viernes, 27 de agosto de 2010

Tan solo un café- Miguel Dorelo

4 comentarios:

  1. Si ese fuera mi caso, mi esposa ya no tendrìa dedos. Muy bueno el cuento (como siempre)

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  2. Gracias, Antonio. Las mujeres son adorables e imprescindibles, pero a veces se extralimitan y hay que hacerles entender que hay prioridades.Dedos hay muchos,el último bombón es obviamente uno solo.

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