de autodefensa para ocultar traumas de nuestra infancia, algún destete temprano; o inclusive de cuando éramos solo un feto en el vientre de nuestra madre y ni siquiera estábamos seguros de si realmente ella deseaba nuestra venida a este valle de lágrimas —pudrió todo Alberto, el psicólogo.
—De todas maneras, te va a terminar engañando —concluyó Martín, el cornudo crónico del grupo.
Fué en ese momento que decidi dar por terminada la reunión. Disimulé lo más posible mi decepción y saludé cordialmente a cada uno de ellos, después de todo seguirán siendo mis amigos.
Quizás el problema pase por mí, pero no logro entender de qué me están hablando. O quizás todo pase por la incapacidad de desprendernos de nuestra idiosincrasia cuando debemos hablar de un tema y todo deba pasar por nuestro exclusivo punto de vista.
De todas maneras siempre hay un lado positivo: la charla con mis amigos me sirvió para darme cuenta que no vale la pena complicarse cuando hasta ahora, si bien no lo ideal, con las manualidades que me acompañaron durante gran parte de mi vida, también puede alcanzarse la felicidad.


Exclusivo para La Cuentoteca

Pequeños, pequeños- Miguel Dorelo


Chiquitos, pero de temer.

Hiperbreves- Miguel Dorelo


Consejos

Deberíamos prestar más atención a los consejos de los hombres que guían los destinos del mundo, ya que nos reportaría un doble beneficio: no hacerles caso nos hará mejores a ambos.


Desgracia

Jamás debe alegrarnos la desgracia ajena...Salvo que nos beneficie en algo.


Amor esponja

-Yo te amo, pero deberías cambiar un poco tu forma de ser...


Darse cuenta

Creía que tenía la vida comprada.
Con los años me di cuenta que solo poseo algunas acciones de ella y que me encuentro a merced de los especuladores de siempre.


Muertes

Un gran misterio es aquél por el que tememos mucho más a la bomba atómica que a los automóviles, cuando estos últimos acumulan muchísimos más cadáveres en su cuenta.
Y van por más.


Necesito hablar con usted

-Lo del reino de los cielos y la cuestión de que será nuestro, lo entendí perfectamente, Señor. Solo me preguntaba si se podría adelantar algo a cuenta -inquirió el delegado de los pobres.


Reciprocidad

Suele decirse que hay una especie de complicidad entre el escritor y sus lectores. De ser cierto, tengan en cuenta que el castigo que me corresponda por esto que usted lee en este momento, será compartido.


Algunos publicados en Ráfagas y Parpadeos- Otros Exclusivos para La Cuentoteca.

Barrio cerrado- Miguel Dorelo

No todos somos iguales...

Barrio cerrado- Miguel Dorelo



—Hijita mía; recuerda siempre lo que te digo: ellos están aquí porque nosotros se lo permitimos, pero nunca, ¿escuchaste?, nunca te acerques demasiado a ellos. Pueden, fácilmente, engañar a una niña como tú. Son taimados, pueden pasar por seres sumisos y bonachones, pero en realidad, solo buscan sacar ventaja. Supongo que debe estar en sus genes. No olvides jamás que son distintos a nosotros, la buena gente de este lugar. Los necesitamos, Dios sabrá por qué, pero debemos protegernos haciéndoles cumplir nuestras reglas: “La permanencia de trabajadores de cualquier tipo en Paraíso Terrenal, club de campo, será exclusivamente entre las 08:00 y las 18:00, de lunes a viernes, previa identificación y autorización de la junta de admisión. Sábados, domingos y feriados, no será admitido el ingreso de ninguna persona de estas características”. Memorízalo y tenlo presente en todo momento; mamá te ama y sabrá protegerte siempre.
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viernes, 10 de abril de 2009

La llama del amor- Miguel dorelo



Una historia de amor como cualquier otra.



