jueves, 14 de mayo de 2009

No voy a morirme de nuevo- Miguel Dorelo

Un don especial. Un hombre común.


No voy a morirme de nuevo- Miguel Dorelo

Siempre digo lo mismo, lo sé.
Esta vez es en serio, me lo prometo. Morirme ya no me causa gracia.
He muerto no sé cuantas veces y si me apuran confieso que la mayoría de ellas, sobre todo en estos últimos tiempos, casi ni lo disfruté.
Mis primeras muertes fueron las mejores. Sobre todo en las vísperas. Planificaba al detalle: de qué me iba a morir, si mi agonía sería prolongada y si dejaba trascender o no la noticia de mi próximo deceso; adoptaba una enfermedad terminal y luego estiraba los límites lógicos de sobrevida asombrando inclusive a los más duchos de los facultativos. Tres meses, no más, pronosticaban. A los dos años yo seguía vivo. Milagro, decían las viejas. La ciencia no tiene explicación para esto, concordaban los médicos. Justo ahí, yo me moría. De hijo de puta nomás. Realmente gozaba a lo loco.
A veces me entretenía más con los preparativos y “el día después”; como quien no quiere la cosa dejaba deslizar: el día que me muera me gustaría que todos vistieran de rojo, que haya muchas violetas, que suene Pink Floyd durante todo el velatorio y que vos lo filmes para que no me olvides, le susurraba al oído a mi noviecita de turno. Dos o tres días después me moría en un accidente. Qué lástima, tan joven. Habrá que cumplir sus deseos. Después me las arreglaba para conseguir la cinta o el video. Pasaba horas viéndolo una y otra vez. Ver el propio velorio es algo que recomiendo entusiastamente; realmente es una de las mejores maneras de conocer a la gente.
Algunas veces me quedaba en el “escenario” como me gusta llamarlo (ya que después de todo lo mío es un arte), durante cinco o seis años sin morirme; me casaba, formaba una familia y luego “el acto final”, por lo general una muerte trágica, de las que dejan huellas en los deudos. Chapeau para mí. Aplausos. Una merecida ovación de pie. Mi actuación en esos años bien podría catalogarse de sublime.
Después, lo habitual; resucitar, cambiar de ciudad o país, adoptar una nueva identidad y empezar de nuevo a planificar mi siguiente muerte.
No todo era siempre igual. Más de una vez, luego de un tiempo prudencial y convenientemente caracterizado comenzaba a frecuentar a alguna de mis viudas. Es increíble lo frágiles y accesibles que suelen estar al poco tiempo de “la irreparable pérdida de mi marido”. Luego, en la cama, era frecuente que me contaran lo bueno que él había sido y cuanto les había costado hacer esto que ahora estaban haciendo. ¡Que hijas de puta! ¡Yo aún estaba tibio en mi tumba!
Alguna que otra vez, en uno de esos ataques de querer trascender que a todos alguna vez tenemos, mi muerte era heroica, salvando a un niño a punto de ser atropellado por un auto o como cuando fui bombero y rescaté a la embarazada del edificio que yo mismo había incendiado.
Pero, esto ya no me entusiasma. Quizás me esté volviendo viejo, aunque sé que esto no es posible. De todas formas la acumulación de años sobre mis espaldas ya significa un gran peso. Mi aspecto externo es el mismo desde hace muchísimos años, pero por dentro…
No voy a morirme más, está decidido.
Realmente nunca supe bien como funciona esto, sólo que puedo morirme cuando lo deseo y de la forma que elija. De las horas que estoy muerto necesariamente para los certificados médicos y las ceremonias mortuorias, no guardo recuerdo alguno. He sido enterrado, embalsamado e inclusive incinerado (más de una vez yo mismo lo he pedido como última voluntad), pero siempre vuelvo y recuerdo todas mis vidas, pero nada de esas horas, como si despertara de un sueño profundo. Siempre estoy solo y con el mismo aspecto de antes.
Quizás si este —no sé si llamarlo don— estuviera en poder de otra persona, actuaría de otra manera, pero yo soy así, siempre hice lo que sentía sin analizar las consecuencias.
No todo son rosas; sospecho que en realidad no soy inmortal como podría suponerse y quizás este sea el principal motivo de mi decisión, no solo el hastío. En el fondo tengo mucho miedo de que mi próxima muerte sea la definitiva. Voy a pensarlo muy bien antes de volver a hacerlo.
Si hay algo que realmente amo por sobre todas las cosas es, sin dudarlo, mi preciosa vida.

