Duda Zombie- Miguel Dorelo
—Dígame la verdad, doctor ¿Yo estoy vivo o muerto,eh?
—Depende de cómo se lo mire ¿Usted como se siente?
—No sé, doctor. Para eso vengo acá, para que usted me lo diga. Mis buenos pesos me está costando esta terapia; diga que de vez en cuando me gano algún pesito como extra de cine si no sí que estaría muerto en el concepto más amplio de la palabra.
—Su estado final será siempre el que usted decida, yo tan solo soy un intermediario entre su yo inconsciente y su otro yo real. Su yo de usted, por supuesto.
—Si…pero ¿Estoy vivo? Esta duda me está matando…Aunque si en realidad estoy muerto esta duda no podría matarme porque obviamente… ¿Ve, ve? ¡La puta que me parió! Estoy tan confundido…
—No se preocupe que para eso estoy yo.
— ¿Para estar confundido? ¡Esto es una lisa y llana estafa!
—Para ayudarlo, gaznápiro mutante, para ayudarlo.
— Y ayúdeme entonces, carajo.
—Para eso estoy…Dígame como se siente.
— ¡Muerto, me siento muerto! ¡Me tiene harto con sus boludeces!
—Sin embargo yo diría que su reacción evidencia que usted está más vivo que nunca, aunque por supuesto la palabra final la tiene usted, yo solo soy un intermediario entre su inscon…
El ataque fue sorpresivo y letal, fiel a su naturaleza, ni vivo ni muerto, el zombie no pudo reprimir aquél ansia irrefrenable de comer cerebros humanos, aunque esta vez en especial era muy probable que el motivo principal haya sido no escuchar más al sujeto insufrible este. Y no tener que pagar la consulta, claro.
Pero, al tragar el primer bocado sintió la extraña sensación de estar cometiendo un grave error; este cerebro en especial no podía ser más que de una alta toxicidad, aún para su organismo fuera de lo común.
Comenzó a sentir fuertes dolores abdominales y a marearse.
—Debo empezar a cuidarme con las comidas —alcanzó a balbucear antes de perder el sentido.
Exclusivo de La Cuentoteca
10 comentarios:
un humor de una toxicidad exquisita, permitame decir.
un beso
El irresistible encanto de los zombies...
Gracias, Aída. Tan tóxico como el cerebro de un psicólogo.
Otro beso para vos.
Se lo pensaba dedicar, don Pisarro, pero me pareció medio chupamedias. A usted y a un compañero del grupo, español para más datos, de nombre Vicente y que está ganando plata y todo con este tema. Sus cuentos lo merecen. Fíjese, don mp, que acá, en el costadito está el link hacia el blog del galaico.
Otro beso. ( hoy estoy por de más de cariñoso).
Humor inteligente.
gracias Miguel
Gracias, Chely. Fue sin querer. Lo de inteligente, digo.
Y acordáte que en Marzo, La Cuentoteca podrá ser leída hasta en el baño y sin necesidad de una notebook ni conexión a Internet.¡En papel! La revista de La Cuentoteca ya está tomando forma.
Además reaparecerá El Atrapalabras y a lo mejor alguna otra cosita.
Ediciones Salemo se lanza con todo.
¡Pobre Zombie! Tendría que haber sido más selectivo a la hora de buscar alimentarse.
Muy buen cuento, Miguel, te felicito.
Gracias, María.
El pobre zombie se avivó tarde, a cualquiera le puede pasar. A mi, por ejemplo; siempre me avivo tarde de un montón de cosas. Es que soy un inocente, como el zombie este.
Sobresaliente, Miguel Ángel. Un diálogo despierto y vivo con esa cuota indigesta y tóxica que todos los zoombies necesitamos... Divino todo. ¡¡¡Felicitaciones!!!
Le agradezco el elogio, María Simplemente.
Un diálogo cortado un poco abruptamente, pero no se puede ir en contra de la naturaleza zombie.
Un psicólogo menos. No sé si está mal o bien.
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