miércoles, 22 de abril de 2009

Alegato final - Miguel Dorelo

Espero que se haga justicia.


Alegato final- Miguel Dorelo

—No he sido yo, señor juez; por lo menos el yo que solía ser antes de conocerla, el yo verdadero, no sé si me comprende.
Le aseguro, su señoría, que nunca amé a alguien como lo hice con ella.
Pero, para que entienda lo que estoy tratando de expresar, déjeme remontarme hacia unos meses atrás, hasta el momento en que me enamoré perdidamente.
Soy un ser común y corriente, con buenas y malas; no me considero ni peor ni mejor que la mayoría de las personas. Usted seguramente comprenderá y justificará mi conducta luego de escuchar mi alegato final.
Al poco tiempo de conocernos nos enamoramos y como es natural, empezamos a pasar muchas horas juntos. No, no me quejo, estaba muy a gusto con ella...al principio, ya que era, como decirlo…demasiado absorbente.
—Deberías pasar más tiempo conmigo ¿O acaso no me quieres tanto como dices? —me reprochaba algunas veces.
Empecé a dejar de lado algunas cosas menores habituales de mi comportamiento y así dispuse de tiempo extra para poder estar a su lado durante períodos más prolongados.
—Pareciera que te importan más tus amigos que yo —me espetó un sábado en el que me demoré en llegar a uno de nuestros encuentros por haber pasado a saludar a Juan, un amigo de la infancia, con motivo de ser su cumpleaños.
Primero de a poco y más aceleradamente luego, fui cambiando mis hábitos para contentarla; no más partidos de fútbol los viernes por la noche, se terminaron abruptamente las partidas de póquer de los miércoles y las recorridas por librerías de viejo que solía hacer sin día ni horario fijo. Hasta tuve que regalar a mi gato Florencio porque ya no podía atenderlo.
En poco tiempo, me fui quedando sin amigos; simplemente, no me quedaba ni un minuto libre para poder verlos.
Ni que hablar de los mensajes de texto o los constantes llamados que ella realizaba hasta de madrugada. Yo que siempre me había jactado de mi placentera forma de dormir, empezaba a padecer de insomnio. Empecé a tener pesadillas; a veces soñaba que era atacado por la espalda y me ponían una bolsa de plástico en la cabeza, otras veces que sufría de un ataque epiléptico y erróneamente me enterraban vivo. O caía en profundo estanque lleno de agua lodosa; le aclaro, su señoría que no sé nadar, ni siquiera en sueños. Comprendí que el denominador común de aquellos delirios oníricos era mi muerte por asfixia.
Lo que terminó por desencadenar todo, señoras y señores, fue la fatídica frase que retumbó en mis oídos esa mañana del 14 de Octubre a las 06.15 a.m.
—Mi amorcito, estamos tan bien últimamente que creo que deberíamos casarnos —descargó sin aviso.
Fue, como quien dice, la gota que rebalsó el vaso. Me fue imposible ni siquiera imaginarme una vida con ella a mi lado las veinticuatro horas.
¿Comprende, señor juez?
Fueron estos ojos los que vieron como se desangraba poco a poco, estos oídos los que escucharon primero sus gritos y luego los últimos suspiros de aquellos dulces labios tantas veces besados; también fueron estas manos las que asestaron las siete puñaladas, una por cada mes de nuestra relación, en el cuerpo otrora amado.
Pero, ¿Fueron realmente mis manos, mis ojos, mis oídos?
No, fueron los oídos, los ojos y las manos de ese otro ser en que fui convertido por ella.
Los roles han sido invertidos, su señoría, yo soy la víctima.
Es por eso, que ante los aquí presentes, me declaro totalmente inocente.
Lo mío ha sido clara y definitivamente, un caso de defensa propia.



Exclusivo de La Cuentoteca

5 comentarios:

Nanim Rekacz dijo...

No es un cuento genérico, para nada en lo absoluto. Y no me discutas. situaciones como esa abundan independientemente de que los roles sean éstos o invertidos.
Y conste que tengo varios muertos en mi haber (virtualmente hablando)

Salemo dijo...

No discuto. Y acepto el giro que le implicás. Hasta soy capáz de reconocer que podría darse a la inversa... pero en casos muy puntuales y como para confirmar la regla.

Unknown dijo...

Te leo...
...muy bueno...
...

Salemo dijo...

Gracias, Ciber. Por leer, por que te guste y por comentar.

Gi dijo...

http://brevesnotanbreves.blogspot.com/2009/06/cambio-de-menu-giselle-aronson.html