martes, 19 de mayo de 2009

Un viaje programado- Miguel Dorelo


Si querés que todo salga bien, deberás tener paciencia.


Un viaje programado- Miguel Dorelo

Consumió muchos años de su vida planificándolo debido a su afán perfeccionista, pero estaba decidido a elaborar mil planes, si fuera necesario. De ninguna manera ensuciaría su principal razón de ser con intentos fallidos. La primera vez, debería ser la última y definitiva.
—Mi último instante en este mundo debe rozar lo sublime. Después de todo, no habrá margen para errores —decía con un toque de dudoso humor.
No tenía apuro. Hasta solía decir que amaba la vida—. De ninguna manera un disparo —descartó. No soportaba las armas y estaba el asunto ese de que era un melómano y no sería el poco armonioso ruido del tiro lo último que escuchara. Mientras tanto, continuaba con la rutina de vivir. Trataba de no comprometerse demasiado, ya que el viaje estaba programado—. Ni viuda ni huérfanos —decidió.
Siguió buscando y descartando.
Subir y arrojarse desde muy alto. Por unos instantes, sentir el viento en la cara, imaginarse tener alas.
—No. Un cuerpo destrozado contra el piso no es muy estético —reflexionó—. A seguir. Tiene que haber una forma.
Odiaba los automóviles: no a los caños de escape obturados y el anhídrido carbónico entrando en sus pulmones. “Esto se está poniendo difícil”, pensó.
Aunque lo atraía el colorido trágico de la escena, sentía terror por las cosas afiladas. Por el momento, sus venas seguirían como hasta ahora. ¿Entonces qué? Amaba los trenes, no serían mancillados por su carne y huesos destrozados. —Así no vamos a ningún lado.
La soga. Eso podría ser.
—No.
¿Tampoco? Ya sonaba casi como una excusa. ¿Se estaba arrepintiendo? ¿Qué tenía de malo la soga? Solo necesitaría un par de metros y una viga o la rama de un árbol. Solía jactarse de cultivar un tipo de humor distinto, muchas veces absurdo.
—Nunca usé corbata —se dijo—, no sería un buen momento para empezar a hacerlo.
Pero, todo llega, aún el encontrar un método satisfactorio para quitarse la vida. La excusa era válida:
—Por si existís y estuve equivocado; voy a dejar este mundo cuando YO lo decida —gritó en un momento de patética rebeldía.
Píldoras. De varios frascos; verdes, rojas, amarillas. Un método limpio y exento de violencia. Preparó el escenario: su habitación, su cama. Música. Epitafio de King Crimson parecía la más adecuada. A último momento se decidió por Adiós cielo azul de Pink Floyd.
Un vaso de agua.
Lentamente, el final.
Eso era lo que había supuesto siempre.
—Tiene razón el cuervo: nunca más. No me vengan con que hay otra cosa. Ni cielos ni infiernos; paparruchadas sin sentido —solía decir cuando se tocaba el tema.
Como en tantas otras cosas, en esta también se había equivocado; ahora que había pasado el umbral, lo sabía.
Y bueno, por lo menos sabría qué pasaba de este lado.
Por un tiempo se quedaría a despejar todas sus dudas.
Pero, sabía que tarde o temprano, sería hora de empezar a planificar la vuelta.

Publicado en Breves no tan Breves

15 comentarios:

Ogui dijo...

Un buen ejemplo de alguien optimista, que cree en la reversibilidad. Muy bueno!

Rafael Vázquez dijo...

Me ha gustado mucho, Miguel.
Alguien que que dedica muchos años de su vida a planificar de un modo detallista su propia muerte. Finalmente muere y descubre que tarde o temprano, inevitablemente, empezará de nuevo a buscar el modo de emprender la vuelta desde el más allá.
Hay algo de espíritu incansable de exploración, de búsqueda, de traspasar límites.
¿Cuál es el desarrollo lógico de la vida del personaje? Nos lo imaginamos, una vez que ha vuelto del más allá, explorando nuevas fronteras presentes en la vida y la muerte. Por eso el cuento no sólo me ha parecido hermoso por lo que cuenta, sino por lo que sugiere.
Realmente me ha gustado muchísimo, Miguel, enhorabuena.

Rafael Vázquez dijo...

Por cierto, ¿y cómo no comentar la imagen que acompaña al cuento? Jajaja ¡¡Es realmente buena!!

Salemo dijo...

Gracias, Héctor. Coincido, el tipo es un optimista, aunque suene raro decirlo de un suicida.
Ahora, luego de muerto, se convierte en lo que por estos lados solemos denominar un "culo inquieto"

Salemo dijo...

El tipo forzando límites tendrá una vida poco común, eso es seguro. A la vez puede resultar peligroso, no solo fisicamente. Suponiendo que el mayor misterio, el de saber que hay del otro lado, ya fué experimentado ¿ Qué quedará más interesante que eso?. Tendría que escribir otro relato. Trataré.
Saludos y gracias por esta nueva visita.
P.D: la imagen ( que busco con alguna palabrita que me parezca la más adecuada luego de terminar los relatos), me pareció fantástica y distendía un poco el tono del relato.

