miércoles, 25 de agosto de 2010

Belén, la lluvia, los hombres y el invierno- Miguel Dorelo

Una historia más...

Belén, la lluvia, los hombres y el invierno- Miguel Dorelo

Belén tiene catorce años y odia los inviernos.
A Belén la lluvia no la inspira, solo la moja y hace que el frío sea aún más frío.
Por eso, y otras cosas más, Belén odia la lluvia. Los otros pibes, los varones que comparten con ella el rincón del mausoleo del medio de plaza Once como improvisado dormitorio le contaron que si aspirás el frío se siente menos, boluda, pero a ella no le gusta; una vez probó y estuvo vomitando todo el día. A lo mejor porque sos mina, le dijo el Ramón, que se la pasa todo el tiempo con la bolsita y el Poxi-rán en las manos. Belén cree que el Ramón siente el frío igual pero que no lo dice para no parecer un maricón.
Una vez, Belén pudo zafar del frío, de la lluvia y del hambre; un señor muy bueno la llevó a su casa cuando tenía doce años, le sirvió una chocolatada calentita y hasta le hizo un sándwich de jamón de verdad.
Desde ese día Belén ya sabe como debe pagar, extraña beneficencia gratis de precio demasiado alto, y es por eso que Belén odia tanto a los hombres como a la lluvia, el frío y los inviernos.
Pero, por suerte están los trenes. Belén los ama, le gusta todo de ellos; sus olores, el sonido de la locomotora con sus motores regulando en el andén, los extraños y coloridos símbolos que cientos de manos anónimas han dibujado con aerosol en los vagones y que Pedro, el sabiondo de la barra, le dijo que son palabras que dicen aguante Boca, esta vida es una mierda, perdonáme volvé te amo y un montón de otras cosas.
Hay días en que si no fuera por el ruido de su panza que le avisa que hay que ir a buscar comida se quedaría sentada todo el tiempo viéndolos pasar, imaginándose arriba de uno que la lleva bien lejos, a un lugar en donde siempre hace calor y que cuando llueve y te mojás te gusta y es hermoso.
Belén cumple años el 21 de Septiembre, pero los cumple ese día porque así lo decidió, porque Pedro le dijo que es ahí cuando empieza la primavera y ella dijo entonces es mi cumpleaños.
También hoy le dijo que aún faltan dos meses y que vas a cumplir los quince. Tendrías que hacer fiesta, le dice el Ramón cagándose de risa.
No sabe como llegó hasta allí, pero la tardecita la sorprende caminando por Larrea mirando vidrieras con hermosos vestidos en su mayoría de color blanco, pero el que más le gusta es uno azul que luce radiante en un local casi llegando a Mitre. Para mirarlo, nada más, piensa sin poder evitar un, pero a lo mejor…

Es muy poco probable que la historia de Belén tenga un final feliz, las chances de un festejo, de un vestido azul o un largo viaje hacia donde la lluvia inspira son casi nulas. Demasiadas Belenes y encima el cupo de milagros ya ha sido otorgado por los próximos cien años en contratación directa; si no sos amigo del que los otorga estás jodido.

Belén esta noche, y muchas otras, solo esperará que ojalá no llueva.

Elaborado para La Cuentoteca


sábado, 21 de agosto de 2010

Tiempos de juegos ( Si supieras lo que pienso)- María Pía Danielsen y Miguel Dorelo

En algún momento del juego, trasmutaron las miradas...

Tiempo de juegos- Miguel Dorelo y María Pía Danielsen

Él regresa a su casa a esa hora en que la luz del sol se retira lentamente y otras empiezan a encenderse tratando vanamente de imitarla.
Saluda a su esposa y a sus hijos, acaricia al gato.
—Amor, ya llegué, me ducho y cenamos.
—Dale, querido, preparé milanesas.
Toma dos mates antes de pasar por la ducha y de acostarse un rato antes de cenar. Apenas apoya la cabeza en la almohada comienza a imaginarse el fin de semana y un nuevo encuentro con ella. El sonido del motor de la heladera al arrancar le recuerda donde está.

Ella está sola desde hace ya un tiempo. Como casi todas las horas que pasa en su departamento. Prende la tele para no pensar demasiado. Es Jueves, y en algo así como cuarenta y ocho horas él llamará por el portero, dirá soy yo como si existiese la posibilidad de que no lo sea. Y luego el primer beso, después un mutuo como andás; evitando a toda costa referencias dolorosas a hogares actuales y pasados. Después un par de horas para el amor o algo que se le parece, otra hora para un capuchino y los reproches de siempre, mañana le cuento todo y me vengo para acá, siempre decís lo mismo, es que pienso en los chicos, y el andáte por favor final.

