jueves, 1 de marzo de 2012

Una mujer debe servirse en su punto justo- Miguel Dorelo


Una mujer debe servirse en su punto justo - Miguel Dorelo

Unos consejos para una de esas noches en que ser un buen anfitrión es indispensable si queremos tener una excelente cena con la mujer de nuestros sueños.
Lo esencial, por lo menos en estos casos, no debe ser invisible a los ojos: ella debe verse lo más apetitosa posible y estar convenientemente fresca; en lo posible deberá ser sacrificada como máximo un par de horas antes de servirla.
Su aroma también es muy importante, una hermosa mujer oliendo mal echa por tierra toda pretensión de pasar una velada agradable. Sus efluvios naturales no deben exceder en demasía los límites sabiamente aconsejados en el “Manual de olores y sabores de una mujer promedio”. Un buen consejo: sumergirla durante treinta minutos en agua bien fría y otros quince en agua lo más caliente posible sin que llegue a sancocharze, ella no se quejará, para eliminar todo vestigio de perfumes y desodorantes que haya utilizado para impresionarnos.
Presentación del plato y con que acompañarla:
De estar ella tuneada de colegiala a pesar de una edad un tanto avanzada, una buena gaseosa cola, Coca o Pepsi, usted decide, sería a luces vista una excelente idea. Una guarnición de papas fritas, algo de mostaza o ketchup y unos pancitos saborizados otorgan el complemento ideal para un mayor disfrute.
En caso de inclinarse por algo más tradicional, bien podría ella estar envuelta en una fina capa de seda color negro, tanto sea en forma de vestido largo o en su defecto minúscula lencería de color blanco o beige. De todas maneras, resulta conveniente despojarla de sus prendas antes de someterla a la cocción necesaria, luego y con el debido cuidado para evitar que se deshaga antes de servirla podremos volver a vestirla para una mejor presentación del plato. Es imprescindible en este caso un buen vino.
 A pesar de que una buena mujer debería ser suficiente para darnos por satisfechos (debería sobrar), podemos acompañarla con unas zanahorias al queso parmesano  o una guarnición  de bolas de calabacín, lo que añadiría al plato el toque erótico y/o afrodisíaco.
Por último recuerden no servir jamás una mujer acompañada con pescados, sean estos de mar o río y mucho menos con cualquier tipo de crustáceos. Evitar sobre todo el bacalao; jamás se deben superponer gustos y olores semejantes.
Eso es todo: reserven a su compañera de esa noche con anticipación y traten de que no haya estado contaminada con algunos de esos químicos que suelen utilizar para adelgazar  o dormir. Y recuerden que si les sobra, una dama que haya gozada de buena salud se puede conservar debidamente trozada hasta seis meses en el freezer.

4 comentarios:

A.R.N. dijo...

jajaj he visto aullar por bacalao dorelo. beso

Salemo dijo...

Si me habrá pasado. No niego que ustedes son muy apetitosas, je. Este es un cuento de esos en que me sincero. En realidad eso es tan solo en cuanto a la etiqueta que le asigno: misógino. No me podrán acusar de no asumir mis complejos aún no trabajados.

A.R.N. dijo...

quien soy yo para acusarlo a usted? ahora, si los asume, yo diria que los esta trabajando o por lo menos eso espero. muases

Salemo dijo...

Siempre digo que a mi el psicoanálisis no me cabe mucho, así que trato todos mis traumas, siempre referidos al sexo femenino, a través de mis escritos. No noto mejoría alguna por ahora.