viernes, 30 de marzo de 2012

Reivindicación femenina- Miguel Dorelo


Reivindicación femenina- Miguel Dorelo

Al final en cierta forma  me convenció. Seré un poco troglodita pero también tengo mi lado tierno y tan duro para entender no soy, solo hace falta que me expliquen las cosas despacio y bien claro.
Ella me habló de que siempre fueron menospreciadas desde el comienzo mismo de la historia de la humanidad, algo del yugo me dijo, esta parte no la entendí muy bien. No quise preguntarle qué carajo era eso para no quedar como un ignorante, pero se ve que estaba convencida de lo que decía. Me nombró a unas cuantas minas que ahora no me acuerdo los nombres que según ella  habían luchado por la reivindicación y la igualdad y que la habían pasado bastante mal por eso, pero que gracias a ellas algo se había avanzado. Yo la escuchaba atento y comprendía casi todo lo que me decía, pero no podía darme cuenta adonde quería llegar.” Por suerte ahora contamos con más armas para defendernos”, me dijo y confieso que ahí me asusté un poco. Al ver mi cara se ve que se avivó y me aseguró que era una manera de decir. Me quedé más tranquilo, pero no del todo. Lo que me sacó un poco y tuve que morderme para no andar discutiendo fue cuando largó eso de que “todos somos iguales y tenemos los mismos derechos”. Siguió con que a igualdad de responsabilidades debían cobrar igual, que sobre sus cuerpos mandaban ellas y podían hacer lo que se les cantara y después se mandó con cosas que dijo que eran consignas: “nunca me convencerán de no usar forro”, “Si me acuesto con muchos tipos no tienen por qué llamarme puta” “si me gustan las mujeres no tiene que darme vergüenza” y otras más. Ahí la enganché, pero no le dije nada, a veces soy todo un caballero: esas fracesitas yo las había leído en el Facebook y ella las repetía como un loro.
Después se puso un poco triste y ahí me pudo, sé que es una buena mina a pesar de todas esas cosas que se le meten en esa cabecita loca; terminó diciendo que a veces estaba tan cansada de pelearla en forma despareja con esta sociedad que sería mejor si no pensara tanto.
Yo le dije que siempre se lo decía eso, pero que tampoco es que estuviese tan mal, que si ella creía en esas cosas debía hacer lo que mejor le parecía y no entregarse. Ahí me sonrió y se le pusieron los ojitos brillantes y me mató del todo.
— ¿Entonces es si? —se aprovechó la desgraciada.
—Está bien —le dije —Hoy te pongo de tres, pero mirá que es la semi-final y a la primer cagada que te mandes te saco.
 A pesar de que la amo con toda mi alma sigo pensando que las mujeres no sirven para el futbol.

martes, 20 de marzo de 2012

Un hombre debe hacer lo que debe- Miguel Dorelo



Un hombre debe hacer lo que debe- Miguel Dorelo

¡Estaba seguro! ¡Reverenda hija de puta! Hice bien en seguirte.
—Vuelvo tarde, me voy a casa de mi tía en Florencio Varela que hace mucho que no la veo, no me esperes levantado—dijiste.
Mirá vos a tu tía Marta, parece un chongo de esos que andan por ahí cagándole la vida a la gente con sus lindos ojos claros, su ropita de marca, su cuerpo trabajado en gimnasio de barrio norte y su pelito al ras como si hubiese vuelto la colimba. Puta de mierda, hacerme esto a mí, que te di todo, que me rompo el culo trabajando para que no te falte nada. Mi vieja me lo había advertido: nene, esa chica no te conviene, me dijo cuando las presenté. Y yo, como un boludo, te defendí. Y es que te amaba, basura. Aún te amo. Te amo, pero no como vidrio, nena; demasiadas salidas sola, demasiados afeites cada vez que lo hacías, demasiada ropita interior sexi que comprabas con mi guita, la concha de tu madre. Pero, cometiste un gran error, te olvidaste que soy un hombre.
Y acá estamos, los dos. O mejor dicho, los tres. — Andá, andá tranquila, yo me preparo cualquier cosa para morfar y me acuesto temprano, hoy tengo un día de mucho laburo y voy a llegar muerto. Saludos a tu tía —te dije. —Te dejo algo preparado —contestaste. Se ve que te remordió un poco la conciencia. Pero tu calentura pudo más, claro; y allá fuiste, a coger a pata revoleada. Pero las vas a pagar bien pagada, me vas a conocer, mal parida.