Luego, como todas las semanas de los últimos siete meses, se activarán los mecanismos de defensa.
Él, hará el asado dominguero y dormirá la siesta antes de ponerse a mirar el partido. Si los chicos se duermen temprano, tratará de evitar a su mujer, aplazando por enésima vez la confesión redentora que lo convierta de nuevo en hombre.
Ella, se levantará temprano y mal dormida. No podrá evitar el llanto al lavar las dos tazas con los restos de café sabiendo que una sobrará al prepararse el desayuno. Juntará coraje y llamará a alguna compañera del trabajo para que la acompañe esa tarde al cine.
Los putos domingos deberían durar mucho menos.
Por suerte el sueño acumulado le alcanzará justo para llegar a la tabla salvadora del lunes y la rutina oficinesca.

Y el miércoles a más tardar, aunque él no lo haya hecho antes, ella lo llamará y tan solo dirá te espero el sábado y colgará enseguida, no deseando escuchar su voz para aliviar aunque sea en algo el dolor.
Y la rueda seguirá girando casi infinitamente, hasta que alguno de los dos, o ambos, decidan que ya no es tiempo de juegos.


Si supieras lo que pienso… (El otro lado del juego) María Pía Danielsen y Miguel Dorelo

—Amor, ya llegué, me ducho y cenamos. Llego a esta casa de mierda y empiezo a extrañarla, carajo.
Apenas traspone la entrada escucha la voz de su mujer, esa que ya no soporta — Dale, querido; preparé milanesas. Las compré, en realidad, Ya ni recuerdo que alguna vez me gustó cocinar para vos. Si supieras que recién llego... El after office estuvo buenísimo.
Él ni siquiera sospecha que la aversión sea mutua. Y es el comienzo de la farsa cotidiana ¡Luz, cámara, acción! Actúen, actúen; el público está atento, manténganlos firmes en sus butacas, deslícenlos lentamente hacia un bonito happy end, será un éxito de taquilla. A lo mejor, quién les dice, hasta ganan un Oscar.
— ¿Alguna novedad? ¿Todo bien en el trabajo?
—Tranquilo, nada fuera de lo habitual. Porque ya es habitual hablar con Martín en el bar y me tranquiliza saber que le gusto tanto.
—Buena la comida, ¡Muy interesante este documental de Discovery Channel!
Por Dios, la ducha no me quitó su olor, tengo ese aroma incrustado en los huesos. Todavía estoy mareado, imposible tragar la comida, ¡quiero salir urgente de esta casa!
—Aja, si muy instructivo. ¿Vas a caminar, te espero en la cama? Ese gato que tanto ama… Se podría ir con el, no soporto sus maullidos ¡Ojalá dejara de verlos ya!
-Si, camino un rato. Puedes ir descansando, no te desveles ¡No puedo tocarte! Ya no deseo tu cuerpo, me cuesta tanto tener sexo aunque sea únicamente una vez por semana.
—Dale, Amor. Veo una peli hasta que vuelvas. Bueno, zafo por hoy…Me hago la dormida o le digo que estoy muy cansada. No se hasta cuando voy a aguantar sus manos en mis pechos, caderas y muslos. Eso; voy a estar profundamente dormida cuando llegues. ¿Cuándo podré salir de esto, cuando tendré el valor de enfrentarte a la verdad? Es que no quiero hacerte daño, pero no puedo sacar a Martín de mi cabeza…

Aplausos por favor: soberbias actuaciones; “Salvando a la pareja” o “Primero la familia” cualquiera de los dos títulos le vendría bien y después de todo no costó tanto.
Lástima que no sea una película.

domingo, 15 de agosto de 2010

Insomnio- Miguel Dorelo

Cuantas noches de sentirse así...

