lunes, 29 de junio de 2009

Sobre amores y renunciamientos- Miguel Dorelo

¿Cuanto puede soportar un gran amor?


Sobre amores y renunciamientos- Miguel Dorelo

Siempre que uno se enamora, renuncia a algo. Esto es así.
Casi se podría medir la intensidad de un amor con solo prestar atención a lo que ella o él han renunciado en pos de la concreción del vínculo amoroso.
Pero, ¿Existe algún límite que no es posible trasponer por más enamorado que uno esté?
El amor no conoce de ese tipo de especulaciones, dirán todos o casi todos los que alguna vez vivieron un gran romance; por ella, o por él, soy capaz de renunciar a todo.
Ricardo opinaba así. Opinaba, bien digo. En pasado. Ya no.
Lo ideal no existe. Eso está claro. Cuando nos enamoramos no elegimos de quién hacerlo; no pocas veces, el objeto de nuestros sentimientos es comprensiblemente alguien que no comparte nuestros modos o nuestros gustos en su totalidad. Esas pequeñas diferencias suelen ser un incentivo para la relación; enamorarse de alguien demasiado semejante a uno mismo, aunque en estos tiempos está siendo cada vez más natural, es solo una especie de onanismo más sofisticado.
—Bueno, pequeñas diferencias, quizás. Pero ésta —trata de justificar Ricardo.
—Por favor no me interrumpas cuando estoy tratando de poner en situación a los lectores.
—Pero, estás hablando de mí, después de todo.
—Estoy. Pero a modo de ejemplo; lo que realmente me interesa es divagar un poco sobre amores y renunciamientos. No voy a negar que lo que te pasó se presta perfectamente a lo que quiero decir, pero bien podría utilizar otra historia.
—Te estás mintiendo y lo sabés. No peleemos. Dejáme que te ayude. Quién otro mejor que yo mismo para relatarlo.
—Que bien. Esto ya me pasó: el personaje queriendo copar el relato. Lo hacemos entre los dos. Presentáte. Yo te sigo.
—Como bien dijo el señor, me llamo Ricardo. Como cualquier hijo de vecino, conocí a una señorita y me enamoré de ella. Luciana, se llama.
—La historia…
—Va, va. Nos conocimos, empezamos a salir, etc. Lo habitual. El conflicto surgió cuando empezamos a descubrir nuestras diferencias, menores al principio, pero que cuando llegó el momento de intimar se acentuaron.
—Eso, eso; detalles escabrosos en lo posible, para que no decaiga el interés.
—Los necesarios para que se entienda el concepto y podamos establecer las pautas necesarias para una correcta interpretación de los hechos. Sigo. Soy una persona de lo más común y rutinaria; en materia sexual, un macho promedio, si se me permite expresarlo así. Ella no. Ella es distinta. Ella, practica el sexo tántrico.
—Ubiquemos al lector.
— ¿Ponemos un enlace a la Wikipedia?
—No. ¿Y si el día de mañana esto se publica en papel, eh? Haga una síntesis.
—Bien. La principal carácterística del sexo tántrico es la de prolongar la relación sin llegar a la eyaculación; en palabras de Luciana, la técnica más adecuada para conseguir un óptimo resultado: “ Vos seguime. Quedáte quieto, relajá los músculos genitales y anales y empuja la lengua contra el paladar, justo detrás de los dientes".
—Complicado.
—Hay más. “Permanecé quieto y respirá profundamente y con regularidad. Retirá el pene hasta que pase la urgencia y alterná nueve empujones débiles con uno más profundo”.
—Hay que contar.
—Solo mentalmente. “Presioná el perineo con el índice y el pulgar entre el ano y el escroto. Lo puedo hacer yo, si no te animás”.
—Chanchita, la Luciana.
—Es solo técnica. “Colocá el pulgar en el frenillo en la parte inferior del pene, con los dedos índice y medio en las ondulaciones del glande y apretá durante diez a quince segundos”.
—También se necesita un cronómetro.
—Me las arreglaba con el despertador en la mesita de luz. En esencia eso es todo…y no eyacular, claro.
—Pero eso no es lo que llevó a la ruptura de la pareja.
—No. La amaba tanto que me adapté. Tuve que hacer un curso rápido de anatomía y al principio anotaba las instrucciones en una pizarra que ponía a la cabecera de la cama, pero todo bien.
— ¿Y cómo fue lo de la separación? Los lectores deben estar ansiosos.
— Aunque pasábamos muchas horas en la cama, también salíamos. Vos sabés que una de mis grandes pasiones es el buen comer. Al principio todo bárbaro, buenos restaurantes, pizzerías varias, fast food , lo que pintara para la ocasión…Hasta que decidió programar las salidas ella. Fue el principio del final.
—Contá lo que pasó.
—Solo tres salidas; eso fue lo que mi dignidad pudo aguantar. Ahí me di cuenta que el amor, por más fuerte que sea, no puede hacer pasar por alto ciertas cosas.
Como te cuento, la tercera vez fue la última. En las dos primeras lo soporté, tanto la amaba, en la tercera ni siquiera quise entrar al local.
Imagináte: ambiente cálido con reminiscencias hindúes, música suave, un amplísimo menú para seleccionar platos de todo el mundo, no demasiado caro, era casi perfecto.
Casi…podés mirar los hermosos platos realizados por chefs de primera, olerlos y hasta palparlos. Lo que de ninguna manera podés hacer es comértelos.
Me cagué de hambre.
Nunca más ví a Luciana ni quiero volver a hablar de ella.
Nunca más pongo un pié en uno de esos restaurantes tántricos.
No todo es amor en este mundo.
Ahora estoy saliendo con Carla, eyaculo cuando quiero y sobre todo, la única diferencia entre nosotros pasa por Burger King o Mc Donalds.

