jueves, 22 de noviembre de 2012

Alivio- Miguel Dorelo



Alivio- Miguel Dorelo

Despertó exactamente a la misma obsesiva hora que lo hacía desde aquella infausta primera mañana. Hoy es el día, se dijo sin querer abrir los ojos para ver. Apenas apoyó su pie derecho en el piso supo que todo volvía a ser real al hundirse hasta el tobillo en aquél líquido viscoso de color negro.
Ya aliviado, Augusto fue hasta la cocina a prepararse el desayuno.

(Basado en una teoría no demostrada y el micro-relato más famoso)

sábado, 17 de noviembre de 2012

Decir basta- Miguel Dorelo



Decir basta- Miguel Dorelo

Decidió, o al menos cree haber decidido, decir basta. Basta para siempre, basta de manera absoluta, basta, basta, basta.
Pudo haber sido la desilusión o quizá la tristeza que cada día gana espacio en su corazón o su alma; a lo mejor el detonante haya sido algo que vio, leyó o escuchó en el momento de mayor fragilidad, ese que todos tenemos y nos hace tan vulnerables. O tal vez esa mañana su mente cansada de esperar que todo mejore y  su cuerpo hastiado de soportar noches de insomnio. No importa demasiado cuál haya sido el factor decisivo, probablemente la suma de varios o todos ellos hayan sido los que hoy hagan que ocupe su mente con imágenes de filos de navaja, pastillas de colores, terrazas de edificios, trenes avanzando o pistolas humeantes.

Ahora está pensando en que todo es una mierda; o por lo menos lo es aquí y ahora. Pero, a pesar de todo, recuerda tiempos en que no era así. A lo mejor la decisión final es demasiado importante para dejarla en manos de su propia voluntad, después de todo se trata de una vida y aún la suya debería ser sagrada. O por lo menos, respetada. Eso hará, darle una oportunidad a su propia vida.
Desayunará como siempre, café con leche, tostadas con manteca y mermelada; saldrá de la rutina de encender la computadora o escuchar la radio, evitará en todo lo posible el contacto con el exterior, almorzará liviano, dormirá la siesta. Luego, escuchará algunas de sus canciones favoritas por si acaso, recordará algún par de ojos, otras tantas pieles, susurrará un par de nombres de mujer. No cenará, ha perdido por completo el apetito, se dará una ducha, se pondrá sus mejores ropas, cerrará el paso del gas, cortará el suministro eléctrico, mirará muy lentamente el interior de su departamento, cerrará detrás de si la puerta.

Esa noche, quizá la última, recorrerá bares tratando de encontrar a ese alguien que lo convenza, le dará una última oportunidad al mundo; a pesar de todo su cansancio, de su casi seguridad de que el “basta” es la única salida esperará encontrar al que, sencillamente, le diga  no lo hagas, a pesar de todo, aún vale la pena.