martes, 17 de julio de 2012

Los críticos- Miguel Dorelo


Los críticos- Miguel Dorelo

— Estamos ante una de las mayores obras de la literatura universal, sin dudas.
—En parte, estoy de acuerdo, aunque quizá, y debido a tu reconocida admiración por él, exageres un poco. Reconozco y admito que es sin dudarlo un gran ejemplo de cómo transmitir con la palabra lo que muchos intentaron y pocos pudieron, eso sí.
—Cuando menos, una verdadera obra de arte. Lo he leído y vuelto a leer varias veces desde que se produjo este verdadero milagro, así considero el rescate de este original, y realmente no le encuentro fisuras.
—También coincido con ustedes tres, aunque noto que a Rodolfo le genera algún tipo de dudas. Vendría bien que se explayara un poco, el debate ganaría en calidad y el público se vería sumamente beneficiado.
—No es que dude, solo que quise diferenciarme un poco del categórico comentario de Augusto. Todos reconocemos su calidad como crítico literario, uno de los más grandes de la historia de las letras, pero cuando se trata de Salemo y su obra creo que tiende a poner sobre el tapete su incondicional admiración por todo lo que él ha escrito.
—Eso es bueno; él que no nos concentremos en tan solo el halago desmedido y cumplamos a raja tabla con la sacrosanta misión que nos ha sido encomendada vaya a saber uno por quién.
—Ya te saltó el místico, Pedrito. Aunque tenés toda la razón: debemos tomar la debida distancia; somos críticos, no solo lectores. Nuestra misión principal es facilitarle al vulgo la comprensión de lo que el autor de un texto ha querido reflejar en sus escritos. Pero, recuerden que estamos en un programa que será visto y oído a través de la red por más de dieciocho mil millones de espectadores, según las últimas mediciones que ha tenido el programa. Casi la mitad de los seres humanos de la Tierra y unos cientos de miles más en las colonias desperdigadas por toda la Vía láctea.
— ¿Es cierto que fue encontrado de casualidad por uno de los robots de limpieza en la antigua casona del maestro, detrás de un antiquísimo artefacto doméstico?
—Eso dicen. Uno de esos adminículos con los que se intentaba mantener las bebidas a una temperatura más o menos baja y estable, sin demasiado éxito, claro. Apenas eran retiradas de su interior comenzaban a recuperar su estado original. Un fiasco. Pero, pasemos a lo que realmente importa: aún siento escalofríos de placer con solo recordar esas geniales palabras, esa prosa perfecta, ese clima rayano en lo sublime.
—Bueno, Augusto, me parece que lo tuyo ya está debidamente claro; aunque me gustaría descuartizar, si se me permite tan macabra metáfora, un poco el relato al que nos estamos refiriendo.
—No solo un relato, más bien un compendio de sabiduría y sensibilidad con el toque justo y necesario de misterio, justo el adecuado para mantener en vilo al lector, tanto al más educado, aquél con la saludable costumbre de acordarse siempre de escucharnos antes de encarar cualquier clase de lectura  como a esos otros verdaderos kamikazes  que son capaces de abrir un libro sin antes consultarnos.
—Vuelvo a coincidir. Yo lo catalogaría como un relato “odisíaco”, por su referencia a un viaje implícita en parte de la trama.
—También podríamos enrolarlo, sin dudas, en una especie de búsqueda mística, emparentarlo con el Santo Grial y el significado que esto conlleva.
—O una de esas geniales parábolas en las que la realidad de tiempo y espacio no siempre coinciden con la de un espacio y un tiempo reales.
— ¡Gran hallazgo! Ahora me doy cuenta: no en vano el “acordarme”y el “vaya”, una especie de dejá vú que solo el genio de Salemo podía interrelacionar de manera tan deliciosa.
—Y al mismo tiempo situarnos en el espacio físico final, pero aún futuro de la culminación de su obra. Confieso que tuve que investigar arduamente sobre qué era un “súper”, pero luego de llenar ese hueco imperdonable de mis conocimientos, lloré. Todo cerraba de forma perfecta; si alguna vez se ha podido reflejar el por qué y el para qué la raza humana ha llegado a este mundo en palabras, es sin dudarlo es a través del extraordinario poder de síntesis de este ejemplar único y quizá irrepetible  de la literatura de todos los tiempos.
—La coincidencia es total, queridos espectadores. Todos los análisis necesario han sido completados, a pesar de los tres siglos transcurridos desde la, desde ahora, nueva sagrada escritura, las conclusiones de la ciencia han resultado ser irrefutables, el manuscrito hallado   pertenece sin dudas al gran maestro aunque no se haya encontrado en él su firma; es su letra, ha sido escrita con un antiguo sistema de escritura denominado “birome” sobre un soporte que solo vemos en nuestros museos y que se llama “papel” y aparentemente habría caído desde un costado o el frente del artefacto doméstico al que estaba adherido por medio de una especie de pieza metálica o “imán” que había sido desarrollado en la época con ese loable fin. Agradezcamos nuestra buena suerte al haber podido hallarlo y disfrutemos de su lectura. El gobierno universal dará los pasos necesarios para que, debidamente digitalizado, esté al alcance de los treinta y siete mil millones de pares de ojos de la humanidad toda. Mientras tanto, sean ustedes privilegiados testigos de tan sublime obra:

Si usted, estimado lector tiene interés en observar en detalle este trascendente manuscrito y apreciar la bella caligrafía del genial escritor, haga clic en él.

2 comentarios:

Arturo dijo...

Miguel:
Muy ocurrente texto. Una burla a esa profesión de crítico, que más que decirnos si habremos de enfrentarnos a un trabajo interesante, nos quiere demostrar la erudición propia.
Quizás la humanidad deba pasar terribles calamidades en el futuro, pero pareciera que esos señores seguirán allí, omnipotentes en sus juicios, cual jurado de concurso televisivo.
Un abrazo.

Salemo dijo...

Gracias, Arturo. Este relato lo escribí a raíz de lo que te comentaba en el cuento anterior y la posible interpretación que haría la crítica si en un futuro me convirtiese en un escritor por el cuál se tomara alguien el trabajo de hacerlo. Como decís, hay muchos que se posicionan tal como estos cuatro, pero en el relato hago algo que no acostumbro y es que generalizo. Existen los buenos críticos literarios y conozco a algunos. No son estos, claro.Hasta diría que los críticos de cine suelen ser peores aún.Algunos de ellos, por supuesto.Aunque en general me cae bien, cuando escucho las presentaciones de Alan Pauls en I-Sat me pone algo nervioso.
Otro abrazo.