Insomnio- Miguel Dorelo

05:15 AM. Por enésima vez trato de dormirme, sabiendo de antemano que es una tarea que solo con ayuda farmacológica soy capaz de realizar.
Pago las consecuencias de mi rebeldía justificada hacia el Rivotril antes de acostarme; el maldito me hace dormir casi de corrido, pero al otro día suelo arrastrarme por la vida como un lamentable fantasma de mi mismo. Y ni que hablar de la susceptibilidad a flor de piel, como aquella vez que estuve catorce horas deprimido por el solo hecho de haberme olvidado de comprarle el alimento al gato el día anterior.
Si no puedes vencerlos, únete a ellos, decido. Me levanto y me preparo una abundante dosis de cafeína como para despertar por completo. Aprovecharé para ponerme al día con el trabajo atrasado.
06.10 AM. Enciendo la computadora y mientras se carga el sistema pienso que tendría que agregarle por lo menos un giga más de memoria. Rebusco en el cajón de la mesa de la PC buscando mi libreta de apuntes; las malditas ideas tienden a huir rápidamente de mi cabeza si antes no las tomo prisioneras en ella. Acá está. Aprovecho y anoto: debo acomodar este maldito cajón. No lo haré, pero quedará asentada la intención.
06:38 AM. ¿Por donde empiezo? A ver: cuento de, máximo, diecisiete mil quinientos caracteres con espacios. Tema: influencia de la órbita de Júpiter sobre el estado de ánimo en las novias primerizas. Comienzo a dudar seriamente sobre la salud mental de mi editor.
07: 27 AM. Tengo el título provisorio: “Dudas espaciales”, pero no me cierra demasiado, y solo pude teclear unas pocas palabras en la semana. Me preparo otro café. Me lo tomaré en el balcón; quizás alguna musa tempranera y voladora coincida en tiempo y espacio con mis neuronas estancadas.
Miro hacia fuera; extrañamente, aún está todo muy oscuro. No le doy demasiada importancia hasta que abro la puerta ventana y compruebo que no se debe a un cielo muy nublado como creí en un principio: las estrellas brillan más que nunca. Una parte de mi cerebro entra en alerta fase uno; a esta hora ya debería haber asomado el sol.
Supongo algún raro fenómeno de esos que suelen darse cada diez mil años o algo así y vuelvo a entrar.
08: 44 AM. Avanzo en el relato. Él es capitán de la nave terrestre encargada de reabastecer a la nueva colonia asentada en Calisto, uno de los satélites de Júpiter y ella hija de la supervisora científica de la base. Tengo a los protagonistas, un paso importante para empezar a desarrollar la trama.
09: 25 AM. Vuelvo al balcón, ya mucho más preocupado al ver que la habitual claridad que suele inundar mi estudio a esta altura de la mañana no hace acto de presencia. La ciudad sigue completamente a oscuras, o mejor dicho, las artificiales luces de las calles están aún encendidas en su eterna lucha contra la natural oscuridad invasora.
09: 47 AM. Todo igual. No puedo concentrarme en la historia, mis ojos son atraídos por el rectángulo negro del ventanal. Mucho más preocupado, prendo la TV para ver si hay alguna información sobre lo que está sucediendo.
No hay nada. Mejor dicho, el fenómeno es general y se está recibiendo datos de muchos lugares del mundo en que esto sucede, pero no hay explicación posible para el hecho.
10:44 AM. Primeras repercusiones: una secta del oeste de EE.UU. comunica a sus seguidores que se trata de la señal tan esperada e insta a rezar y purificarse antes de internarse en el océano y entregar cuerpos y almas al padre celestial. Casi al unísono a las afueras de Nevada, grupos cada vez numerosos se unen a multitudinarias orgías con fondo de música psicodélica. La compañía discográfica “Flower Power” reedita en forma urgente “Surrealistic Pillow” del grupo Jefferson Airplane. Las ventas se disparan, agotando la primer tirada en setenta y siete minutos.
11: 27 AM. Una de dos, pienso, o todo se va al carajo o se arregla solo. Trato de meterme de nuevo en el relato: haré que la parejita de futuros enamorados al principio se aborrezcan y peleen bastante, esto suele pasar en la realidad y es una buena estrategia para enganchar principalmente al público femenino.
01:07 PM. El televisor, que dejé encendido, llama de nuevo mi atención: desde Pekín amenazan con tomar represalias contra Estados Unidos haciéndolos responsables del fenómeno. —Todos es por culpa del escudo antimisiles creado para proteger los intereses capitalistas del imperio —Dicen en un escueto comunicado. El comité de seguridad de la ONU se reúne de urgencia.
Mientras tanto, el canal local informa sobre desmanes en el centro comercial de la ciudad. Saqueos de comida seguidos casi al instante del robo de artículos electrónicos de última generación en las casas del ramo.
02:38 PM. Suena el teléfono que está arriba de la mesita ratona. Atiendo. Apenas alcanzo a distinguir la voz histérica de Esteban, uno de mis grandes amigos que entre gritos de euforia me dice que acaba de pegarle cuatro tiros a su esposa y que estas últimas horas antes del fin del mundo las pasará con el verdadero amor de su vida. Con sorpresa y enojo le reprocho que no me haya contado que tenía una amante y le cuelgo. Pienso en mi hermana y en que tuvo el final que se merecía.
Después de todo, el llamado me resulta provechoso: cambio el título original del relato a “Sexo y muerte en el espacio profundo”. Decido darle un giro erótico policial a la trama. Sangre, sexo y muerte más una pizca de cursilería romántica suelen ser elementos a los que apelo cuando la inspiración se hace rogar. Éxito casi seguro en las ventas.
