jueves, 10 de mayo de 2012

Me hubiese gustado conocerte más- Miguel Dorelo



Me hubiese gustado conocerte más- Miguel Dorelo

Como en casi toda relación, en los primeros tiempos todo fue armonía. Desde el primer intercambio por el chat de Facebook  supimos que teníamos tanto en común, sobre todo nuestro amor por las letras. En esa madrugada estuvimos conectados sin darle la más mínima importancia al correr de las horas. Te conté de mis preferencias de lectura, me citaste a Pizarnik, su poesía descarnada con la cual tanto te identificabas, a Cortázar, a Borges, a García Marquez; conocías de memoria largos pasajes de sus relatos, sabías responderme cualquier inquietud que tuviese con la palabra justa, invocando al instante a Quevedo o Jean Paul Sartre.
Nos conectábamos absolutamente todas las noches, me contabas como estabas vestida y que estabas tomando, casi siempre un cortado acompañado por un trozo grande de chocolate amargo; yo y mi taza de té saborizado devorábamos las palabras que se iban formando, danzarinas, en el monitor de la pc. Y ahí estaban, invocados por tu brillante cabecita, Neruda o Bradbury, Tolstoi o Galeano, Saramago o Ballard. Y pasó lo que no había forma de que no pasara: me enamoré de vos perdidamente. Y un tiempo después un “te amo” de mi parte. Y en un tiempo que me pareció eterno, un “yo también” como respuesta.
Un par de meses en que la vida solo era vida a través de esa conexión que hacía que estuvieses junto a mí en mi cuarto, pero nunca a solas, decenas, centenas de escritores y escritoras de ficción, de poetas, de filósofos, de ensayistas, siempre invitados por tu cerebro orgiástico, tu mente promiscua, a compartir noches enteras de placer, revolcados entre verbos, sustantivos y metáforas. No solo crecía mi amor hacia vos, sino que, exponencialmente, te admiraba cada vez más por tanta literatura junta en un cuerpo tan hermoso, porque encima eras bella como ninguna otra mujer que alguna vez haya amado.
“Quiero verte”, te dije; “quiero tocarte”, respondiste. “Quiero olerte, besarte, acariciarte” coincidimos. Y un buen día nos encontramos  por primera vez. Y fue insoportablemente hermoso, uno de esos momentos que justifican una vida, que duelen de felicidad, que te vuelven frágil al comprender que ya no sos más vos, que a partir de ese momento valés lo que ella quiera que valgas.

Quizá a esta altura del relato más de uno piense en que tal idílica relación no tiene cabida más que en una ficción, que esto que he escrito es tan solo un reflejo de un deseo, de algo que jamás he vivido y que es la única forma plausible de que algo así suceda. Permítanme decirles que no es así, que no he mentido o inventado en lo que les he contado; ella existe, yo existo, las circunstancias han existido. Pero debo ser completamente honesto, y para ello déjenme contarles el final de esta historia, comenzando por el principio de ese final.

Lo “real” duró algo así como dos meses, casi la misma cantidad de días, horas y segundos que  lo virtual, pero con el tacto, el oído y el olfato potenciando la pasión solamente insinuada a través de la red. Ella seguía con su constante verborragia literaria, lo que me llevaba a preguntarme sobre la cantidad de libros leídos por esos ojos en los que solía perderme y de los que solo podía apartar mi propia mirada para contemplar extasiado esa boca que aún muda era un placer para los sentidos. Cuando cenábamos me citaba a Adriá Ferran  y al Bulli, sobre el arte de la cocina gourmet, si tocaba ir al cine me comentaba sobre las opiniones de los críticos más renombrados y sus análisis sin concesiones, en nuestras charlas de sobremesa solía tocar todos y cada uno de los temas con el concepto justo y oportuno: compartía con nosotros un café Benedetti, tomaba unos mates Antonin Artaud, más de una vez Bukowsky nos agotó las existencias de todo aquello que tuviese alguna proporción de alcohol que él considerara adecuada de nuestro bar, siempre invitados por su privilegiada memoria, su voz de tonos precisos. Cuando tocaba el rito de caricias y besos a ella le gustaba  hacer partícipe a Wilhelm Reich y su teoría sobre la energía orgonómica, haciendo gala aún en esos momentos tan íntimos  de su sapiencia interminable.