La llama del amor - Miguel Dorelo



Lucia, Ricardo y una brillante historia de amor.
Cuando se conocieron, él supo que esa mujercita era lo que había estado esperando durante todo este tiempo.
Quedó deslumbrado desde que la vio, parada en medio de la avenida entorpeciendo el tránsito junto a sus compañeros activistas, todos ellos enfundados en sus trajes de bombillas eléctricas y enarbolando grandes carteles en donde se podía leer “las lámparas de bajo consumo son el futuro: súmate”.El cruzó y ella le entregó un volante, a la vez que le hablaba de la peligrosidad de las lamparillas incandescentes. En ese preciso instante, Ricardo comprendió que Lucia sería el faro que de ahora en adelante alumbraría su camino.
Se enamoraron rápidamente, fue como un destello que les hizo ver todo más claro.
Las siguientes semanas fueron realmente luminosas.
—Cuando estoy con vos siento luciérnagas en la panza y veo lucecitas de colores —acotaba ella con un brillo especial en los ojos.
—Mariposas, querrás decir — corregía él.
—Mariposas también, mi amor —sentenciaba ella.
El idilio duró muchos meses. Iban juntos a todos lados; a la exhibición de fuegos artificiales en Puerto Madero, al show de rayos láser en la costanera, se extasiaban con la caída del sol o muchas otras veces suspiraban al unísono al amanecer cuando éste asomaba sus primeros rayos entre los edificios.Estaban destinados a ser el uno para el otro sin ningún tipo de dudas.
Él tuvo una infancia feliz. Era fanático de las historietas y su héroe preferido, Linterna Verde lo había acompañado en miles de aventuras; en su juventud, solo un hecho fortuito había empañado en algo toda esa felicidad, cuando recorriendo como mochilero Sudamérica había sido secuestrado por equivocación por Sendero Luminoso.
La infancia y adolescencia de ella estuvo alternada por buenas y malas; no la pasó muy bien cuando su padre fue despedido de la fábrica de tubos de neón, pero por suerte su madre se hizo cargo del mantenimiento del hogar cuando entró a trabajar en la Cooperativa Eléctrica del pueblo.
Finalmente se casaron. Lucia en su vestido de novia estaba resplandeciente y Ricardo exhibía con orgullo una sonrisa de cien vatios. Luna de miel en Paris, la hermosa “ciudad luz”, por supuesto.
Quiso el destino que fueran bendecidos por el Áurea Divina del Señor con el nacimiento de una adorable niña a la que llamaron Clarita.
Los años pasaron, con luces y casi sin sombras,pero, el tiempo que todo lo desgasta, fue apagando poco a poco la llama del amor.Todo se volvió rutinario y anodino; digamos que el horizonte, antes diáfano, se estaba cubriendo con espesos y oscuros nubarrones.
Los acontecimientos se fueron precipitando y a medida que en la usina de sus almas mermaba la producción de energía, nuevos cortocircuitos hicieron eclosión en la vida de la otrora feliz pareja. Ricardo comenzó a padecer una incipiente miopía y Lucia a sufrir de cataratas.
No tardaron en llegar los problemas económicos y los padecimientos materiales, hasta que finalmente la abultada boleta de consumo eléctrico correspondiente al último mes, que no habían podido saldar, terminó por ensombrecer, en todos los sentidos, sus existencias.
Pero, en nombre de todo aquel pasado luminoso, la vida les ofrecía una oportunidad única: Clarita podía ser el generador que les devolviera aunque fuera un poco de aquel fluido; por y para su hija adorada, intentarían reactivar los circuitos del cariño.
Intentaron, en primer lugar, revivir aquella pasión de los primeros años, pero rápidamente comprobaron que la famosa “energía orgásmica” de Wilhelm Reich era un mito. Quizás el tiempo los había mimetizado de tal manera que se habían convertido en “polos iguales”, con el consecuente rechazo que esto genera.
Todo lo intentaron, pero no había nada que hacer, al amor de 10.000 vatios, el tiempo lo había convertido en el tenue y patético resplandor de una vela de misa ya gastada.
El golpe final, el apagón definitivo lo recibieron esa madrugada cuando Clarita, ya adolescente, entró a la casa que aún compartían, vestida de negro, con dos aros en su párpado izquierdo y un gran alfiler de gancho en su mejilla derecha; se había convertido en una joven Dark.
Desde algún lugar misterioso comenzó a sonar “Paranoid” de Black Sabbath.



Exclusivo de "La Cuentoteca"

jueves, 9 de abril de 2009

Traslado- Miguel Dorelo

Un ardúo trabajo de investigación bíblica.


TRASLADO-Miguel Dorelo (Salemo)





¡Lucifel, Lucifel! ¿Dónde carajo se metió este? —reniega el Creador.
—¿Llamaba, jefecito? —responde el ángel.
—¡Sí, te voy a matar, infeliz! Por tu culpa soy el hazmerreír del gremio.
—¿Por qué, único entre los únicos?
—¿No te encargué que hicieras a un hombre y a una mujer, porque yo estaba muy ocupado?
—Sí. Y me quedaron muy bonitos. Adán y Eva, les puse.
—Callate, infradotado. Ya firmé tu traslado. Acá no volvés a trabajar mientras yo esté vivo.
—Pero, pero, si están bárbaros y muy completitos. A ella le hice un par de…
—¡Completitos, dice el estúpido! Cien veces te lo dije: acordáte de hacerlos sin ombligo. No, si acá piensan que uno puede estar en todo.

Publicado en Químicamente Impuro

Sobre perros y gatos- Miguel Dorelo

A veces la ternura me gana y me salen estos cuentitos.




SOBRE PERROS Y GATOS-Miguel Dorelo (Salemo)

Me atraen ambas especies casi por igual. Rescato, por sobre todo, las cualidades de las distintas razas. La nobleza del afgano, o, la dulzura del persa. La pureza del siamés, o, la simpatía del caniche. Ni que hablar de la fiereza de un doberman o un dogo en contraste con el misterio y la elegancia de un birmano. El de angora suele ser el preferido de las chicas.
Me puede el San Bernardo ¿a quién no?
Y los que fueron un poco de todos; ¿Se acuerdan de Lassie? ¿Y de Chatrán?
He probado casi todas las razas de las dos especies, pero personalmente, me quedo con los gatos; simplemente me gustan más.
Su carne se parece a la de la liebre. En cambio, la del perro es, para mi gusto, demasiado dulzona y suele empalagarme.