03:25 PM. Cansado de las pavadas habituales de la televisión, ni siquiera con todo este material pueden poner al aire algo más o menos potable, enciendo la radio. Parece que el fenómeno no afecta las ondas electromagnéticas ya que en este medio tampoco se nota cambio alguno en las transmisiones. En la primer emisora que sintonizo escucho un reportaje a, supongo, un científico o astrólogo que está dando datos empleando términos que suelo utilizar en mis cuentos pero que nunca les había otorgado la importancia que este buen señor parece entender que tienen; por lo que pude colegir su teoría con respecto a lo que está sucediendo es que la aparente ausencia del sol no es tal sino que se debe a una ilusión óptica debida a la conjunción del “Efecto Doppler”, cambios en las ondas luminosas, que sumada al exacto momento en que la “Constante de Hubble”, velocidad de expansión del universo, más el “Apogeo”, máxima distancia del Sol con respecto a La Tierra crean esta ilusión del sol que no aparece. —El Sol está, solo que no lo podemos ver —concluye.
Otras radios comienzan a reproducir el reportaje. Cuando la televisión se hace eco de la noticia, términos que suelen utilizar cuando roban lo pergeñado por otros, comienzan a difundirla como “la teoría del sol negro” y casi siempre es acompañada con los acordes de “Así habló Zaratustra” como banda improvisada de sonido.
04:07 PM. Con la acidez amenazando con destruir por completo mi estómago, descarto el enésimo café y me preparo uno de mis tés saborizados preferidos: frutos rojos del bosque. Soy un verdadero fanático de esta infusión aunque debo muchas veces ocultar esta afición entre mis amistades ya que debido a ella se me ha catalogado como de dudosa hombría y hasta de poco confiable. La gente está llena de prejuicios. No voy a hacerme cargo de ello.
Vuelvo a mi relato: el capitán da un giro en su fisonomía y ahora ya no es un joven rubio y de ojos claros, de facciones suaves, voz melodiosa y alma poética como lo había imaginado en un primer momento. Es ahora muy robusto, algo tosco, bastante mayor y de raza negra. Ella continúa conservando su extrema juventud pero le he adosado unas protuberantes tetas y un culo digno de figurar en una enciclopedia de cómo debería ser obligatoriamente una mujer. De solo imaginarme el primer encuentro entre ellos comienzo a excitarme. Espero que a los lectores les pase lo mismo.
05. 23 PM. En un comunicado conjunto de varias ONG´s totalmente independientes auspiciciadas por diversas multinacionales del primer mundo, desmienten por completo la “teoría del sol negro”, basándose principalmente en que el autor de la misma, un funcionario estatal valenciano, se declara autodidacta y aficionado a la astrología y la ciencia ficción.
06:02 PM. En un arranque de inspiración escribo de una sola vez doce mil ciento siete caracteres del relato. Dos tremendas erecciones como hace mucho tiempo no tenía se manifiestan durante la escritura de un par de pasajes de otros tantos encuentros amorosos entre mis dos protagonistas principales. Es una buena señal, siempre que me sucede esto la cosa resulta en que vende muy bien y recoge buenas críticas. Para festejar me preparo un té de durazno, mi segundo preferido.
Afuera, la oscuridad sigue reinando. Ahora ya un poco más distendido por el avance en el cuento, comienzo a sentir un poco de temor por tanta oscuridad toda junta.
06:44 PM. Las esperanzas de que todo vuelva a la normalidad se desvanecen cada vez más.
Comienzo a sentir el cansancio de la presión que mis pobres cuerpo y mente han tenido que soportar durante estas horas aciagas. La no aparición del sol, pero por sobre todo el trajín que ha significado trabajar contra reloj ha acabado con mis reservas físicas y morales. Convertido en un zombie, me voy a mi habitación con la intención de descansar media hora en mi cama, mi fiel compañera, siempre dispuesta a recibirme sin ninguna otra queja que ese pequeño ruido que emite el elástico cuando me apoyo en ella. Jamás pude decir lo mismo de una que otra mujer que ha pasado por mi vida. Me doy cuenta que estoy excedido de peso. Mi mente genera automáticamente otra promesa vana: mañana empiezo a cuidarme con las comidas.
08:27 AM. ¡La puta madre que me parió! ¡Me quedé dormido! Lo primero en que pienso es en que estará pasando con la raza humana en este nuevo mundo en perpetua oscuridad; lo segundo es que me estoy meando encima. Me levanto y corro hacia el baño. Apenas salgo al pasillo un rayo de sol me da de lleno en los ojos. La sorpresa me paraliza. Me orino en los pantalones que aún llevo puestos de la noche anterior.
Aún no he reaccionado del todo cuando escucho la inconfundible voz de Homero Simpson instándome a que atienda el teléfono. Estos ringtones son de lo más ridículos y uno termina convirtiéndose en cómplice de tanta ridiculez. Atiendo. Es mi editor.
— ¡Pedazo de infeliz, escritorzuelo de cuarta! ¡Hace una hora que tendría que estar tu patético trabajo al que seguramente tildarás de relato en mi escritorio! Me encantaría escuchar por medio de tu acotadísimo manejo de la palabra una explicación del por qué eso no ha ocurrido.
—El sol…la oscuridad…mi hermana y mi cuñado…el fin del mundo…—balbuceo.
— ¡No te digo! ¡Infradotado! Ya se solucionó todo. Al final el gallego ese tenia razón y el sol siempre estuvo. Nos tendríamos que haber avivado por la temperatura ambiente; si hubiese desaparecido estaríamos todos congelados o vaya a saber que otras mierdas.
Pero volvamos a lo nuestro ¿Qué hacemos con el cuentito, eh?
—Lo tengo listo, no te preocupes que va a ser un éxito. Ya salgo para allá.