Me la aguanté, sabés que soy un tipo con paciencia. Planeé todo hasta el más mínimo detalle, te dejé que te confiaras, en el fondo sos bastante tonta, no podía equivocarme en mis sospechas: era muy evidente que tenías un macho. Me asesoré, no soy un improvisado, un amigo que sabe de estas cosas me dijo que lo puedo hacer tranquilamente, que zafo sin grandes consecuencias, que los agujeros legales para estos casos son lo suficientemente amplios para garantizarme impunidad. En cambio vos… De esta no volvés.

¡Reventada! ¡A ese telo íbamos de novios! ¡No podés ser tan guacha! Y no perdés la costumbre, estaba seguro de que sería así, sos tan obvia. Desde pendeja fuiste exhibicionista, te gusta dejar la ventana abierta cuando estás cogiendo, contaba con ese detalle, pelotuda. Y ahora te tengo en la mira, los tengo en la mira, al tarado ese que se debe creer la reencarnación del marqués de Sade también. Una pequeña presión con mi dedo índice y chau.

Está hecho. Un gran alivio, eso es lo que siento en este momento, nada de remordimientos, vos te lo buscaste, está bien claro que la víctima real soy yo. Lo hubieses pensado antes de hacerlo.

Prendo la PC, entro en tu Facebook, nunca sospechaste que conocía tu contraseña, cargo las fotos que les acabo de sacar en tu muro. Tres mil trescientos amigos, muchos más que vos, te gustaba decirme. Vamos a ver qué tipo de comentarios te dejan, estúpida. Tres mil trescientos tipos y tipas, todos tus parientes, incluidos tus hermanos , tu padre y tu madre viendo cómo te la ponen por atrás. Te vas a tener que abrir otra cuenta con seudónimo. ¡Qué sabrás vos lo que es un verdadero hombre como yo, con las bolas bien puestas!

sábado, 17 de marzo de 2012

Unidos o dominados- Miguel Dorelo


Unidos o dominados- Miguel Dorelo

— ¡Gracias, compañeros! ¡Hasta la victoria siempre! —concluye Juan.
—Estuvo buenísimo, te felicito —le comenta Pedro saliendo del local del partido.
—Gracias, loco. Tenemos que unirnos en la coherencia, si no nos comen estos yanquis desgraciados.
— ¡Eso! —Apoya Miguel—. ¡El pueblo, unido, jamás será vencido!
— ¿Nos encontramos más tarde y la seguimos? —propone Pedro.
—Dale, ¿dónde?
—En el Burger de Corrientes y Esmeralda. ¿Les parece?
—No, mejor en McDonalds. El Big-Mac viene en combo con una Coca, Frenys y después un Sundae; quedo pipón.
—Okey, nos vemos allá.
—No money —dice Miguel.
—Yo te banco, ayer vino my sister de Miami y trajo dólares a montones.
—Conmigo no cuenten —acota Juan—: esta noche por ESPN pasan la final del Super Bowl entre los Colts de Indianápolis y los Bears de Chicago. No me lo pierdo ni en pedo. ¡Go, go, go!

Moraleja: jóvenes revolucionarios argentinos eran los de antes.

