jueves, 17 de marzo de 2011

Dendrofilia- Miguel Dorelo


Dendrofilia- Miguel Dorelo

 Cuando ella amaba, amaba sin límites. Se entregaba en forma total al objeto de sus deseos. Era también bastante promiscua., aunque selectiva.
Ella era sensible y romántica, nada de burdos pepinos, zanahorias o bananas, de ninguna manera. Le gustaban sobre todo los crisantemos, las magnolias y en noches sofisticadas hacía el amor con elegantes orquídeas hasta casi perder el sentido, aunque también había alcanzado grandes satisfacciones con un común y silvestre paraíso sombrilla.
Un fin de semana perfecto era para ella pasear por el jardín botánico; orgasmos múltiples eran su recompensa.
Pero ella tenía un sueño y era el de conocerlo a él. Solo lo conocía por fotos y ahora por fin luego de ahorrar podía viajar y concretar ese amor.

La encontraron muerta a  los pies de su amado General Sherman, la sequoia más grande del mundo, con una sonrisa de satisfacción en los labios.

 Elaborado para La Cuentoteca

10 comentarios:

A.R.N. dijo...

parece que las plantas son igual de daninas que los hombres.
besito

Salemo dijo...

Los hombres somos muy buenos; el problema es que no nos comprenden. Del comportamiento de las plantas no me hago responsable.
Un beso. De los grandes.

A.R.N. dijo...

disculpa la falta de enie.

Salemo dijo...

Disculpada. Vivimos una época de carencias, no nos vamos a andar haciendo problemas por un teclado que no la posee.

Claudio Biondino dijo...

Muy bueno, Miguel Ángel! Y también muy bueno leerte de nuevo y verte por el twitter y el FB! Un abrazo!

Salemo dijo...

Gracias,Claudio. Volví y fui (soy)millones de células dispuestas a continuar con esta tarea que el señor me ha encomendado, aunque estoy seguro de que el tipo no existe, digo hoy que me he levantado con una bipolaridad atea/creyente que no sé como sobrellevaré durante el resto del día.
Otro abrazo.

A.R.N. dijo...

los hombres no son todos buenos. no los comprendemos y los amamos.
besito

Salemo dijo...

Es que yo proyecto en los demás. Y como soy muy bueno ( e incomprendido)creo que los demás también lo son.Si todos los hombres fueran como yo no existiría la infelicidad femenina.A veces pasa que ellas no se dan cuenta.
Otro besito.

María del Pilar dijo...

Muy buen cuento, Miguel.

Salemo dijo...

Gracias, María.