Exclusivo de La Cuentoteca.

domingo, 21 de junio de 2009

La verdadera historia de las dos majas- Miguel Dorelo


Para terminar con las especulaciones sobre estas misteriosas obras de arte.


La verdadera historia de las dos majas- Miguel Dorelo

Casi todo estaba saliendo tal cual lo había planeado. Pintor de renombre, consiguió por fin convencer a la dama que lo desvelaba para que posara. Era la excusa perfecta, la tendría totalmente desnuda y a su merced.
El estudio poco calefaccionado y el frío de aquella tardecita de Enero de 1794 en Madrid, atentaron contra la feliz conclusión de los eróticos planes del maestro aragonés.
—Hala, Francisquillo, que me estoy helando —dice quejosa la duquesa—; acaba de una vez hombre.
—Va, va, coño, no me apures, que casi está.
—Si serás gillipollas, como se ve que no eres tú el que está en pelotas.
—Listo; ya no te quejes, mujer, esa fue la última pincelada.
El óleo lucía realmente espléndido, haciendo honor a la belleza de la duquesa de Alba.
—Pues, ahora a lo nuestro —acota Goya, comenzando a desvestirse.
—Con que no vayas de putas... estoy helada; alcánzame el vestido, so zopenco.
—Pero, mira como estoy, no puedes dejarme así. Hacía años que no lograba una erección tan sublime.
—Ja.
—Está bien, ponte el vestido y a posar de nuevo —se resigna el maestro, sacando otro lienzo —En algo tendré que gastar mi sobredosis de energía.
Original publicado en Quimicamente Impuro- Reelaborado para La Cuentoteca

martes, 16 de junio de 2009

La muy envidiada libertad del escritor- Miguel Dorelo

Un oficio en el que la libertad lo es todo.


La muy envidiada libertad del escritor - Miguel Dorelo

– ¿Por qué elegí esta profesión, me preguntas? Supongo que en realidad es al revés, llámalo vocación si te parece, pero fue ella la que me eligió a mí.
Básicamente, me gusta contar historias, inventar personajes, hacerles hacer cosas.
La angustia ante la hoja en blanco, el lento pasaje de la idea latente hacia la punta de mis dedos que comienzan, despaciosamente, a teclear. La pausa necesaria para ordenar una frase o un pasaje, encontrar el giro que resulte más conveniente para poder expresar cabalmente lo que quiero decir. Te podría decir que escribo para mí, pero nada se asemeja más a la felicidad que cuando alguien lee un relato de mi autoría haga un comentario elogioso.
Pero, en realidad, lo que me fascina de todo esto es la libertad.
Amo y señor; libre albedrío en todo su esplendor, libertad total y absoluta. Hago y deshago a mi antojo. Amo, odio, quiero, mato o hago matar; resucito si quiero, hago de este mundo un lugar mejor o el peor de los infiernos. Libertad.
—No sabes como te envidio, Miguel —acota Pablo —yo estoy atado a un montón de rutinas casi insoportables.
—La vida tiene esas cosas… Te dejo, me voy urgente a casa.
— ¿Por qué el apuro?
—Me acabo de acordar que mañana tengo que entregar el relato sobre universos paralelos y su influencia en el cultivo de soja transgénica. La extensión debe ser entre 3576 y 3592 palabras, en la trama deberá tener un papel protagónico Pupy, la gatita siamesa del editor, y dejar bien parado al sector agropecuario. No me tengo que olvidar que el tipo de letra es Times New Roman Riquelme de 12 puntos, el formato rtf, sangría francesa, justificado a ambos lados, doble espacio con título en negrita. Enviar como archivo adjunto y esperar acuse de recibo.
—Bueno…Chau.
— ¡Chau! No llego, no llego, la puta madre….

