domingo, 30 de mayo de 2010

Pequeña diferencia-Miguel Dorelo

Desayuno para dos...

Pequeña diferencia-Miguel Dorelo

—Lo nuestro no va a funcionar —dijo con un dejo de tristeza en la mirada.
—Tendríamos que intentarlo —respondió ella.
—No tenemos futuro. Somos demasiado distintos.
—Solo te pido una noche más. Luego veremos.
—Está bien, lo haré en nombre de todos los bellos momentos que hemos pasado.

La noche resultó maravillosa.
Comenzó dulcemente, desbordó de pasión, alcanzó picos de locura.
Hicieron el amor una y otra vez, hasta quedar exhaustos.
—Te amo —dijo ella —abrázame.
Luego, esperar que los primeros rayos del sol entraran por el ventanal de la habitación, unidos, convertidos en uno solo.
Ella se despertó primero, dejó un suave beso en su mejilla y sin hacer ruido se dirigió a la cocina; lo sorprendería con un desayuno de esos que tanto le gustaban a él.
—Quizás…—susurró.
El aroma entró por la nariz de Augusto.
Cuando despertó, la dinosaurio aún estaba allí.

Exclusivo para La Cuentoteca

martes, 25 de mayo de 2010

Yo-Miguel Dorelo



En cualquier lugar que me encuentre...

Yo - Miguel Dorelo

A veces me resulta demasiado difícil ser yo.
Suelo portarme muy mal y hacer cosas que no debería.
Y me arrepiento poco.
Y no pido disculpas.
En esas ocasiones es cuando me ciega mi maldito orgullo, pronuncio las palabras mágicas y me re-convierto.
Siempre en algo distinto, eso si. Odio la rutina.
Y entonces suelo ser por un tiempo un hombre muy distinto al que soy. Se sufre menos.
Hombre de negocios, ganador de la lotería, jugador de la selección de fútbol, metrosexual, piloto de jet; alto, flaco y de ojos claros o con cuadriceps bien marcados.
A veces me da por dejar de lado las cosas materiales y soy un poeta o un excelso trompetista de jazz. Una vez fui activista de GreenPeace.
A veces más, a veces menos, casi siempre disfruto de mis distintas personalidades; gracias a ellas, con unas más, con otras menos, se consiguen muchas cosas. También algunas mujeres.
Como digo, se sufre menos, se disfruta otro poco, pero…
Ella siempre me reconoce.
—Te quiero tal cual sos —me dice.
Y me perdona todo.
No sé como hace, pero siempre sabe que soy yo.

Y entonces vuelvo a ser el que soy.

Exclusivo para La Cuentoteca

sábado, 22 de mayo de 2010

Del amor al odio hay un solo paso- Miguel Dorelo

La amo...La sigo amando a pesar de...

Del amor al odio hay un solo paso-Miguel Dorelo

—Te amo —le dije.
— ¿En qué sentido me lo decís? —me respondió preguntando.
— ¿Cómo en que sentido? —interrogué.
—Eso. ¿Qué me querés decir cuando decís que me amás? —re-preguntó.
—En el sentido de que te amo. Quiero decir que te amo —re-contesté.
—Podrías ser más claro —insistió.
—Pero, la puta madre… ¡Te amo! ¿Qué parte no entendés? —comencé a exasperarme.
—Podrías explayarte un poco en el concepto y tratar de moderar un poco tu lenguaje—volvió a insistir.
—Está bien. —Dije resignado — Vamos de nuevo: te amo. Pero te amo de una forma como nunca he amado. Realmente no concibo la vida sin vos. Sos la luz de mis ojos, el sol de la mañana al despertar, el aire que respiro —comencé a ponerme cursi.
Y continué: —mi media naranja, mi mejor amiga, mi única religión, mi equipo favorito, mi medio de transporte hacia la felicidad eterna, la razón de mi existir, el remanso donde descansar luego de una jornada agotadora, el oasis en el desierto de mi alma, la estrella que me guía hacia el paraíso eterno, el cuellito polar que protege mi garganta en las mañanas heladas y mi gorrita con visera en los días de sol intenso; cuando me mirás me derrito y cuando te miro me reconstituyo.
Y ya completamente entusiasmado, desbordado de amor por ella, proseguí — y te quiero más que a mi madre, a mi Play Station 3, a mis cd´s de PinK Floyd, a mi conexión de tres megas, a mi mouse inalámbrico, a mi procesador de doble núcleo; te quiero tanto que me duele, y si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo y es que juntos somos mucho más que dos —terminé plagiando. ¡TE AMO! ¿TE QUEDÓ CLARO?
—Más o menos ¿A que viene eso de ser tu mejor amiga? O lo de compararme con la bruja de tu madre ¿Ya no me querés como antes? —fueron sus últimas palabras.

