
Llegar- Miguel Dorelo
Emprendió el camino, como suele decirse, “con todo el entusiasmo del mundo”, no había ningún motivo para que así no lo hiciera.
Juventud y optimismo suelen ser buenos compañeros a la hora de comenzar lo que sea.
A esa temprana edad todas las sendas le parecían transitables, inclusive aquellas que a primera vista se presentaban sinuosas, con escollos que sabía, solo estaban allí para ser superados. Las dificultades se convertían rápidamente en incentivos.
—Nada es imposible —solía decir y decirse.
Y anduvo muchos caminos.
Y recorrió numerosos senderos.
Siempre buscando llegar.
Pasaron los días, se sucedieron los meses y llegaron los años.
Y siguió su derrotero.
Y nuevos tiempos y nuevos recorridos se fueron acoplando a su espalda.
Y un buen día, o quizás uno malo, al fin comprendió la verdad.
La verdad. Que no es triste ni es alegre, es solo lo que debe ser y es lo que es.
—No hay nada. Al final del camino no hay nada —susurró.
Y siguió caminando.
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