Exclusivo de La Cuentoteca


viernes, 12 de junio de 2009

Estrategia de mercado- Miguel Dorelo

¿Cuántas veces sospechaste que esto es así?


Estrategia de mercado- Miguel Dorelo

—Juanita…dígale al señor González que pase, por favor.
—Entendido, señor.
La oficina era muy amplia pero con pocos elementos. Un importante escritorio de vidrio y acero dominaba el ambiente. Una mesa chica, dos sillones y un pequeño bar completaban el mobiliario.
—Tome asiento, González. ¿Me trajo lo que le pedí?
—Aquí está, señor Dumont. Ordenado por fecha y lugar. En un adjunto podrá ver las estadísticas de cada uno de nuestros trabajos.
Aunque próspera, la empresa Dumont, debido a la crisis financiera mundial, había visto frenado su plan de expansión semestral en casi cinco puntos, lo que ameritaba en forma urgente un “plan de salvataje”. Rápidamente, luego de una reunión de los principales accionistas de la empresa se había llegado a la conclusión que lo más adecuado sería contratar los servicios de González y González, responsables directos del crecimiento de otras empresas del rubro.
Pierre Dumont, socio mayoritario, decidió que él mismo se encargaría de realizar el contacto a fin de ultimar los detalles de la operación. Es por esto que estaban reunidos en su oficina del piso sesenta y cuatro y daba un primer vistazo a la carpeta que había depositado en sus manos Juan González, socio y hermano de Pedro González.
González y González eran las cabezas no muy visibles de un pequeño laboratorio de las afueras de González Catan, provincia de Buenos aires, que en apariencia se dedicaban a elaborar caramelos de propóleo, cápsulas de ginseng y comprimidos de jalea real desde hacía más de cincuenta años.
—Muy interesante —murmuró Dumont al tiempo que leía en voz alta:
Años 1957-1958.
Cliente: Mayer Korporation, Dusseldorf, Alemania Occidental.
Área de trabajo: continente Asiático.
Producto: CGA01. Nombre poular: gripe asiática.
Resultados acordes a lo planificado.
Saturación controlada en el límite fijado: 4.000.000 de individuos.
Porcentaje resultante de ganancia neta incrementada: 17,08 %.
Años 1968-1969.
Cliente: Aroche Inc., New Jersey, EE.UU.
Área de trabajo: Hong Kong y zona de influencia.
Producto: GHH02. Nombre popular: gripe de Hong Kong.
Pequeña desviación en plan maestro.
Desfasaje en límite acordado: 2.000.000 de individuos sobre estimación de 1.500.000.
Porcentaje resultante de beneficio: 19,3 %.
—Perdone que lo interrumpa, señor Dumont —intervino Gonzalez, —en este último caso hubo un pequeño inconveniente con la primer cepa. La GHH01, lo que incrementó un poco el número de víctimas fatales necesarias, pero no hay mal que por bien no venga dicen; el incremento en ganancias fue superior, como habrá visto.
—No veo lo del 2003, gripe aviar se le llamó —casi interrogó Dumont.
—No fuimos nosotros. La naturaleza a veces también hace de las suyas. De todas formas, solo 250 víctimas fatales no crean las condiciones adecuadas para una correcta operación. Un verdadero fiasco.
—Está bien, vayamos a lo que nos interesa ¿Qué han preparado esta vez?
—Bueno, causalidad más que casualidad, diría yo; lo que en un principio arrancó como un habitual pedido de “crear pánico en los consumidores”, nos puso en las manos una oportunidad fantástica. Por pedido de un cliente, proveedor de carne vacuna a nivel mundial, procedimos con lo habitual en estos casos: la infección por medio de una cepa exclusiva de nuestro laboratorio en un grupo de porcinos. Luego de hacer llegar la información a medios amigos, por lo general se logra la baja de consumo casi inmediata de este producto con el consecuente incremento en el de nuestro proveedor amigo.
Una pequeña falla al principio, el contagio de algunos humanos y una nueva intervención de nuestros contactos en la prensa, nos encuentra posicionados de una forma única. Esta vez, ni siquiera tendremos que pedirle un adelanto para el lanzamiento.
— ¿Y cómo beneficiaría esto a mi laboratorio?
—Lo habitual. Exclusividad en el antídoto contra esta nueva peste. Siempre contamos con ambos lados de la moneda. El resto es simplemente cantidad de víctimas fatales, consecuente pánico mundial, dejar pasar el tiempo establecido y por último vender y empezar a cobrar.
— ¡Trato echo! Siempre es un placer hacer negocios con gente capaz y responsable. —Juanita… una botella de champagne y dos copas, por favor.


Exclusivo para La Cuentoteca

lunes, 8 de junio de 2009

Puertas- Miguel Dorelo

Pasar al otro lado no es sencillo...


