El
cortejo en H-5240- Miguel Dorelo
En
H-5240 no todo es lo que parece; hay cosas que sí y cosas que no, y a veces se
hace muy difícil distinguir entre las que son especialmente hábiles en el arte
del camuflaje cuál es su verdadera esencia. Y esta característica, aunque no exclusiva de H-5240, por estos lados toman
visos muy peculiares, vale tanto para objetos, animales, plantas o personas.
Como
para que se entienda, hablemos un poco sobre los pájaros del lugar, comentemos
sobre sus curiosas técnicas de vuelo, sus charlas rozando lo inverosímil o sus
costumbres sexuales a medio camino entre la promiscuidad y la pacatería. Bajo
la atenta mirada del espécimen hembra, el macho suele comenzar el cortejo
inclinando su cabeza a exactamente 47 grados con respecto a la distancia media
entre el pico de la adulada y su propia ala izquierda; luego, efectuando un
rápido giro emprenderá un veloz ascenso hasta alcanzar el pico máximo de altura
de antemano convenido con los progenitores de su pretendida, el respeto para
con los probables futuros suegros es ineludible en H-5240. A continuación, y
dentro del lapso de tiempo promedio logrado por los otros cuatro amantes de la
pájara (he aquí la parte promiscua de las relaciones amorosas practicadas por
los pájaros de H- 5240), deberá posarse
sin apartarse ni una décima de milímetro en la séptima rama del lado izquierdo del añoso sicomoro que a la sazón habrá
precedido toda la ceremonia y aguardar estacionado allí la decisión de su amada. Esta podrá
tomarse todo el tiempo que crea conveniente para dar su veredicto, por lo
general sin siquiera prestar la más mínima atención a los esfuerzos del
pretendiente e inclusive no dar ninguno al grito de “¡Pero, que pedazo de
pelotudo!” “¡Por qué no te dedicás a hacer malabares, infeliz!” O cualquier
otro bocadillo que crea adecuado.
En
H-5240 ser pájaro hembra tiene sus privilegios.