miércoles, 21 de abril de 2010

Muerte casi súbita- Miguel Dorelo & Javier López

Esta vez no habrá regreso...

Muerte casi súbita- Miguel Dorelo & Javier López

Lo que encendió la luz de alarma fue un fuerte dolor en su pecho, allí casi en el centro, un poco hacia la izquierda.
Instintivamente, supo que a pesar de las apariencias era un dolor antiguo que, vaya uno a saber los motivos, se manifestaba en ese instante.
—De ésta no zafo —pensó.
Aunque el dolor físico era demasiado agudo como para ignorarlo, lo que lo acongojaba era aquella sospecha que poco a poco se abría camino en su mente; la principal razón de aquel mal no encontraba explicación en lo muscular ni en lo estrictamente anatómico.
Los recuerdos, las recurrentes angustias con que esos recuerdos eran acompañados una y otra, y otra, y otra vez quizás fueran las verdaderas causas.
— ¡Maldita! —gritó—. Adorablemente maldita —concedió en su fuero más íntimo.
Y es que lo era.
En otras ocasiones, ella se había presentado también con sus mejores galas de muerte y diosa, de animal y mujer, de piel y huesos. Pero lo que en principio era la agradable impresión de la mujer de sus sueños, al poco dejaba ver la verdad oculta. Bajo la imagen de mujer soñada, la calavera aparecía inexorablemente cuando caía la misteriosa capa. Y entonces él sentía el horror de haberse entregado de nuevo a su falsa dulce muerte.
Por eso él volvía. Una y otra vez, él volvía al mundo de los vivos para esperarla de nuevo, confiando en que ésta fuera la definitiva, y que ella apareciera bella y placentera —sin que fuera sólo una argucia momentánea— para convertirse en su compañera eterna.
En esta ocasión creyó que ya no había duda. Cuando cayó la capa, debajo sí había realmente una hermosísima mujer, dulce, de hueso cubierto de carne; de carne cubierta de piel fina y suave que él acariciaba con vehemencia. Los ojos azules siguieron siendo azules, y no se tornaron turbios, rojizos y teñidos de sangre. El olor de su piel siguió siendo el de las rosas, y no mudó al de la carne en descomposición. Por fin era ella esa muerte que siempre había esperado.
Se entregó, por completo.
Esta vez supo que no iba a regresar.

Publicado en Breves no tan breves

2 comentarios:

Ogui dijo...

Muy bueno amigos. Me permiten una pregunta: ¿Esa chica no tiene frío? Le va a palmar el cuore, le va a palmar...

Salemo dijo...

Gracias,don Ogui.
Con respecto a su pregunta le diré que creo que no. Tengo la secuencia siguiente en la que está dos escalones más arriba y no parece tener piel de gallina para nada.Cuando la vea de nuevo, le pregunto.