Puertas- Miguel Dorelo

Uno se pasa la vida delante de ellas.
Las hay de distintas formas y colores.
Por lo general, no nos está permitido ver a través de ellas; aunque creamos vislumbrar qué hay del otro lado, solo estaremos seguros cuando logremos abrirlas.
Casi nunca es una tarea sencilla lograrlo y el esfuerzo solo es justificado en contadas ocasiones.
A veces, al franquear una de ellas, salimos a lugares amplios y llenos de luz, y eso nos hace sentir bien; esto suele llevarnos a engañosas conclusiones, a creer que todo es posible y que otras puertas futuras ya no serán un obstáculo.
Abrimos otras, entramos a lugares oscuros y nauseabundos y respirar se nos hace dificultoso. Nos arrepentimos casi inmediatamente de haberla transpuesto. Creemos, quizás falsamente, que nos equivocamos, que deberíamos habernos quedado del otro lado. La desazón nos invade; sentir una gran angustia, no es raro en estos casos.
Capítulo aparte merecen las puertas ignoradas, algunas no vistas, otras apenas vislumbradas. Las dejamos de lado, pasamos de largo.
De vez en cuando desandamos caminos tratando de hallar a alguna de ellas y suele sucedernos que nos encontramos delante de aquélla que creíamos ya formando parte de un pasado irrecuperable. Estas, suelen ser las más peligrosas; el no haberlas transpuesto en el momento adecuado puede ser causante de dolores inconmensurables. Todo tiene su tiempo y es sólo ese; comprenderlo y aceptarlo es para pocos.
Pese a todo, seguimos abriendo y cerrando puertas. Así debe ser.
Puertas etéreas y puertas pesadas, pero, por lo general, engañosas puertas.
Muchas veces, que se abran o cierren depende de otros, sus verdaderos dueños.
El sueño de la puerta propia no es fácil de alcanzar.
Aunque, por cierto, todos tenemos una absolutamente nuestra, la última, la postrera, la definitiva; aquella hacia la que todos nos dirigimos.
Lo que me preocupa, aunque confieso que no demasiado, es que estoy seguro que detrás de esa, no hay nada.

Publicado en Quimicamente Impuro- Reelaborado para La Cuentoteca

El curioso caso del botón Benjamín- Miguel Dorelo

A Brad Pitt le encantó el cuentito...




El curioso caso del botón Benjamín
Miguel Dorelo

Un botón con nombre, convengamos, es de por sí extraño.
Si le sumamos que Benjamín suele hacer gala de conductas por demás extravagantes es que estamos en presencia de algo, por lo menos, curioso.
Él ignora los motivos que lo llevan a ser así.
Benjamín se siente cansado, abúlico. Sus cuatro agujeros están agrandados por demás, posee un color deslucido y sus bordes desgastados contribuyen a generar la patética imagen de algo que ya no sirve.
Digámoslo con todas las letras: Benjamín es un botón que nació viejo, y lo sabe.
—Me cuesta mucho aferrarme a algo —se lamenta.
En los últimos días ha caído de dos blusas, tres camisas y un pantalón. La posibilidad de ser completamente descartado pende sobre su existencia.
Pero, Benjamín sabrá renovarse; siempre hay esperanza si uno ha sido elaborado en una factoría de la fabulosa Hollywood.



Publicado en Químicamente Impuro

viernes, 5 de junio de 2009

Profundos y oscuros miedos- Miguel Dorelo

Están ahí, acechándome, lo sé...



Profundos y oscuros miedos- Miguel Dorelo

Tuve miedo a la oscuridad de mi habitación, siendo niño. Estuvieron allí, intangibles, apenas visibles pero no por eso menos tenebrosos, acechando detrás y delante de las cortinas.
—Por favor, mamá, no apagues la luz. —rogué.
Los callejones oscuros me causaron pánico en mi adolescencia y realicé largos e imprescindibles rodeos para llegar a mi destino. Ellos seguían sigilosamente mis pasos, solo la luz los mantenía a raya. Aún así volvía constantemente mi cabeza temiendo ver lo peor.
Ya mayor, me oriné encima, cuando, caminando, me sorprendió la noche en medio de aquella carretera desolada. ¿Cuán largos pueden ser los metros, los minutos, los centímetros, los segundos que faltan para llegar a casa? Sabía que estaban detrás de mí, queriendo alcanzarme.
La oscuridad es solo la falta de luz, me dijeron, no hay nada en ella de que asustarse, todo está en tu mente.
Sin embargo, el color negro es un inmenso pozo que amenaza con devorarme.
Allí, en la oscuridad, hay algo que despierta en mí tal terror, que ni siquiera me animo a mencionar.

Original publicado en Quimicamente Impuro y Terrozine (Brasil)- Reelaborado para La Cuentoteca.