viernes, 2 de abril de 2010

Un incidente en el espacio profundo- Miguel Dorelo

Flores para un gran amor...

Un incidente en el espacio profundo- Miguel Dorelo

El espacio profundo muchas veces suele ser bastante superficial, muchos concordarán conmigo en que esto es así.
Pongamos por caso lo acontecido al capitán Yuri Amgstron Collinns de Aldrin., el primer astronauta hermafodrita enviado al espacio por la comuna de Morón en la nave diseñada y construida en Haedo por el ingeniero Ludwig Albert Spinetta, totalmente hecha de fibra.
Resulta que Yuri, además de su extraña condición sexual, solía hacer gala de conductas quizás no demasiado apropiadas para la moral de la época. Aún resonaban en los pasillos de la base sus gritos histéricos, — ¡No me importa nada; después de todo ella resultó ser una maldita perra! —cuando la superioridad le prohibió continuar su relación con Laika, aduciendo que esto podría distraerla sobremanera y echaría por tierra los planes que el municipio le tenía programados: ser la protagonista principal de un comercial del nuevo alimento balanceado especialmente diseñado: “Drogui te pega como ninguno. Tu mascota sentirá que vuela cuando lo pruebe”.
—Luego de este aviso, Laika se nos va para arriba —vaticinaba un ayudante de sonido de la productora encargada de la realización del corto.
Pero volvamos con lo que le sucedió a nuestro héroe; eran harto conocidos los problemas que hacía mucho tiempo perduraban entre Yuri y Rin Tin Tin, el perro insignia de la base por el asuntito ese de la casquivana avenida a actriz.
Sin embargo, nadie sospechó nada hasta que fue demasiado tarde.
—Yo sabía que esto iba a pasar —suelen o solemos decir luego de que el hecho consumado ya no tiene vuelta atrás. Sabios del día después; nada más fácil e inútil.
La misión de Yuri era más que sencilla: solo probar la eficacia de un nuevo dispositivo bajo condiciones extremas en los confines del universo conocido. Viajaría en solitario, bajo un estricto control y constantemente monitoreado desde la base.
El nuevo y todavía experimental aparato, “el aprovechador”, como se lo conocía vulgarmente, consistía principalmente en un pequeño compartimiento que tenía como objetivo reciclar todos los desperdicios corporales del viajero espacial a fin de poder aprovecharlos casi indefinidamente en su propio provecho; las heces convertidas en alimentos gourmet, los orines en bebidas espirituosas, el semen en crema de afeitar, la caspa en vitaminas esenciales, las mucosas en cicatrizantes instantáneos, etc.
De esta manera, se lograría solucionar el problema que significaba la cantidad de espacio físico que eventualmente ocuparían alimentos y otros elementos necesarios para la supervivencia de los tripulantes de las espacio naves. Otro aporte a la ciencia de “el flaco”, como se conocía en todo el gran Buenos Aires al ingeniero L. A. S.
Todo estaba funcionando de maravillas: Juri defecaba, introducía el resultante en el aprovechador y ¡Voila! Sorrentinos con salsa putanesca, calentitos y al dente. Solo debía orinar, seguir el procedimiento y en un par de minutos un ¡Cabernet sauvignon merlot a la temperatura ideal! para acompañar.
Pero, siempre en toda situación aparentemente idílica hay un pero, el diablo tuvo que meter la cola. En realidad, el que metió la cola, su cola, fue Rin Tin Tin.
Luego de tres días, la barba de Yuri había crecido considerablemente potenciada por el vacío absoluto del espacio y como en unas pocas horas debía salir al aire por el canal oficial, fue conminado a solucionar este inconveniente que atentaba contra la imagen de pulcritud que las autoridades querían ofrecerles a sus conciudadanos.
De inmediato, el héroe puso manos a la obra (nunca mejor dicho); tendría que recolectar
la materia prima necesaria para que el artilugio lo convirtiera en una fragante y espumosa crema que ayudara a quitar el excedente piloso de su rostro. A punto de acabar, perdón, de terminar su tarea, Yuri como era su costumbre extrajo una foto tridimensional de su amada para besarla con pasión no exenta de cariño.
— ¡Laaaiiikaaaa, mi amoooor! —fueron sus últimas palabras antes de caer fulminado, ya muerto antes de tocar el piso de la nave con sus cabezas.
El plan del celoso y vengativo perro insigna había dado resultado: impregnar la foto del fruto de sus desvelos con un concentrado de “Drogui” fue suficiente para terminar con su rival.
Solo restaba ahora que su amada regresara junto a él.
Claro que es sabido que el perro propone, pero Dios dispone: los hechos subsiguientes tomaron por otro camino.
El municipio, luego de la desgracia acontecida dejó para más adelante la continuación de las pruebas del “aprovechador”, concentrándose en el lanzamiento definitivo de “Drogui”, no sin antes agregar en cada uno de sus envases la leyenda “no apto para el consumo humano”. Fue un éxito total.
Laika se convirtió en una mega estrella millonaria, ignoró por completo a Rin Tin Tin y se embarcó en una larga serie de romances en los que fueron partenaire entre otros Beethoven el enorme San Bernardo y Einstein (le gustaban por sobre todo famosos) al que conoció durante el rodaje de volver al futuro 2. Aún se recuerdan las escandalosas orgías con los 101 dálmatas y el fogoso romance lesbiano que protagonizó con Lassie.
Por su parte, el perro asesino fue condenado a vivir el resto de sus días con la esposa del jefe comunal, lo cual estaría destinado a formar parte de otro escándalo sexual zoofílico que terminaría con la carrera política del cornudo intendente.
¿Y qué se hizo del ingeniero responsable de la construcción de la nave y el portentoso aparatejo? , se preguntarán.
Pues, abandonó por completo la investigación científica y por suerte para todos nosotros, decidió probar suerte con la música; su maravilloso tema homenaje al malogrado astronauta es uno de mis preferidos. Al menos una vez por día me acompaña su maravillosa voz entonando como solo él sabe hacer su “La correa del capitán Yuri”.

"Ahí va el capitán Yuri por el espacio, con su nave de fibra hecha en Haedo…"
¡Aguante el flaco!

Exclusivo de La Cuentoteca

3 comentarios:

chely dijo...

Excelente Miguel
Aguante Dorelo, el flaco ya descansa en paz.
Se lo recordará siempre

Salemo dijo...

Gracias, Chely. Un delirio el relato, de esos con los que me descontracturo a veces. Y es cierto: al flaco no se lo olvidará nunca; por lo menos a los que admiramos su obra.

María del Pilar dijo...

Un cuento que saca una sonrisa. Felicitaciones, Miguel.