lunes, 16 de abril de 2012

El último ser humano sobre la tierra- Miguel Dorelo



El último ser humano sobre la tierra- Miguel Dorelo

Alguien alguna vez dijo aquello de que las ideas no matan. Pues, soy la prueba viviente de la falsedad de semejante enunciado; lamentablemente,  el último  humano vivo sobre el planeta, un patético ser contando sus últimas horas en una Tierra desolada. O quizá el término “desolado” no sea precisamente el adecuado para este instante final en el que, en poco tiempo más, ya no quedará ningún representante de la raza sobre su superficie.
Al principio nadie pudo (o quiso) hacerse cargo de lo que unos pocos habíamos querido advertirle al resto. Como todo proceso, los primeros impactos colectivos tardaron en manifestarse de forma clara, inclusive a la mayoría, una vez aceptado  voluntariamente el nuevo orden establecido mediante sutiles bombardeos de falsas informaciones e imágenes tendenciosas, creyeron seriamente en que el hombre como conjunto se encaminaba a ser un ser superior, más sano tanto física como espiritualmente. Algunas voces, rápidamente tildadas de paranoicas por los gobiernos de todo el mundo, insinuaron complots, hablaron de drogas en los alimentos, de una enzima manipulada en laboratorios cercanos al poder que actuaban en puntos clave del cerebro de la población, convenciendo definitivamente sobre las bondades del nuevo modo de vida a los más reacios.
 Súper población; la palabra clave. El planeta, simplemente, no pudo soportarlo. Millones, miles de millones, miles de miles de millones; más, más, más, el número de individuos creciendo día a día, hora a hora, segundo a segundo. Y polución, contaminación, destrucción; escasez de agua y oxígeno, destrucción de la capa de ozono, bombardeo de rayos ultravioleta. Nacimientos tras nacimientos tras nacimiento en una constante e infinita cadena. Parto: la nueva palabra maldita. Partos únicos, partos múltiples. Ya no queda lugar donde vivir, solo unos pocos metros cuadrados para cada uno, los olores se vuelven insoportables, el hacinamiento provoca violencia, el principio del fin se vislumbra. Y finalmente, inexorablemente, la muerte comienza su cosecha. Los agoreros de siempre deben haber exhalado sus últimos suspiros con una sonrisa en los labios: la tantas veces anunciada autodestrucción se estaba  cumpliendo.
Y  Yo. Solo Yo. O mejor dicho, Yo entre vacas, cerdos, conejos, ciervos, pollos y gallinas, corderos, peces, chivitos, caracoles, insectos, crustáceos de todo tipo,  perros y gatos, sumados a una infinidad más de animales que alguna vez  y por designio del Señor habían sido creados con el loable fin de alimentar a la raza humana y que un grupo de iluminados autodenominados  “vegetarianos” y luego en un arranque de mesianismo híper fanático “veganos” ,decidieron “salvarlos” amparados en pacatas excusas; miles de millones de ellos reproduciéndose sin solución de continuidad, desenfrenadamente, ocupando todos los espacios disponibles, ahogando finalmente a la raza humana, incapaz de resistir en un ambiente anti natural por completo.

Ya no queda tiempo, solo unos minutos para tipear estás últimas palabras en la ilusa esperanza de que algún día el hombre resurja de sus cenizas, alguno de sus miembros  pueda leer esto y así  no volver a repetir errores y recuerde siempre que no solo es mucho más placentero  un chivito a las brasas, un buen bife de chorizo o una vulgar milanesa a la napolitana, sino que además, los vegetales son solo guarniciones que acompañan.

4 comentarios:

chely dijo...

Contundente-Para pensar
Muy jugoso- muy bien Dorelo!

Salemo dijo...

Sigan con lo de ser vegetariano y ya van a ver cuando los animales se reproduzcan sin control y no nos quede espacio para los humanos.
Aunque el cuento está escrito desde el humor,bien podría pasar si les hacemos caso a los veganos y no sacrificamos más animales.
Gracias por pasar y comentar, Chely.

A.R.N. dijo...

miguel, creo que la naturaleza es mas sabia que el hombre y que el manejo que hacemos nosotros de ella y sus insumos es peligroso. no estoy muy de acuerdo con el mensaje del texto mas alla que esta impecable como todo lo tuyo. bes

Salemo dijo...

¡Sos vegana! Y yo que te pensaba invitar a comer un asadito, pero bueno, este tema da para largo y a pesar de mi ateísmo adhiero a los que dicen que si dios no hubiese querido que nos comiéramos a los animales no los hubiera hecho tan ricos. Gracias por el elogio a lo literario y retribución de beso.