Publicado en Químicamente Impuro y en Terrorzine

martes, 7 de abril de 2009

Por qué soy ateo: mi testimonio- Miguel Dorelo

Un hecho real que me marcó para toda la vida y me llevó a ser lo que soy.

Por qué soy ateo: mi testimonio- Miguel Dorelo ( Salemo)


Luego de muchos cabildeos, he decidido compartir la experiencia más importante de mi vida.
El miedo a no ser comprendido, a la burla, al escarnio público me llevó a ocultar durante todos estos años los sucesos acontecidos.
Paso a relatarles: veinte de enero de 1979, ocho y cuarenta y cinco de esa inolvidable tardecita en mi Pergamino querido.
Me encontraba bebiendo una cerveza, sentado debajo del paraíso sombrilla que mi bisabuelo Pietro había plantado hacía ya cuarenta años, cuando un extraño resplandor surgió desde más allá de los geranios que bien en el fondo del patio había plantado mi abuelita Carmen hacía dos semanas.
Luces de varios colores con reflejos iridiscentes y una extraña melodía que comenzó a sonar hicieron que Batuque, mi perro, comenzara a aullar lastimosamente.
Alcé mis ojos al cielo y observé con asombro una especie de nube oblonga que descendía.
Instantes después una hermosa señora envuelta en un manto se presentó ante mí. Joven y aún sin adoptar una creencia religiosa, creí ver en este magno acontecimiento una señal divina que me era enviada para despejar todas mis dudas.
—¡Maria! —susurré extasiado.
—Negativo. Primer Asistente De Contacto y Protocolo Bagley —me respondió; acto seguido comenzó a transmitir por medio de un dispositivo inserto en su dedo meñique—. Terráqueo, un metro sesenta, cincuenta kilos, nivel intelectual por debajo del promedio de este planeta, totalmente inofensivo.
Al instante apareció un hombre de unos treinta y tres años; vestía una humilde y rústica túnica, de cabellos largos y pequeña barba todo él irradiaba una luz espléndida que parecía rodearlo. Esta vez no podía errarle:
—¡Jesús, mi señor! —exclamé alborozado.
—Me confundes, terráqueo; y no eres el primero. De muchas formas me han llamado, pero déjame presentarme con el apelativo que he adoptado en homenaje a este hermoso planeta: Capitán del Espacio Blanco es mi nombre y soy el comandante de la nave. Tuvimos que hacer un aterrizaje de emergencia por una falla mecánica.
—¿Pero no eres…? ¿Y ella no es…?
—Sé a que te refieres; como te dije, no eres el primero en confundirte. En realidad somos viajeros del tiempo y el espacio, casi inmortales y muy inteligentes; comparados con ustedes, claro.
—Pero…son igualitos a los de las estampitas de mi abuela Carmen.
—Es que hace miles de años que damos vueltas por aquí en un continuo espacio temporal, sin pausa. Este planeta es la principal fuente de alimento para nuestra especie. Tu pueblo elabora un manjar único en todo el universo y no podemos resistir la tentación. Ustedes tienen un dicho que se adapta justo a nuestra situación: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Nos hemos cansado de dar esta misma explicación a cada uno de los que nos han visto en las distintas épocas que nos hemos presentado pero sabemos que un virus neuronal afecta a la mayoría de los terráqueos e insisten en dar una versión totalmente inverosímil de los hechos: el miedo a lo desconocido lo activa casi de inmediato; sin ir más lejos, el apelativo que suelen darle a Bagley ha sido motivo de risa por muchos años entre los tripulantes de nuestra nave: aparte de ser la Encargada de Contacto y Protocolo entre sus funciones está la de Acompañante Para Todo Servicio Del Personal De A Bordo. También sé que a mis espaldas, la tripulación suele llamarme “El Crucificadito”.
—¿Y las sagradas escrituras, entonces?
—Tatín y Fantoche, dos de nuestros mecánicos son los autores. A veces los viajes espaciales se hacen tediosos y en algo hay que ocupar el tiempo.
—Entonces, ¿Dios no existe?
—No.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Millones de años de viajar por todo el universo y todas las dimensiones en nuestra nave insignia “Guaymallén” sin hallar el más mínimo rastro de algo que se le parezca, pero sobre todo la seguridad de que nuestra especie está libre del virus neuronal que afecta a la tuya.
—¿Entonces yo también olvidaré lo que me has contado y me convertiré en un creyente?
—No, me informa Bagley que en tu escaneo no encontró el virus. Por suerte para tu especie, algunos individuos no lo han desarrollado y son el último bastión del raciocinio y el sentido común. Un último consejo, ya que debemos despegar: no cuentes esto ya que no te creerán. Adiós.
—Adiós, Capitán del Espacio Blanco… Una última pregunta: ¿qué tipo de alimento vienen a buscar a la Tierra?
—La respuesta es más que obvia, terráqueo. Piensa.

Publicado en Breves no tan Breves