
¿Donde está Fernando Vidal Olmos, eh?
Resúmenes literarios para gente con poco tiempo. Hoy: Informe sobre ciegos, de Ernesto Sábato -Miguel Dorelo
Esta retorcida historia tiene como protagonista a un retorcido sujeto, con un retorcido nombre: Fernando Vidal Olmos. Al tipo este, no sé porqué, se le ha ocurrido que los pobres cieguitos, son una especie de barras bravas que andan por ahí conspirando para hacer maldades, y a pesar, el muy enfermo masoquista patético, de estar seguro de que va terminar mal (¿cuando empezó esto que ahora va a terminar con mi asesinato?, dice el infeliz al principio del relato), decide investigarlos y escribir un informe sobre ellos, vaya a saber para quién o para qué. Paranoico total, el chabón.
—Soy un investigador del Mal —se autoproclama el trastornado.
Se enreda con algunas mujeres medio sospechosas de conductas no muy claras como para rellenar un poco el informe con un toque femenino, ya que nunca está de más, y deambula por distintos lugares de Buenos Aires que a su manera de ver, serían tétricos. Yo anduve por algunos de esos sitios y, sinceramente, a mí no me dieron miedo.
Pero claro, el tipo de chiquito ya tenía inclinaciones medio fuleras; solía divertirse cazando gorriones para pincharles los ojos con alfileres. No digo que esto esté mal, después de todo un niño también tiene derecho a divertirse, pero yo creo que esto puede ir decantando la personalidad hacia perfiles que algunos luego censurarán, lo que suele acarrear malentendidos de todo tipo.
Ya más grande irá formando su propio carácter y en un alarde de auto-análisis que más de uno debería copiar nos informa: “Soy un canalla y no tengo el menor respeto por mi persona”. Conozco muchos así…Pero menos honestos al momento de reconocerlo.
Este sinceramiento no le impide seguir con su cruzada contra los adeptos al sistema Braile, siempre en solitario, ya que solo él ve la conspiración para dominar al mundo que cree está encabezada por Stevie Wonder, Ray Charles, Andrea Bocceli y Serafín Zubiri, el bailarín de Tinelli.
Pero, a pesar de las apariencias, no todo es locura y malicia en la personalidad de Fernando Vidal Olmos, también hay lugar en su vida para el amor; ama profundamente y apasionadamente a una mujer, y deposita en ella lo mejor de si. Consumar su pasión hacia ella es otro de sus desvelos. Por suerte, esa pasión parece que es correspondida por Alejandra, su hija. ¡Qué linda familia!
Bueno, palabras más palabras menos, la historia es más o menos así, para que seguir dando detalles que no modificarían en nada la perfecta comprensión del relato, solo cabe agregar que al final, siguiendo sus instintos suicidas, el impresentable este, como no lo vienen a buscar, decide ir al lugar donde van a matarlo (según él).
Un final abierto. En realidad no queda otro remedio, ya que es un informe hecho por él mismo, y es lógico suponer que si el místico y neurótico de Fernando fue finalmente ultimado, no hubiese tenido forma de dejarlo por escrito. Salvo, claro que el relato este se enrolara en algo más “Borgiano” o hubiese sido imaginado por Stephen King.
En síntesis, él supone el complot y supone su muerte, lo que me lleva a tratar de arribar a alguna conclusión más o menos coherente.
Si realmente lo mataron al delirante este, para mi, fue el cieguito Borges en complicidad con Maria Kodama. Los motivos están claritos: envidia y celos profesionales; don Jorge Luis nunca pudo escribir una novela; no pudiendo matar al autor, se bifurca y decide hacerlo con su personaje, mientras finge una amistad con don Ernesto.
Pero no estoy seguro, después de todo el informe es como una novela corta dentro de otra. Y una corta novela, como todos saben, bien podría considerarse un cuento largo, lo que llevaría a un sin número de especulaciones que escapan a las posibilidades de análisis de este humilde escriba.
Que investigue la policía, que para eso le pagan.
Exclusivo para La Cuentoteca