viernes, 26 de marzo de 2010

La invitada- Javier López y Miguel Dorelo

-Te quiero ya, -me susurró.

La invitada - Javier López & Miguel Dorelo

Ella llegó esa noche de improviso, justo después de un mal día en el que no había tenido tiempo ni para pasar por el supermercado.
Me cogió sin nada en casa. No pude ofrecerle un té, o un café, o un aperitivo... cualquier cosa, aunque hubiese sido una bolsa de patatas fritas. Algo como para ganar un poco de tiempo mientras planeaba una estrategia que me permitiera pasar la prueba.
—Te quiero ya —me susurró, mientras me miraba de esa forma que sólo ella sabe hacer.
Así que no llegó a sentarse y me invitó con un gesto a que la acompañara sin más premura.
—Ven conmigo, ya es hora —fueron las últimas palabras que escucharon mis oídos un segundo antes de entregarme por completo a sus brazos.

Los informes de mi autopsia hablaron de muerte súbita.

viernes, 19 de marzo de 2010

Invitación especial: de cuando el autor se convierte en personaje

Hoy, una invitación especial: pasen por el blog de Esteban Dublín para leer, y por qué no comentar,
El microrrelato que me ha dedicado convirtiéndome en personaje.
¡Muchas gracias, Esteban!

domingo, 14 de marzo de 2010

Sobre mujeres, amor y equivocaciones- Miguel Dorelo

La cuestión es no equivocarse eternamente...

Sobre mujeres, amor y equivocaciones- Miguel Dorelo

A Jorge Ariel Madrazo y su libro de cuentos
“La mujer equivocada”, el detonante de este humilde relato.

Algunas veces,las menos,es cuestión de años. Otras,un poco más comúnmente,de meses.
De días,realmente unas pocas.
El darse cuenta,para todos y cada uno de los casos,siempre sucede al final;quizás solo un poco antes.
El factor común a la gran mayoría, el cansancio o el hastío. O una nimiedad estúpidamente potenciada.
Más tarde o más temprano, una y otra vez, lo mismo.
Y siempre el mismo doloroso interrogante ¿Qué habrá fallado esta vez?
Y,también como siempre, o casi siempre, no encontrar la respuesta.
O no saber bien donde buscarla,que termina resultando más o menos lo mismo.
Y es que de eso se trata: una y otra, y otra y otra vez elegir la mujer equivocada.
Luego, lo consabido; el duelo o no, la tristeza o no, el extrañarla o no.
Y por fin, el volver a buscar. El volver a saber que en realidad, por amor no se muere, o que tan solo le pasa a una ínfima minoría de la que, estamos casi seguros, no formamos parte.

Y el juego (¿Acaso no lo es?), recomienza.
Eso si, a estar atentos, las reglas son estrictas aunque no lo parezcan: la próxima puede ser la que se esperó siempre, la definitiva, la que envejecerá junto a nosotros; la que nos hará entender que ya no volveremos a jugar, que el premio mayor ya es nuestro y no hay motivo alguno para seguir en la contienda.
Pero, no es un juego fácil, todos lo sabemos; la próxima puede ser nada más que otra mujer equivocada y a veces también es nuestra última oportunidad.
O peor aún, se nos ofrece el dudoso privilegio de vislumbrar que ella, la auténtica, quizás engañados por circunstancias ajenas a nuestra voluntad, o por designios de alguien en quién ni siquiera creemos, o simplemente porque si, no supimos reconocer. Y ya es tarde para lamentos. Y aunque sigamos jugando, casi siempre lo hacemos, el juego ya no es el juego. Jugar por jugar es de amateurs; el reglamento del verdadero amor no lo contempla.
Y dudar, claro, siempre dudar. Aún estando seguros; han sido tan momentáneas nuestras seguridades anteriores…
Dudar sospechando.

Y sobre todo, no querer ver la otra cara del problema: que probablemente somos (soy) el hombre equivocado.

Exclusivo de La Cuentoteca
Publicado en Breves no tan breves

viernes, 5 de marzo de 2010

Éxitos y fracasos- Miguel Dorelo

No siempre uno elige lo correcto...

Éxitos y fracasos- Miguel Dorelo

Obsesivamente, casi de forma compulsiva, fue acumulándolos.
En la sala principal de su casa, sobre vitrinas y estantes, para que todos aquellos que lo visitaran pudieran verlos estaban todos sus logros; era lo que se usaba y hasta lo aconsejable.
En el cuartito de atrás, entre cosas viejas y trastos inservibles, se acumulaban ocultos sus innumerables fracasos.
Extrañamente, o quizás no tanto, amaba y valoraba más a estos que a aquellos.
—De los éxitos poco se aprende, se corre el riesgo de añorarlos indefinidamente —reflexionaba —Los fracasos son desafíos, caminos mal recorridos que deberíamos volver a transitar.
Las segundas oportunidades le causaban temor.
—Superarlo será el inicio de una senda a recorrer, quizás hoy mismo empiece —se dijo.

Precavido, decidió que se tomaría unas horas para pensarlo mejor.

Exclusivo de La Cuentoteca