Y ahí fue cuando la asesiné, señor juez.

Exclusivo de La Cuentoteca

martes, 18 de mayo de 2010

Romance perfecto- Miguel Dorelo

Me encantó estar con vos...

Romance perfecto- Miguel Dorelo

Apenas la vio supo que estaba en presencia de una mujer fuera de lo común.
En cambio ella ni siquiera imaginó que él la llevaría a un punto que nunca hubiese sospechado; mucho menos aún que por un hombre resignaría parte de algo muy suyo.
La noche fue cómplice de un momento soñado.
—Sos una mujercita dulce y encantadora —le dijo mientras encendía un cigarrillo.
—Me encantó estar con vos —respondió ella primorosamente.
—Me gustaría repetir esta velada —acotó él.
—La próxima vez te cobro la mitad—aseguró ella.
—Acepto. Pero hoy quedáte con el vuelto —concluyó él.
A veces una profesional muestra su lado más humano.
Y, también a veces, coincide con un cliente que sabe comportarse como un auténtico caballero.

Exclusivo para La Cuentoteca

miércoles, 12 de mayo de 2010

Todos los trenes- Miguel Dorelo

Viajar en tren juntos...¿Qué más se puede pedir?

Todos los trenes-Miguel Dorelo

Quién lo hubiese imaginado ¿No amor? Digo, este final tan parecido a aquél principio.
¿Te acordás? Cinco meses y ocho días. Ni mucho ni poco: el tiempo que nos fue destinado.
Y en menos de una hora, cuarenta y siete minutos para ser más exacto si este maldito y a la vez amado tren llega a horario por una puta vez, todo lo que fue ya no será.