Publicado en Breves no tan breves

7 comentarios:

Javier López dijo...

¿Tu más aclamado y comentado relato?. No me extraña, está inmenso Dorelo, me gustó mucho, este temita también es de mis favoritos y lo has tratado con maestría, con humor, con sorpresa y hasta con un poco de delicadeza y melancolía al final.
Excelente relato.

Salemo dijo...

Gracias, Javier. Estoy tratando de portarme bien con todos mis relatos y no tenerlo como favorito, pero realmente quedé muy satisfecho cuando lo terminé.
Te comento que lo escribí en ocasión de la elección del cuento Nº 1000 de Breves no tan Breves y lo jodía a Sergio de que era para ahorrarle tiempo, del que siempre anda escaso, ya que no tendría necesidad de leer los otros que le enviaran.Este es el ganador, le decía. No ganó, pero me está trayendo muchas satisfacciones.
El problema es tratar de escribir otro que lo supere. Pero es un lindo desafío personal.Trataré.
Saludos.

Oriana P. S. dijo...

Debo confesar que es la primera vez que caigo por acá... y vaya recibimiento. ¡Qué cuento!

Buenísimo.
Venias.

Salemo dijo...

Gracias por la visita y los elogios, Oriana.
Que vengas seguido a visitarme ya es suficiente; si encima te agrada algo de lo leído, mejor.
Saludos.

Rafael Vázquez dijo...

Realmente hermoso el texto, Miguel. Tiene algo de “Atrapado en el tiempo", de Harold Ramis.

Me han llamado la atención varias cosas del relato:

2) El protagonista termina amando la vida por hastío de la muerte, no por hastío de la propia vida. Me pregunto qué sentirá después de vivir cientos y cientos de años.

3)En el realto la muerte es algo así como un ritual más de la vida. Así como nos casamos, nos divorciamos, tenemos hijos, etc, así el protagonista muere, como un acto ritual más. Y lo repite de un modo casi obsesivo ¿por qué? ¿es la muerte lo más interesante de la propia vida? Pero si es lo más interesante de la vida, por qué al final toma la decisión de no morir más?

Me gusto mucho el cuento precisamente porque explora el significado de la muerte respecto a la vida y la vida respecto a la muerte. Dialéctica no tan alejada de la realidad en un mundo donde biología y tecnología avanzan cada vez más unidas.

Salemo dijo...

Con respecto al personaje de la historia, lo que quise es poner de protagonista a alguien que hiciera las cosas sin demasiado análisis; el tipo descubre esta cualidad, morir cuando y cómo quiere y probablemente no sepa demasiado bien qué hacer con ello. De allí su comportamiento, hasta algo infantil.En primer instancia, se divierte muriendo y obsrvando la reación de sus allegados. Es también algo inmoral ( o más bien amoral), ya que no le importa demasiado lo que puedan sufrir esposa o hijos cirscuntanciales.
A partir de estas pautas, se abren diversas alternativas para la especulación. Creo que la clave está en que sólo disfruta morir al creer que siempre va a volver.Cuando por algún motivo que sólo el personaje sabe ( yo solo sé que lo sabe)duda de esto, se plantea el conflicto final.
Gracias por la lectura y el análisis.
Saludos.
Miguel Angel.

Rafael Vázquez dijo...

Gracias a ti, Miguel Angel, por el buen rato que me ha brindado tu relato y por todos los análisis y pensamientos que suscita.
un cordial saludo y enhorabuena por el relato.