sábado, 21 de julio de 2012

El último segundo- Miguel Dorelo


El último segundo- Miguel Dorelo

 La vida es una mierda, estar enamorado es una bazofia; por lo general uno se enamora de la persona equivocada y es aún peor. Los amigos siempre desaparecen cuando más se los necesita y aunque digamos que no nos interesan las cosas materiales el dinero nunca alcanza y esto hace que vivamos estresados. Ser feliz es la utopía más patética y ridícula del ser humano. Vinimos (o nos pusieron) en este mundo a sufrir; cualquier otra consideración es solo un triste intento de auto-engaño fomentado por insufribles optimistas a ultranza. Lo único bueno de lo malo, es, sin dudarlo, que la solución está en nuestras propias manos, el único libre albedrío de verdad es el que nos permite poder decir ¡Basta, hasta aquí llegué! , cuando se nos cante. Por suerte podemos elegir entre un sinnúmero de maneras, más o menos dolorosas, menos o más espectaculares. Sogas y vigas, alturas y terrazas, vías y locomotoras, píldoras de colores, venas y navajas. Yo ya elegí mi propio modo, no necesariamente original: recámara, gatillo, percutor, dedo índice, caño, bala y sien derecha ¿Alcanzaré a escuchar el ruido del disparo, sentiré el olor a pólvora? Quién sabe… El último segundo. Dicen que uno recuerda en ese instante que antecede al olvido final, toda o parte de su vida. Y es cierto, la puta madre, en este preciso instante me está sucediendo precisamente eso. Pero…Qué raro…No puede ser…Tendría que haber una clausula de recuerdos finales en la que quede claramente especificado que solo acudan a nuestra mente aquellos momentos angustiosos, tristes y dolorosos que justifiquen extremas decisiones. De ninguna manera esta andanada de esos otros que ni recordaba haber vivido. Sonrisas, reuniones con amigos que no piden nada a cambio, charlas interminables de madrugadas infinitas en que se arreglan mundos, galaxias y universos con solo proponerlo, miles de canciones, centenares de relatos, algún poema, aquél gol de Boca sobre la hora en la final, olores y sabores, pieles suaves, labios, piernas, miradas inequívocas, un par de nombres de mujer… Y por fin saber que uno suele equivocarse al tomar decisiones, el comprender que el tiempo es cíclico, que casi nada es definitivo, que todo puede volver a ser o a ser mejor y que, por suerte, depende en gran parte de nosotros mismos. Un segundo. O menos. Y nuestra mente hace un clic y comprendemos que nos apresuramos, que la vida en realidad es algo hermoso y que los amores vienen y van y vuelven a venir y nos dedicamos un mirá si voy a estar así por una mina, por una deuda o alguna decepción… ¡Vida, vida, vida! ¡Viva la vida! ¡Es hermosa la vida!

 El último segundo. Pero de verdad el último, el definitivo, el del nunca más. ¿El del nunca más? ¡Qué boludo! ¡No debería haber apretado el gatillo, la puta madre! Definitivamente: ¡No debería haber apretado el ga

4 comentarios:

María del Pilar dijo...

Muy bueno.

Mónica Ortelli dijo...

Uy! Espero que no le haya pasado a nadie. Me gustó el cuentito. Se lee volando.
Saludos!

Salemo dijo...

¡Gracias, María!

Salemo dijo...

Muchas gracias, Mónica. Espero que tampoco; debe ser triste no tener posibilidad alguna de rectificar una decisión.Por eso, hay que reflexionar antes de hacer cosas con altas posibilidades de ser definitivas.
Saludos