Algunos miles de muertes por suicidios y crímenes varios que serán compensadas y superadas con creces por los nuevos seres humanos engendrados en estas horas de libre albedrío y desenfreno al que se volcó gran parte de la humanidad en estas horas de incertidumbre, material para miles de horas de noticieros de radio y tv, películas y libros sobre el tema, toneladas de merchandising, varios millones de conflictos personales que solucionar y poca cosa más quedará de todo el asunto este. El tiempo todo lo puede y todo lo devora.
En mi caso personal, fue toda una bendición: después de muchos años de insomnio crónico, fue la primera vez que dormí más de doce horas seguidas sin ayuda química. La primera vez es la que cuesta, dicen. Estoy seguro que el puto insomnio es cosa del pasado.

¡Rivotril! ¡Te podés ir la puta que te parió!

Elaborado para La Cuentoteca
Un tema del álbum agotado en pocas horas.

jueves, 5 de agosto de 2010

Milf- Miguel Dorelo

Quizás, quién sabe...

Milf- Miguel Dorelo

No es solo sexo. También; pero no solo sexo.
Conectarse. Volver a sentirse viva. Estar segura de algo, aunque no sepa bien de qué.
Hombres.
Hombres jóvenes, hombres maduros, hombres casi viejos. Hombres.
También, búsqueda. De compañía, de sentir que todavía se puede.
Deambulando por bares del centro a la tardecita, con el suéter ajustado marcando pechos aún firmes, aptos, dispuestos.
Y a la noche en el chat, fingiendo un poco de inocencia y otro poco de audacia, jugando en el límite, tirando de la cuerda, insinuando intenciones, recalcando virtudes, ocultando defectos, mintiendo lo necesario.
Llenar vacíos en cada cita con vacíos en compañía que indefectiblemente volverán a hacer girar la rueda.
Príncipe azul, amante perfecto, compañía para esas tardes vacías o alguien que cambie la lamparilla que se quemó en casa. Pretensiones decantándose con desilusiones sin solución de continuidad.
Patética amante aspirante a esposa.
Una y otra vez el peligroso jueguito de prueba y error, los márgenes acotándose, el tiempo que corre más aprisa de lo deseable y encima esas arrugas que, está segura, ayer no estaban.
Y aquél sentimiento de angustia, ese vacío en el pecho mal combatido con un porrito o un Rivotril antes de acostarse otra vez sola en la muy inmensa puta cama de dos plazas heredada de otros tiempos.

Pero mañana será otro día y a lo mejor, quién sabe…

Elaborado para La Cuentoteca

Tori Amos, una Milf de la que estoy enamorado.

