Relato
en mente. (No haciendo caso a los consejos literarios)- Miguel Dorelo
Por
suerte, las musas suelen acudir permanentemente a mi mente; creo que inconscientemente,
pero no podría asegurarlo.
Cuando
esto sucede, no me queda otra que sentarme ante el teclado, comenzar a
construir el relato y, alternativamente, cebarme un mate. A veces me da, esto
raramente, por tomarme un té.
Debo
decir muy abiertamente, que es algo que me gusta abrumadoramente hacer, así que me es absolutamente imposible no llevarlo a cabo lo más rápidamente que pueda. Acaloradamente,
me enfrasco en la tarea y raramente pudo dejar de teclear, yo diría que casi abusivamente,
hasta alcanzar el objetivo final: lograr un texto correctamente armado,
obsesivamente perfecto, adjetivadamente armonioso,
ágilmente legible para todo aquél lector que, aún desprevenidamente, se sumerja
muy afirmativamente en las procelosas aguas que ahidalgadamente y orgullosamente les ofrezco
hoy. Amigablemente les digo: espero que hayan disfrutado holgadamente de este relato
y que, campechanamente, espero recibir sus comentarios, aun anónimamente.
No
quiero despedirme sin agradecer buenamente a las enseñanzas de mi profesor del Taller
de literatura, allá por San Clemente, principalmente cuando me aconsejaba que tuviese
celosamente cuidado en la utilización de palabras que cacofónicamente pudiesen,
calamitosamente, atentar contra una lectura que chacabanadamente, se transformara
en algo demasiado cansadamente tedioso.
Seguramente
he logrado mi objetivo abrumadoramente, ya que, modestamente, esto suelo lograrlo
muy cómodamente.
2 comentarios:
Las reglas se hicieron para romperse.
Lo armaste ritmícamente.
Francamente: usted está demente.
Y que se mueea el Gabo con sus manías contra los adverbios terminados en mente si no fuera porque iimprudentemente se murió.
Publicar un comentario