sábado, 16 de octubre de 2010

Cuestión de enfoque- Miguel Dorelo & Sergio Gaut vel Hartman

Hasta lo peor puede tener su lado positivo...

Cuestión de enfoque – Miguel Dorelo & Sergio Gaut vel Hartman

—Actitudes como estas son las que hacen andar el mundo, en el buen sentido —dijo Ángel palmeando el hombro del inspector de policía—. Gente como usted, que ve cosas positivas en aparentes negatividades.

— ¿Le parece? —Ordoñez miró a su interlocutor con el ceño fruncido—. Yo creo que su comentario es infructuoso y que su situación es irreversible.

—Pero si me hubiesen tocado en suerte más personas como usted en mi vida, yo sería totalmente distinto a esto que soy y por supuesto, no me habrían asesinado la semana pasada. —Ángel meneó la cabeza—. Pero ese es un tema que me resulta doloroso tratar ahora; no quiero andar dando lástima al pedo... Aunque si veo que puedo sacar algún beneficio de ello, más tarde le cuento por qué y cómo me mataron.

—Provecho para usted, no veo. Pero a mí no me vendría nada mal esclarecer su caso. Capaz que me ascienden y todo…

lunes, 11 de octubre de 2010

Una muy delicada situación- Miguel Dorelo

 Una cuestión de química...
Una muy delicada situación- Miguel Dorelo

Ella llegará en media hora.
Tomo la mágica pastillita azul.
Empiezo a sentir su efecto.
Suena el teléfono.
Es ella.
—No voy  a poder ir —dice entre sollozos —acaba de morir mi madre. Te espero ya en el velatorio.

lunes, 4 de octubre de 2010

Nipkcril- Miguel Dorelo





Nipkcril- Miguel Dorelo

Podría asegurar que la de esa noche fue una noche como casi todas mis noches, con mis eternas dificultades para conciliar el sueño, con mi mente divagando hasta límites en que realidades y fantasías cotidianas se entremezclan de esa forma en que uno llega a dudar de cuáles son unas y cuáles otras. Nada fuera de lo normal.
Nipkcril. La diferencia de esa mañana, de ese despertar, fue esa palabrita adueñándose por completo de mis sentidos. No exagero. La escuchaba, la olía, la palpaba, la veía, la gustaba.
¿Ustedes saben qué significa “nipkcril”? ¿No? Bueno, yo tampoco, jamás la había escuchado o leído antes.
¿Qué hubiesen hecho ustedes de haberles sucedido algo así, despertarse una mañana invadidos por una palabra? Exacto, eso mismo hice yo: me levanté, encendí mi PC y tecleé rápidamente la dichosa palabrita en el buscador. Nada, “la búsqueda de nipkcril no obtuvo ningún resultado”.
Podría haberlo dejado pasar, pensar en un mal sueño o en los vericuetos insondables de la mente, bastantes problemas mucho más “tangibles” me acosan en estos días, pero el dichoso vocablo no parecía querer dejarme en paz; acá estoy, no pienso abandonarte, tengo una misión que cumplir, nipkcril, nipkcril, nipkcril, parecía decirme.
Y no la cosa no mejoró, más bien todo lo contrario: a medida que pasaban las horas y luego los días el deseo de desvelar lo que fuera sobre la dichosa palabra se fue adueñando de mi mente de una forma que empezaba a preocuparme seriamente. Se agravaron mis trastornos del sueño, empecé a perder el apetito y una gran ansiedad fue acorralándome: tenía que encontrar una solución pronto o de lo contrario todo este asunto podía terminar muy mal.
Comencé por enviar correos a todos mis contactos que estuviesen relacionados con la literatura, tanto escritores como lectores compulsivos, especialmente a aquellos que sabía fanáticos de la ciencia ficción: quizás nipkcril fuese el nombre de alguna raza alienígena o algún planeta surgido de la imaginación de no sé, Ballard, Asimov, Sturgeon , Lem o los Strugatski. Todo sin resultados positivos; ni siquiera Sergio H., un especialista en el tema tenía ni la menor idea sobre el significado de la palabra.
Intenté luego con otros idiomas, siempre con la ayuda de Internet; polaco, albanés, lituano, búlgaro, malayo, yiddish. Horas y horas ante el monitor y el teclado: arameo, alemán, griego, dialectos indígenas de diversos pueblos africanos y de Oceanía, varias versiones de la Biblia, enciclopedias temáticas, libros esotéricos y científicos. Hice mi último intento con un catálogo completísimo de nombres comerciales de todas las épocas que algún trasnochado se había tomado el trabajo de compilar. Nada de nada.
Finalmente, luego de tres meses de obsesiva búsqueda tomé la decisión que, ahora soy conciente de ello, salvó mi vida. Con veinte kilos de menos, casi sin fuerzas para nada y dejando de lado mis convicciones sobre el tema pedí un turno con un psicólogo que ofrecía sus servicios mediante un aviso en una página web en la que había entrado más de una vez en busca de algún dato que me sirviera en mi desesperada búsqueda, un corto llamado telefónico que resultó ser el más importante de mi vida.

Han pasado seis meses, el tratamiento gracias a dios por fin ha dado los resultados buscados y aunque por ahora debo seguir con la medicación y un estricto control semanal me siento casi en paz conmigo mismo. He recuperado peso y me siento fuerte nuevamente. He podido comprender en lo sustancial el término “obsesión compulsiva” y los peligros que esto acarrea y ahora recomiendo a todo aquél que lo necesite o crea necesario que deje de lado prejuicios como los que yo he tenido y consulte a un buen especialista cuando vea que necesita esclarecer sus dudas, sus miedos más íntimos o cualquier otra clase de pensamientos que pueden resultar malsanos si tratan de resolverlos en soledad; por lo menos a mí me dio resultado.
Anoche, por fin después de largo tiempo he podido dormir durante varias horas seguidas casi sin sobresaltos y hasta tuve un sueño.
Esta mañana, mientras desayunaba y al morder la tostada recordé lo soñado: ¿Que querrá decir “lirckpin”?