
Mujer líquida- Miguel Dorelo
Llegaste a mi justo en aquél período de sequía que, ya empezaba a sospechar,estaba durando demasiado.
—Creo que te estuve esperando todo este tiempo —pensé, pero no me animé a decirtelo.
Desnudo y muy dispuesto, me entregué por completo.
—Voy a mojarte todo—me advertiste —después no valen quejas ni lamentos.
—Está bien —acepté.
No alcanzaste a empaparme; solo humedeciste un poco mi alma.
Sin embargo, tenue garúa, a veces, tan solo a veces y sobre todo algunas noches, extraño tu deslizar sobre mi cuerpo.
Exclusivo de La Cuentoteca
Últimamente está viendo lluvia en todas las cosas. O bien, al revés... o bueno... usted me entiende...
ResponderEliminarLa culpa es del amigo Javier; él me invitó a escribir alguna cosita corta para su blog ( compartido con la amiga Oriana y otros),excelente por cierto,en el que el tema era la lluvia. Este relato es una ampliación de un pequeño concepto esbozado en dicho sitio.
ResponderEliminarÚltimamente estoy muy húmedo.
Muy poético, Miguel,me encantó: muchas veces, con sentir el alma húmeda alcanza, y la tenue garúa es mucho más placentera y deseada, que un aguacero.
ResponderEliminarSituaciones meteorológicas de lado, aplausos complacidos y románticos para vos
Gracias, María. Estoy en un período muy romántico y me salen estas cosas.
ResponderEliminarLa tenue garúa puede ser muy agradable, es cierto.
Es probable que ande más nostálgica de la cuenta, pero no, son tus letras.
ResponderEliminarQue siga tu lluvia, que me gusta.
Abrazos.
Gracias Clarice. Yo creo que debe ser más bien tu nostalgia la que te hace sobrevalorar mis letras.
ResponderEliminarY no sé...Por ahí ya es hora de un poco de sol, si no me voy a poner tan melancólico que ya no me van a reconocer en mi barrio.