Rafael Vázquez dijo...

Hay una serie de preguntas implícitas en el texto que, desde mi punto de vista, aportan una importantísima calidad al relato.
1)¿Por qué iba a querer nadie volver del otro lado? ¿Quizás por el puro impetu humano de buscar fronteras y después buscar el modo de traspasarlas?
2) ¿Cómo es la vida después de regresar del más allá? Sin duda debe ser totalmente diferente después de haber visto todo lo que haya visto en el más allá. Fascina imaginar todos estos aspectos sugeridos por el relato.
3) ¿Y después que? No puedo dejar de imaginar al personaje buscando nuevas fronteras para transgedirlas, una vez que ha vuelto del más allá.

Lo dicho, me gusta el relato no sólo por lo que cuenta sino también por lo que sugiere.

Salemo dijo...

Rafael; se me ocurren algunas respuestas a tus interrogantes:
1)Volver del otro lado para poder contarle a alguien qué es lo que sucede allí. Opción2: darse importancia con esto: "yo volví de la muerte". Opción3: escribir sobre la experiencia y ganar fama, dinero ( bueno esto ya lo han echo. Claro que sin aportar pruebas sobre el hecho). En Argentina tuvimos ( al final se murió en serio y no volvió)uno que hizo toda una zaga sobre el tema y ganó bastante plata.
2)Dependerá de la idiosincracia de cada uno. Volverse místico es una posibilidad; escéptico otra. ¿Cómo encararía cualquiera de nosotros la vida si estuviéra completamente seguro de que hay otra?.
3)Ahí es difícil. ¿Sexo, drogas, asesinatos en serie, amor al prójimo? Quien sabe.

Nanim Rekacz dijo...

Sólo los suicidas vuelven de la muerte. Yo lo sé.

Salemo dijo...

¿Literalmente?. Ah, no Nanim, vas a tener que ampliar el concepto. Como comentario o como cuento.
Saludos.

Oriana P. S. dijo...

Después de lo dicho por Nanim he quedado atónita.

Muy bueno el cuentito, demasiado bueno. Alguna vez he pasado por la disyuntiva de tu personaje... es un problema morir a gusto. Pero cuando se vuelve de esas irrealidades... felizmente existe el escape de la escritura, o de la música... del arte en general.

Los mejores años de nuestras vidas son, precisamente, los que tuvimos mientras estuvimos vivos.

Saludos.

Salemo dijo...

Bueno,las repercusiones de mi relato están yendo más allá de lo esperado. Que haya tocado fibras tan hondas es un halago inesperado y curioso.
En lo personal, jamás tuve el problema del personaje. Creo que solo adelantaría mi muerte por curiosidad, por saber si hay algo después. Por ahora soy un convencido de que no hay nada del otro lado, así que pienso durar lo más que pueda de éste.
gracias por leer y comentar, Oriana.
Saludos.

María del Pilar dijo...

Está bueno el cuento y el final.
¡Mirá que después de tantas vueltas querer volver...!
Irse para el otro lado da un poco que cosita, y el regreso a este mundo de locos también. Pero el deseo de regresar habla de la añoranza por lo vivido y disfrutado.
El cuento da para pensar.

Salemo dijo...

María, cómo ya dije alguna vez, me gusta pensar que mis personajes tienen una vida aparte de estar "trabajando" momentaneamente en uno de mis relatos. Por esto, no sé cuales son las motivaciones que lo llevan a querer volver luego de haber llegado al lugar que siempre deseó. Me las puedo imaginar y especular sobre ello, pero sólo él lo sabe a ciencia cierta ( el lector también puede hacerlo, por supuesto).¿O estaré medio loco?.
Gracias por el comentario y me alegra que te haya gustado y encima te dé para pensar. Es un gran halago para mí.
Saludos.

Javier López dijo...

¿Habrá que suicidarse en el "más allá" para volver a este mundo?. Quién sabe, quizá igual que nos cansamos de la vida y llegamos al suicidio, de la misma manera nos cansamos del más allá y echamos solicitudes para regresar...
Lo malo de todo es que, si no somos trascendentes, (cosa que creo al 99'9%) el suicidio no tiene vuelta atrás. Así que mejor buscar pequeños placeres en la vida para sobrellevarla.
Muy bueno Miguel, como todos tus cuentos de la frontera entre la vida y la no-vida. Y si en el entreacto escuchamos esa música, ni te digo.

Salemo dijo...

Interesatísima reflexión, Javier, y paradojal. ¿Cómo se suicida, ( se quita la vida), uno cuando está muerto?
A su vez, si logra hacer una cosa así, suicidarse del otro lado, ¿Renacemos y volvemos de este lado?
El tema es inagotable. Lástima que mis neuronas no. Pero ya me pondré las pilas, como decimos por aquí, e intentaré algo con estas pautas.