viernes, 8 de mayo de 2009

Servicio- Miguel Dorelo

Una imagen tan tierna solo puede generar un tierno relato.

Servicio- Miguel Dorelo

Lo bueno de mi trabajo está, sobre todo, en la satisfacción de saber que estoy colaborando con designios más allá del entendimiento de la mayoría de los mortales.
Seguramente no se comprenderán los motivos, pero sé que si he sido designado para realizar esta tarea por algo será, y no soy quién para negarme.
No es difícil y creo ser la persona adecuada.
—Antes de que cumplan un año —fueron las instrucciones recibidas.
Las voces me explicaron que luego de pasado ese tiempo ya no era posible eliminarlos; el íncubo sería reemplazado automáticamente y todo el esfuerzo sería en vano.
Quizás piensen que soy demasiado ansioso, pero empecé lo antes que pude a cumplir con el mandato.
El primero me costó, no soy tan necio como para negarlo. Sus engañosas apariencias no colaboran en nada con mi tarea.
Luego, todo fue más sencillo y fue fluyendo casi naturalmente.
Por suerte son muy frágiles, solo tengo que apretar: mis manos rodean el pequeño cuello y mis pulgares se hunden lentamente hasta notar que todo atisbo de vida ha abandonado el cuerpecito tan tibio hasta hace solo unos segundos.
En ese instante, el placer del deber cumplido invade mi cuerpo y mi alma con un gozo jamás antes sentido.
Quizás para algunos suene cruel o les resulte horroroso el pequeño inconveniente que de algún modo atentan contra el perfecto cumplimiento de mi servicio, pero ya vendrá el tiempo en que pueda diferenciarlos mejor y no tenga necesidad de eliminar a ningún inocente.

— ¡Que hermoso niño, señora! ¿Cuántos meses tiene?
Originalmente publicado en Terrozine ( San Pablo, Brasil).Reelaborado para La Cuentoteca

2 comentarios:

Ogui dijo...

Qué tierno! Usted tiene mano para la ternura, se le nota!

Salemo dijo...

Vió, don Héctor. Y cuantas veces tuve que escuchar injustamente: "este Dorelo/Salemo, no quiere a nadie".
Que mala es la gente.