La impuntualidad acostumbrada del servicio que a todos pone de mal humor fue en nuestro caso una bendición.
—En este ramal siempre lo mismo, otra vez voy a llegar tarde —dijiste por decir algo.
Y yo, que te venía observando en silencio desde hacía varias semanas, ya completamente enamorado y sin poder ni querer evitarlo, me aferré a tu queja como si de ello dependiera mi propia vida.
—Si, pero este igualmente sigue siendo el medio de transporte más lindo del mundo. —dije sin pensar. Y me miraste por primera vez.
Y como si todo hubiese estado programado para nosotros dos, casi al instante irrumpió la G-22 en la estación José María Bosch, línea Urquiza, en el partido de 3 de Febrero, provincia de Buenos Aires, este mismo lugar, pero en otro tiempo y en otras circunstancias.
Por primera vez nos sentamos uno al lado del otro. Fue esa nuestra primera vez en el tercer vagón de aquella formación.
—Te gustan los trenes, parece —me dijiste.
—Los amo — te contesté. Y a vos también, casi agrego, pero esto último no salió de mis labios jamás.
En ese mismo viaje descubrimos la pasión mutua que sentíamos por el ferrocarril.
Todas las mañanas en el mismo andén y a la misma hora.
Un corto saludo y luego rápidamente a ocupar nuestros lugares.
Supongo que algo al que algunos llaman destino o quizás una caprichosa e indescifrable designación divina, pero en el fragor de los cuerpos apurados por subir de la multitud de pasajeros y no importando cuanto demoráramos en ubicarnos ante nuestros asientos, estos siempre estaban desocupados, como esperando a nuestros cuerpos. O a nuestras almas.
De Bosch a Federico Lacroze. Todos los días de la semana, ida y vuelta. Menos de quince kilómetros y unos pocos minutos de viaje.
Pero,el lunes Bosch se transformó en Pretoria, el paisaje suburbano en una inmensa sabana sudafricana y el destino final fue trasmutado a Ciudad del Cabo. Relajados y con los ojos cerrados, gozamos juntos de nuestro primer viaje en el “Tren Azul” un auténtico hotel rodante de cinco estrellas que fue inaugurado para nosotros, estábamos seguros de eso, en el año 1939.
El martes me dijiste: —Hoy quiero algo de aventura —casi de inmediato “La General” se presentó ante nuestros ojos; la mítica locomotora construida para la Western and Atlantic en 1885 lanzó una gran bocanada de vapor y en pocos minutos el salvaje oeste americano comenzó a penetrar en nuestras retinas.
A mitad de semana todo lo preconcebido sobre el tiempo y las distancias fue dado por tierra: los 9.297 kilómetros desde Moscú a Vladivostok nos resultaron poco, extasiados ante los inconmensurables paisajes nevados que desfilaban sin solución de continuidad detrás de los vidrios empañados de las ventanillas, a bordo del “Transiberiano”. Nuestra felicidad se catapultó al infinito.
Y otro día fue el turno de “El tren de las nubes”, parsimonioso y trepador. Y en otra ocasión el “Tren bala” en Osaka o el “Ave”español, puro vértigo y adrenalina.
Cinco meses y ocho días viajando, juntos, por todo el mundo.
Y la estación Devoto fue Dortmund, Francisco Beiró, Luxemburgo; y las trochas cambiando permanentemente, de 768 mm. si viajábamos por Austria, India o Polonia; o si ese día decidíamos hacerlo por Australia, Costa Rica o Nigeria, aumentaría a 1067mm.
Magia pura. La de la palabra en forma de relato, o la de la ensoñación; el deseo mutuo de compartir con ella todos esos viajes escapando de la rutina de quince minutos diarios a bordo de aquél mal conservado tren de las afueras de la gran ciudad, yendo al trabajo. O un milagro convirtiendo en real lo imaginado. Quién sabe. Quién puede asegurar una u otra cosa.
Pero, también tengo que hablar de ayer. Y luego de hoy.
Ayer, cuando regresábamos desde Lacroze/ Edimburgo y a mitad de camino me diste la noticia.
—Mañana será nuestro último viaje juntos –descargaste sin aviso.
Y luego me contaste aquello del chico que conociste y con el que empezabas a salir, que él también viajaba todos los días a Buenos Aires, nombraste, creo, un Chevrolet Corsa color azul y que a partir del lunes el te llevaría y te traería.
Y hoy, esta mañana, sentados en nuestro asiento del tercer vagón, tirado junto al resto del convoy por la G-22, la magia se rompió. Y los carteles en las estaciones decían Moreno, Artigas, Villa Lynch; y todo el paisaje era exactamente igual a hace cinco meses y nueve días.
Me fue imposible ir a mi trabajo. Deambulé por la ciudad esperando la hora del regreso y pensando en qué hacer.
Y de repente, lo supe: París y el “Orient Express”. Saldremos, en nuestro último viaje juntos, desde la capital francesa, digamos, en el año 1915, acompañados por la conjura y las intrincadas acciones, rodeados de agentes y espías de las principales potencias mundiales. Sé que ella no podrá resistirse y una vez situados en uno de sus lujosos camarotes, con una copa de coñac en mis manos y otra de jerez en las suyas tendré el tiempo suficiente para disuadirla de sus planes. Le diré lo que he callado hasta hoy y me dirá: —lo sospechaba —Y agregará que era hora de que se lo dijera y que ya no nos separaremos nunca más.

O, en el peor de los casos, nos convertiremos en dos desaparecidos más, en un misterio más sin resolver a bordo del “expreso espía” antes de su arribo a Estambul.

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sábado, 1 de mayo de 2010

El poder-Miguel Dorelo

Alguien...

El poder- Miguel Dorelo

Principalmente es cuestión de voluntad, créame. Hay que ponerle ganas a la cosa.
Si usted se limita a ver pasar la vida por sus costados, allá usted.
Yo no. Yo amo la vida. La vivo. Que para eso está.
A la vida hay que mirarla a los ojos, sostenerle la mirada: y sin pestañear, vea. Aunque vengan degollando.
¿Usted es uno más, uno del montón y no le gusta demasiado eso?
Bueno, no es tan grave, mi amigo. Yo tengo la fórmula que lo hará un ser único, especial, como ningún otro.
¿Qué se necesita me pregunta? No mucho. O sí, según como se lo mire.
Todos tenemos el poder.
Amar es la palabrita mágica; búsquese alguien a quién amar más que a nada en el mundo y listo. Créame, eso es todo. O por lo menos el principio de todo.
El resto depende de usted.

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