martes, 22 de septiembre de 2009

Un cuento común- Miguel Dorelo

Un hombre como cualquier otro

Un cuento común- Miguel Dorelo

Este será un cuento corto, sencillo, sin pretensión alguna.
Sin dobles lecturas ni significados ocultos.
El protagonista es Juan, pero podría ser Pedro, Daniel o cualquier otro hombre común.
Digo: un hombre común con un trabajo común; empleado de un supermercado, albañil, electricista, pintor de casas, repartidor de diarios.
De ninguna manera: doble de riesgo, piloto de avión, payaso de circo, escritor, corresponsal de guerra, activista de Greenpace. Esos no son empleos comunes de gente común y no caben en este relato.
A Juan no le pasará nada extraordinario; no tendrá un encuentro cercano del tercer tipo, no será nombrado heredero universal de una gran fortuna y ni siquiera se despertará una mañana convertido en cucaracha: estas cosas no les pasan a las personas comunes.
¿Solamente los héroes, príncipes, asesinos seriales, amantes trágicos o pilotos de naves espaciales pueden ser protagonistas de un cuento en este o cualquier otro sitio?
—Está bien, te lo concedo, Juan puede ser el protagonista ¿Por qué no? —Me dirán algunos de ustedes, —Pero, ¿De qué va ir la historia? ¿Cómo me vas a entretener? En un cuento tiene que pasar algo interesante, tiene que haber una historia.
—Tal vez, pero no en este —les contesto.
Este cuento es para Juan, un hombre común que quizás algún día lea este relato y sepa que él también tiene derecho a ser protagonista.

Publicado en Breves no tan breves

sábado, 12 de septiembre de 2009

El abandonador serial-Miguel Dorelo

Señales de peligro...