Lamentablemente interminable. Dos meses fueron más que suficientes, ya imposibilitado de soportarlo, traté de encauzar la relación pero no pude; seguramente por mi propia incapacidad, ella es como es y quizá tendría que haber hecho algún esfuerzo mayor por comprenderlo. Simplemente, no pude lidiar con esa sensación de estar al lado de una especie de ente repetitivo de palabras ajenas.
Una lástima: realmente, me hubiese gustado conocerte más…O al menos, algo.

10 comentarios:

A.R.N. dijo...

cansada. me tiene cansada. usted, si usted dorelo. cansada de disentir y de medio-jugar al ping pong de respuestas inacabadas. no puedo callarlo. entiendame. tengo que decirlo. lo suyo es tan sutil como pisada de elefante y cierto, tan cierto como que le dejo un beso.

Salemo dijo...

Es que últimamente me da por cuestionarme todo, Aída. Un insoportable. Después me quejo y ando diciendo por ahí que ya no hay mujeres como las de antes. Aclaro que esta historia es totalmente ficcional...salvo..Buen, casi toda ficcional.Y convengamos que la mina esta, la protagonista, es una especie de camaleona, camuflada como una cosa que en realidad no es. Por suerte nunca conocí a ninguna si...Bueno, otra vez me desdigo: nunca salvo cuando conocí a...No tendría que dar nombres, es feo y poco caballeresco. Mejor lo dejamos ahí. Yo también le dejo besos ( yo aporto el plural, la cantidad la pone usted).

Arturo dijo...

Miguel:
De gentes que se la pasan repitiendo por boca de ganso hay millones. Aquellos que viven de opiniones ajenas, que no maduran lo suficiente como para cuestionar, generar sus propias contradicciones.
Es una desdicha grande enamorarse justo de una de ellas. No me digas que era rubia porque te acusarán en el INADI.
Muy bueno el relato, me imagino la angustia del protagonista: su mejor sueño, que se torna en pesadilla.
Siempre me gustan tus escritos.
Un abrazo.

Salemo dijo...

Hay muchos, es cierto.Algunos son inofensivos y otros no tanto. En este caso el peligro pasa por lo que le pasó al pobre protagonista ( no nos olvidemos que se trata de ficción), al involucrase tanto y cegado por el amor tardó en darse cuenta de cuál era ( o no era) la verdadera personalidad ( o falta de ella)de esta señora.
Y el INADI no tendrá cabida porque la señora no era rubia ( como en el tema de Sumo). El personaje de la señora, quise decir, je.
Un abrazo,Arturo. Y me alegra que te gusten mis relatos.

Marilyn Recio dijo...

Un placer llegar atu espacio y leerte. He pasado un rato muy ameno con tus relatos. Este último muy interesante. He conocido gente asi, que solo repiten las verdades o palabras ajenas. No en vano te cansaste de ella, no era ella. Regreso pronto!

http://cuntosdensueno.blogspot.com

Salemo dijo...

Gracias, Marilyn. Me alegra que lo hayas pasado bien. Muchas veces lo digo, y aprovecho para repetirlo: mis relatos no son auto biográficos, aunque más de una vez tomo cosas de la realidad, las adorno un poco, las exagero otro poco más, le agrego cosas indiscriminadamente y luego queda lo que queda.Casi siempre tienen que ver con mis gustos, eso si.Esta señora en especial no existe en mi realidad, pero seguramente, como las brujas, debe haberlas.
Paso por tu blog y espero tu regreso.
Un beso.
Miguel Angel.

María del Pilar dijo...

Muy bueno y verosímil: lo que generó el amor, al potenciarse, provocó la ruptura. Felicitaciones.

Salemo dijo...

No tanto el potenciarse, María; más bien es que el tipo se desilusionó un poco porque ella evidentemente era muy conocedora pero poco auténtica: jamás decía algo que realmente fuese propio.Yo creo que no la quería tanto, porque si no se la hubiese aguantado. Yo en su lugar...Bah, no sé que hubiese hecho. Que se arreglen solos estos dos.

Clarita Feldman dijo...

Para ser honesta,a mí me hubiese pasado lo mismo,no lo aguantaría.con una historia así,el Amor tiene que ser despojado,libre,ser uno mismo,tan intelectualizado no es para mí ni para tu personaje...Besos virtuales!!!Al menos concretaron el encuentro y eso ya es maravilloso!!!

Salemo dijo...

Eso: concretar está bueno. También podría haber durado un poco más, pero si no congeniaban era una pérdida de tiempo.
besos para vos también, Clarita.