jueves, 8 de marzo de 2012

Exactamente como me enseñaron- Miguel Dorelo


Exactamente como me enseñaron- Miguel Dorelo

En algún momento uno debe decir basta, hasta aquí llegué.
El hastío llega sin avisar, a veces antes, a veces después, pero cuando al fin lo alcanza a uno lo único que queda por hacer es decidir que hacer con él.
¿Por qué hacerse cargo de los errores ajenos?
Los finales suelen sor tristes, dejan interrogantes que solo podrían haber sido dilucidados cambiando la condición de serlo: yo no pedí que me mandaran ahí. Ellos son los responsables principales de todo este presente angustiante que me está tocando vivir. Y cuando digo “ellos” me refiero a todos y cada uno, desde mi superior directo, ese que por lo menos estuvo en el frente conmigo, hasta todos esos cerdos que decidieron cómodamente sentados en sus sillones ergonómicos, apoltronados en sus amplios despachos con aire acondicionado y secretarias top dispuestas a satisfacer todas sus exigencias, manipulando impunemente vidas ajenas, jugando con fragilidades cual crueles niños traviesos. Y los que fueron a festejar a la plaza, con sus hijos en los hombros y sus emocionadas voces entonando el himno.
Frío, calor, podredumbre, hambre, impudicia, pérdidas  irreparables, odio, mucho odio; casi tanto como miedo. Nada de gloria, valor, amor a la patria o todo ese palabrerío que usan los que no les toca estar allí; una auténtica y contundente, grande, enorme mierda. Ya surgirá algún trasnochado cineasta que conforme al público con una gran película que ganará muchos premios y hará llorar ante la pantalla a espíritus sensibles, con una buena y adecuada banda de sonido, con primeros planos de rostros compungidos excelentemente actuados, banderas flameando, medallas póstumas en actos rimbombantes y reencuentros familiares con llantos y sonrisas dosificados en su punto justo.
Pero, mientras tanto algo se fue de madre, no salió como fue planificado, el sistema no lo contempló. Y acá estoy, porque quiero y a mi pesar, porque no hay forma de que no esté. Desde esta altura, la plaza luce casi hermosa, el sonido de los autos no deja escuchar los pasos de los cientos de personas que la cruzan, aún menos los susurros entre besos de una parejita que sentados en aquél banco de madera seguramente planifican un futuro juntos o los gritos de aquel  hombre que en rincón y ante el desinterés de los transeúntes mencionará una y otra vez las palabras dios y salvación. Todos ellos ya fueron juzgados y condenados, sin derecho a apelación, con el contundente antecedente de simplemente ser parte de ese monstruo llamado humanidad; soy el abogado defensor, el fiscal, los testigos; los peritos de parte, el jurado, el señor juez, los televidentes que siguen atentamente el caso tomando mate en sus cocinas. La sentencia debe cumplirse.
 Ajusto la mira, apunto a uno de los puntos más vulnerables, exactamente entre los ojos, exactamente como me enseñaron.

Imagen: La guerra- "La cabalgata de la Discordia"- Henri Rousseau

jueves, 1 de marzo de 2012

Una mujer debe servirse en su punto justo- Miguel Dorelo


Una mujer debe servirse en su punto justo - Miguel Dorelo

Unos consejos para una de esas noches en que ser un buen anfitrión es indispensable si queremos tener una excelente cena con la mujer de nuestros sueños.
Lo esencial, por lo menos en estos casos, no debe ser invisible a los ojos: ella debe verse lo más apetitosa posible y estar convenientemente fresca; en lo posible deberá ser sacrificada como máximo un par de horas antes de servirla.
Su aroma también es muy importante, una hermosa mujer oliendo mal echa por tierra toda pretensión de pasar una velada agradable. Sus efluvios naturales no deben exceder en demasía los límites sabiamente aconsejados en el “Manual de olores y sabores de una mujer promedio”. Un buen consejo: sumergirla durante treinta minutos en agua bien fría y otros quince en agua lo más caliente posible sin que llegue a sancocharze, ella no se quejará, para eliminar todo vestigio de perfumes y desodorantes que haya utilizado para impresionarnos.
Presentación del plato y con que acompañarla:
De estar ella tuneada de colegiala a pesar de una edad un tanto avanzada, una buena gaseosa cola, Coca o Pepsi, usted decide, sería a luces vista una excelente idea. Una guarnición de papas fritas, algo de mostaza o ketchup y unos pancitos saborizados otorgan el complemento ideal para un mayor disfrute.
En caso de inclinarse por algo más tradicional, bien podría ella estar envuelta en una fina capa de seda color negro, tanto sea en forma de vestido largo o en su defecto minúscula lencería de color blanco o beige. De todas maneras, resulta conveniente despojarla de sus prendas antes de someterla a la cocción necesaria, luego y con el debido cuidado para evitar que se deshaga antes de servirla podremos volver a vestirla para una mejor presentación del plato. Es imprescindible en este caso un buen vino.
 A pesar de que una buena mujer debería ser suficiente para darnos por satisfechos (debería sobrar), podemos acompañarla con unas zanahorias al queso parmesano  o una guarnición  de bolas de calabacín, lo que añadiría al plato el toque erótico y/o afrodisíaco.
Por último recuerden no servir jamás una mujer acompañada con pescados, sean estos de mar o río y mucho menos con cualquier tipo de crustáceos. Evitar sobre todo el bacalao; jamás se deben superponer gustos y olores semejantes.
Eso es todo: reserven a su compañera de esa noche con anticipación y traten de que no haya estado contaminada con algunos de esos químicos que suelen utilizar para adelgazar  o dormir. Y recuerden que si les sobra, una dama que haya gozada de buena salud se puede conservar debidamente trozada hasta seis meses en el freezer.