Descartar
lo descartable-Miguel Dorelo
Cerró la puerta detrás de si como tantas otras
veces en todos estos años. A la misma hora de siempre, sin gestos ampulosos de
ningún tipo, aferrándose rutinariamente a esa especie de rito pagano del que le
era imposible despegarse ya que, era indudable, estaba en su naturaleza. Se
sentó y, también como tantas otras veces, su mente volvió a rememorar aquello
que un instante de lucidez suprema había hecho que asociara ese especial
momento con la metáfora final que necesariamente abarcaba lo que la vida misma
significaba para todo ser humano. Nos nutrimos de cosas indispensables,
seleccionando a veces entre aquellas que más nos gustan y otras veces tan solo
entre las que podemos, no siempre las que queremos. Y al final de cada día
algunos, o por las mañanas como en su caso, algo siempre descartamos: para equilibrar,
para sentirnos mejor con nosotros mismos y con los otros.
Pero hoy, algo
no funcionaba como debía. Y recordó. Recordó la última vez que algo así le
había pasado. Y ese recuerdo no fue de su agrado. Y pensó en cuanto había
sufrido, y en que ya estaba demasiado grande para volver a pasar por algo así y
en que no se lo merecía. O quizá sí. Raramente aquello que nos sucede no es una
directa consecuencia de lo que hemos hecho. Tuvo miedo; y aferrándose a ese
miedo se dijo que no se daría por vencido, que lo intentaría con todas sus
fuerzas.
Ya más calmo,
decidió que lo mejor sería tomárselo con calma. Estiró su brazo izquierdo y
agarró uno de los libros de la pequeña pila que estaba muy cerca, los únicos
que no se encontraban acomodados pulcra y ordenadamente en su biblioteca, por
lo general leer un poco lo ayudaba a distenderse y todo comenzaba a fluir de
manera natural.
Pero estaba
escrito que hoy no era su día. Dejó de lado lo que estaba leyendo, o mejor
dicho, lo que había intentado leer, ya que no había logrado concentrase más
allá de lo superficial: las letras estaban, formaban palabras y estas a su vez
se transformaban en frases y conceptos, pero no podía descifrar el sentido del conjunto:
el todo era nada y la nada se adueñaba de sus sentidos. Era en vano intentar
concentrarse y abandonó el intento.
Trató de no
desesperar, si de algo le había servido el haber pasado el medio siglo de vida
es el tomarse las cosas de la mejor manera posible, canalizar a su favor lo que
en apariencia eran inconvenientes insalvables. Un poco más tranquilo, solo eso,
no ponerse nervioso y pensar, buscar, dentro suyo estaba el problema y dentro
suyo estaba la solución. Solo debía encontrar el modo correcto de morigerar el
primero y potenciar al segundo.
Diez minutos,
media hora, un siglo, tres milenios. No era ningún necio y comprendió que todo
era en vano, que no se trataba de tan solo una cuestión de tiempo para que todo
se volviese a encarrilar. Supo que debía hacer lo correcto, aunque le costase
debía admitir que necesitaría ayuda.
Se levantó
despacio, fue hasta la cocina, abrió la heladera, sacó la botella de agua y bebió
directamente de ella un largo trago. Luego, marcó el número de ella en el
celular.
—Hola, mi amor
—le dijo. Y agregó a continuación lo que ya no había forma de eludir —Hacéme un
favor, cuando salgas del trabajo pasá por la farmacia y traéme un Agarol y por
si acaso un pote de vaselina. Me volvió a pasar, la puta madre. Debí hacerte
caso, pero esa tabla de quesos estaba deliciosa.
8 comentarios:
Hay muchos párrafos para decir lo mismo con diferentes palabras y en diferentes formas, y eso hace ella en el lector, pues uno se siente como corriendo en una cadena sin fin para llegar a ninguna parte.
El cuento es un género que debe resolverse rápido sopena del que el lector no lo termine.
se hace muy dificil mirar una buena tabla de quesos como el enemigo :-) a pesar de cualquier consecuencia al final del aparato digestivo
Miguel:
Tras leerlo por segunda vez, le encontré la razón a los párrafos precedentes al final.
Un poco de humor chancho.
Un abrazo.
Ali, la intención del cuento es precisamente esa: una obsesión por parte del protagonista a un problema al que le da vueltas constantemente. Agradezco el comentario y el que hayas pasado a leer. Y a mi me gusta hacerlo largo, que se le va a hacer, por eso peleo con mis amigos micro relatistas.
Hola, Miguel. ¿Descartar lo descartable es porque el texto que precede al último párrafo está lleno de repeticiones de palabras como "Ya más CALMO, decidió que lo mejor sería tomárselo con CALMA"? ¿Venía por ahí la mano del relato? Disculpame si esta vez no lo pesco...
Beso grande
Asi es, Claudia: uno no mide las consecuencias de sus actos cuando la tentación es mucha. en todos los aspectos.
La intención es precisamente la que he logrado con vos, Arturo.
gracias por pasar y comentar.
Un poco de eso, Sandra. La frase denotaría el que a pesar de tratar de mantener la calma, evidentemente no logra concentrarse, ni en la lectura ni en nada. Y lo de descartar lo descartable es más escatológico. Chancho, como dice Arturo. De ahí la etiqueta de "Humor" en el cuento.
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