MILF. Mom I´d Like to Fuck, o algo así como "Mamita que me cogería"



lunes, 2 de agosto de 2010

Los últimos segundos- Miguel Dorelo

Esos últimos segundos antes que Ella venga a buscarnos...

Los últimos segundos- Miguel Dorelo

Cuando le hicieran la autopsia los médicos se encargarían de averiguar el calibre y la trayectoria del disparo; no era algo que le preocupase sobremanera en estos momentos.
Eso sí; se daba perfectamente cuenta que estaba agonizando y ya no le quedaban fuerzas ni voluntad para resistir al llamado de La Parca.
–Adiós, adiós a todos. Fue lindo mientras duró, lástima morir tan joven—fueron sus últimas palabras en este mundo.
Luego, lentamente y borrosamente al principio, imágenes del pasado comenzaron a desfilar en su mente. Nunca había creído en el tan trillado asunto ese que los escritores de novelas baratas utilizaban tantas veces para resolver agujeros de tramas incoherentes con personajes agonizantes y poco creíbles, pero estaba comprobando en persona que esto era lo que realmente sucedía en los últimos instantes de vida.
Se vio a si mismo muy pequeño, seis o siete años, con su guardapolvito blanco terminando de tomar la leche, comiendo una tostada con manteca y miel, a su madre dándole veinte centavos para que se comprara algo en el segundo recreo y a su papá diciéndole apuráte Pedrito que vamos a llegar tarde. Recordó, sobre todo, la felicidad sencilla de esos tiempos.
La cara de Anita, su primer amor, la de quinto “c”, y sobre todo el día que ella le mandó un papelito con una amiga en donde había escrito los nombres de ambos dentro de un corazón muy rojo.
Y a los diecisiete, su debut sexual con su prima Carla, algo mayor que él. Ese único encuentro, cuarenta y cinco minutos que le bastaron para enamorarse y que luego le significaron años de sufrimiento recibiendo la indiferencia de aquella mujer maldita.
Una tras otra las imágenes pasando sin solución de continuidad: su primer trabajo luego de terminar el colegio como ayudante en un taller mecánico, luego panadero, vendedor de lencería erótica a domicilio, su mejor época sin dudas, y al final el pequeño negocio de ventas de artículos de computación.
Otras novias, un par de esposas e igual cantidad de divorcios. Tres hijos, dos nenas y un varón. Luego los nietos, el retiro del negocio dejando a cargo a Esteban, su hijo y en los últimos años dedicándose a su pasatiempo favorito: coleccionar sobrecitos de azúcar con aforismos impresos en ellos.
Miles de imágenes y sonidos, alegres y tristes, hasta llegar al estruendo del disparo y el dolor de sentir el impacto entrando por su pecho. Enseguida la enorme mancha roja esparciéndose sobre aquella blusa recién estrenada, la caída al piso y a pesar del momento angustioso tener el pudor de acomodar su falda en su quizás último acto de coquetería.
Y por fin, un clic final en su mente ya casi sin conciencia.
Yo no me llamo Pedro, razonó;mi nombre es Romina, la puta madre. Y estoy segura de ser heterosexual, jamás me enamoré de ninguna Anita y mi debut fue, eso si a los diecisiete, pero fue después de una noche en un boliche de Ramos, bastante borracha y con un pibe que conocí ese mismo día. Y sobre todo, eso pasó hace menos de cinco años. Mi único trabajo hasta aquí ha sido de promotora para varios productos e ir de casting en casting para ver si puedo entrar a la tele.
¿Qué carajo está pasando acá?


— ¡Te lo dije, inútil! —se escuchó el grito en todo El Cielo —¡No me pongas en la Sala de Control de Imágenes Finales al estúpido del Arcángel Miguel! Quedó mal después del asunto aquél de haber quedado afuera de la tarea de hacer sonar la trompeta en el Juicio Final porque no pegaba una nota el maldito sordo.
Está claro que se confundió de video tape y le pasó a la muchacha el que correspondía al viejo de la otra cuadra que le dio un infarto casi al mismo tiempo en que ocurría el asalto al banco donde esta chica recibió la bala perdida. Si yo lo había planificado así, así tendría que haber sucedido, mierda. Mis motivos serán inescrutables pero son míos.
Ahora no me queda otra que salvarla y tendré que aguantar las boludeces de todos los noticieros de tv hablando de milagros.
¿Es posible que tenga que estar en todos lados?

Elaborado para La Cuentoteca