El abandonador serial- Miguel Dorelo

Lo que en su comienzo había sido algo inconsciente, poco a poco se transformó en aquella deliberada forma de comportamiento que, creía, no iba a poder abandonar jamás.
Quizás se tenga que encontrar las razones en las victimas, en parte era su justificación, pero a fuer de ser sinceros, sólo era una excusa para suponerse más inocente de lo que en realidad era. Asumir la propia culpa, siempre le había costado bastante.
Analizándolo fríamente, él nunca había sido abandonado; sus primeras y tumultuosas relaciones sentimentales fueron desgastándose y terminaban diluyéndose sin que se pudieran vislumbrar claramente los motivos.
En algún momento, algo dentro suyo se rompió; lenta y progresivamente se fue transformando en algo deliberadamente perverso.
–No es culpa mía —era su latiguillo favorito, a veces gritado en el rostro de alguna de sus víctimas. Otras veces, cada vez más frecuentemente, estas mismas palabras eran solo susurradas al oído de la que pasaría a engrosar las enfermizas estadísticas de sus abandonos.
Era muy metódico. Un archivo que con regularidad cada vez más frecuente, incorporaba nuevos nombres/víctimas, lo ayudaban a “organizar la cosa”. Un largo listado de nombres femeninos que periódicamente debía actualizar.
Aunque su comportamiento casi enfermizo era de antigua data, los avances en la comunicación fueron sus grandes aliados al seleccionar a sus presas.
Facebook, twitter, las distintas aplicaciones de mensajería instantánea y los comentarios en diversos blogs formaban parte de su coto de caza.
—Este si que fue un trabajito de primera —solía vanagloriarse ante la conclusión de un nuevo abandono.
El método utilizado, aunque sencillo, solía ser muy sutil; la mayoría de las veces era la propia víctima la que creía firmemente haber conquistado y tener el dominio de la situación.
Después todo se deslizaba inexorablemente hacía donde él así lo quería. Quince o veinte días, a veces menos, a veces algunos más, solían ser el tiempo suficiente para el “trabajo de campo”. Mail´s., el chat, mensajitos de texto; le resultaba indiferente el medio, que ella lo designara. Él sabía que su suerte estaba jugada. Jamás en los últimos diez años había fallado. Ni una sola vez.
— ¿Cuál fue tu mejor trabajo? —solían preguntarle un par de amigos que conocían su debilidad.
—El mejor siempre es el último —era siempre su respuesta.
Y no mentía. Aún teniendo a sus favoritos del pasado, la adrenalina que le generaba estar en plena labor lo excitaba como nunca había logrado hacerlo ninguna de sus presas.
Pero, este en especial, su olfato de cazador lo intuía, sería un punto alto difícil de superar.
—Esta no va a ser fácil —reflexionó. Mejor, se dijo.
Desde el vamos supo que era distinta, le estaba llevando más tiempo del normal arrancarle la primer cita.
No era una jovencita, más bien cerca de los cuarenta. Estás nunca le habían dado mucho trabajo, por lo general si no estaban divorciadas y con ganas de compensar años de rutina matrimonial, eran amas de casa casadas y con ganas de probar suerte y carne, con otro que no fuera el de todos los santos días. Casi lo mismo, en realidad. Ambas tenían sus ventajas y sus desventajas. La divorciada por lo general solía estar un poco más a la defensiva luego de los primeros tiempos de desenfreno sexual en que solían incurrir en los primeros seis meses de separadas. Luego, se apaciguaban y se volvían desconfiadas de los hombres en general. Toda separación conlleva un fracaso y la mujer tarde o temprano suele recargar las culpas sobre el hombre. —Son todos iguales —concluyen siempre.
La casada tiene menos rollos; sabe que su compañero ocasional es solo eso; a pasarla bien un par de horas un par de días a la semana y a otra cosa. De vuelta a casa con el maridito.
Esta, pertenecía al primer grupo; el más complicado.
Bastante bonita y todo lo inteligente que es conveniente en una mujer.
En el chat era, o parecía, algo tímida.
—Zorra vieja —la semblanteó rápidamente. Esta es peligrosa.
A veces lo celaba; —debés tener otras en el Facebook —le decía. —Sos libre de hacer lo que quieras, después de todo entre nosotros todo es solo virtual —acotaba en otra de sus charlas.
Él, con su fino olfato, se adaptaba rápidamente y tejía su tela de araña pacientemente.
Cuarenta y cinco días. Ninguna le había llevado tanto tiempo.
Por fin la primer cita. —Y la última —se dijo. —No voy a alargar su agonía; abandono precoz será esta vez. Bastante ya abusó de mi tiempo.
La alarma en su cabeza comenzó a sonar solo media hora después de encontrarse con ella. Era más linda que en las fotos. Su sonrisa, su pelo, su mirada. — ¡Alerta! Algo no anda bien —pensó.
Con el primer beso, el depredador bajó la guardia por completo.
Un par de horas después, la conversión fue completa; jamás se había sentido así.
Ella se levantó de la cama —Ya vengo —dijo con voz dulce. —es solo un segundo, no me extrañes.
Se dirigió a la cocina, había dejado allí su notebook. Abrió el Word y con una sonrisa de oreja a oreja, comenzó a teclear el nombre de él al final de una larga lista.

Exclusivo para La Cuentoteca

miércoles, 2 de septiembre de 2009

No es fácil formar pareja- Miguel Dorelo

Son todas iguales.


No es fácil formar pareja-Miguel Dorelo

—No está bien mezclar las cuestiones personales con lo literario —se dijo inclinado sobre el teclado.
Se concentró en lo que estaba escribiendo. El esbozo de un informe que le habían pedido para una nueva enciclopedia temática. Ya tenía el título: “Los animales hacen cada cosa”. Y también el subtítulo “Por algo son irracionales y no como nosotros”.
—Vamos que vos podés —se alentó.
“La Mantis Religiosa, en época de apareamiento, emite feromonas para atraer al macho.Y comenzó a recordarla; amor a primera vista fue aquello, su dulzura del comienzo y aquellos momentos de paz y sano esparcimiento en las visitas casi a diario al Ital Park. Durante o después de la unión…Ah, el amor y sobre todo el sexo con amor, su timidez extrema en el primer encuentro entre las sábanas y su ardiente y desbordada pasión en las que siguieron. “Para entrar en el cielo no es preciso morir” cuanta verdad en la voz de Ana Belén… suele ponerse muy agresiva…las primeras y malditas peleas, por cuestiones nimias y desgastando poco a poco la relación… y generalmente termina por devorar al macho, empezando por la cabeza”.Si, si maldita hembra: son todas iguales estas hijas de puta. Maldito sea el día que la conocí.
Ya no pudo seguir; eran demasiadas coincidencias.
—No hay nada que hacerle —reflexionó—, siempre voy a ser un escritor amateur; no encuentro la forma de no mezclar las cosas. ¡Malditas mujeres!


Publicado en Químicamente Impuro- Reelaborado para La Cuentoteca.