domingo, 12 de abril de 2009

No entiendo a mis amigos_ Miguel Dorelo

No es tan sencillo pedir consejos a los amigos

No entiendo a mis amigos- Miguel Dorelo

No es que sean raros, no me malinterpreten; son personas comunes y corrientes, como deben ser los de ustedes.
Yo creo que el problema más bien es de comunicación.
Paso a explicarles: resulta que hace un tiempo conocí a una señorita en un evento cultural de esos a los que me invitan habitualmente (bueno, en realidad tuve que pagar la entrada, pero me habían dicho que concurriera), y aunque soy de aquellos que no creen en eso del amor a primera vista, luego de ponerme las gafas cambié totalmente de opinión.
Me acerqué a ella y traté de impresionarla; le conté que era escritor, que publicaba habitualmente y que tenía lectores en prácticamente todo el mundo. Evité en todo momento hablar sobre blogs e Internet, por supuesto.
Como suele sucederme en estos casos, creo que no la impresioné lo suficiente.
—En otra ocasión charlamos con más tiempo —me dijo mientras se retiraba con rumbo incierto y demasiado velozmente para mi gusto.
Como no soy de resignarme fácilmente, al instante siguiente de que la dama despareciera, ya estaba planificando la estrategia de conquista; inclusive ya mi mente había urdido un nombre para el intento: “Operación ninfa”. Reconozco que mi hábito de ver películas clase “B”, están influyendo demasiado en mí.
El plan consistía principalmente, en concordancia con mi método preferido de vida, en aprovecharme de la experiencia ajena. Me decidí completamente y a la mañana siguiente empecé a hacer los contactos correspondientes.
Mis amigos y yo formamos una especie de cofradía; cuando alguno de nosotros necesita de la ayuda o el consejo de los demás, organizamos una reunión y tratamos en lo posible de solucionar el problema del que lo solicita.
—Otra vez el “enamorado precoz” —comentó uno de ellos. Hice como que no lo escuchaba.
Ya reunidos, planteé mi situación y rápidamente comenzaron a llegar a mis oídos los consejos que cada uno de ellos creía más conveniente.
—Encará derecho al arco y en cuanto abra la defensa se la mandás a guardar —aconsejó Juan, fanático del fútbol.
Pedro, abogado de profesión planteó —Exponéle tu caso. No trates de ser sincero ni nada de eso, suele ser contraproducente. Lo importante es ganar, la verdad es relativa. Si te rechaza, apelá o tratá de extorsionarla con algo de su pasado.
—Lo principal pasa por planificar bien la operación —dijo Esteban, el cirujano.
—Mentí, mentí siempre. Prometele cosas aunque sepas que no vas a cumplir, suele ser muy efectivo —acotó Fernando, político de raza y recientemente elegido como diputado provincial.
—Lo mejor es dormirla. Después le hacés lo que tengas ganas —saltó Ariel el anestesista, que es un poco degenerado pero buen tipo.
Francisco, el millonario del grupo hizo su delirante aporte a la causa —Le comprás un vestido de un buen diseñador y se lo mandás a la casa junto a una docena de orquídeas. La pasás a buscar en una limousine, van al mejor restaurant de la ciudad, y luego de la cena le regalás una tiara de diamantes o un anillo importante que haga juego con sus ojos. No puede fallar.
— ¿Y para qué querés la aprobación de ella? —se asombró Ramón, el violador.
—Te hacés pasar por alguien inofensivo y simpático, te insertás en ella, le hacés creer que sos indispensable para su buen funcionamiento y después la manipulás a tu antojo —afirmó Javier, hacker especialista en troyanos.
—Vos tendrías que dejar de mirar para otro lado y prestar más atención a las oportunidades que tenés a tu alrededor. Permitite una pequeña licencia y te juro que no te vas a arrepentir —acosó Miguel...Aunque el prefiere que lo llamemos Carla.
— ¿Quién te dijo a vos que la felicidad es tan fácil de alcanzar? Muchas veces nos engañamos creyendo que el amor soluciona todos los problemas y no nos damos cuenta que es un espejismo, una ilusión pasajera. La mayoría de las veces es un mecanismo de autodefensa para ocultar traumas de nuestra infancia, algún destete temprano; o inclusive de cuando éramos solo un feto en el vientre de nuestra madre y ni siquiera estábamos seguros de si realmente ella deseaba nuestra venida a este valle de lágrimas —pudrió todo Alberto, el psicólogo.
—De todas maneras, te va a terminar engañando —concluyó Martín, el cornudo crónico del grupo.
Fué en ese momento que decidi dar por terminada la reunión. Disimulé lo más posible mi decepción y saludé cordialmente a cada uno de ellos, después de todo seguirán siendo mis amigos.
Quizás el problema pase por mí, pero no logro entender de qué me están hablando. O quizás todo pase por la incapacidad de desprendernos de nuestra idiosincrasia cuando debemos hablar de un tema y todo deba pasar por nuestro exclusivo punto de vista.
De todas maneras siempre hay un lado positivo: la charla con mis amigos me sirvió para darme cuenta que no vale la pena complicarse cuando hasta ahora, si bien no lo ideal, con las manualidades que me acompañaron durante gran parte de mi vida, también puede alcanzarse la felicidad.


Exclusivo para La Cuentoteca

4 comentarios:

María del Pilar dijo...

Me gustó el cuento, en realidad es muy realista. Suele suceder que cuando pedimos ayuda o consejo a,digamos, cinco personas, cada una te de una solución diferente, y ninguna te sirva.
un saludo cordial.

Salemo dijo...

Eso y el léxico propio de cada "tribu" que no ayuda en nada.
Saludos.

Ogui dijo...

Cómo dice que le va? Me gustó su cuento, pero claro... con esos amigos, qué esperaba hombre! Encima un violador! Mire si le hace caso... Yo opino que está bien que armen ese think tank, porque evidentemente la situación tenía algo de crisis.
La solución también es drástica.
Me permite que lo envíe a la parte final que corresponde a la intervención de Miguel/Carla? Revise por ahí, se le coló un error por vía de una omisión.
Digno para un blog que conocemos, eh1? Cuántas palabras le contabilizó?

Salemo dijo...

Me va bastante bien, don Héctor ¿ O quiere que le cuente?
Un par de cuestiones: el violador es un amigo, no es mal tipo ( solo ese defectito) y la amistad ante todo ( aclaro por si las moscas: es ficción no avalo las violaciones y menos a los violadores). Mis neuronas no pasan por un buen momento, pero supongo que lo de Miguel/ Carla pasa por el artículo, si él quiere que le digan Carla deberíamos tratarla de ella.Ah, y es otro Miguel, no es autoreferencial el cuento.
Otra cuestión: una vez que me siento a escribir sin preocuparme por las cantidades...pero seguro tiene menos de mil. Puedo elegirlo que no me enojo ( más bien lo contrario).
Gracias por leer y comentar,don Ranea.