martes, 28 de julio de 2009

Un buen trabajo- Miguel Dorelo

Un simple destello marcará el final de un trabajo perfecto...

Un buen trabajo- Miguel Dorelo

Paciencia, sobre todo mucha paciencia. Ahí está la clave.
Solo esperar el momento exacto.
Estar atento al más mínimo movimiento y sobre todo, no subestimar nunca al objetivo.
Una buena herramienta de trabajo resulta imprescindible; la mejor aliada para conseguir resultados óptimos.
Gracias a Dios, lo proveían con materiales de primera; esa misma mañana se había deleitado contemplando su nuevo “juguete”: zoom 2.5-10 x, intensidad luminosa variable, cristales Hi-Resolution multitratado de catorce capas y apto para el día y la noche. Una joyita.
A través del objetivo de 50 mm. volvió a observar: un magnífico ejemplar macho, muy joven, solo. Mejor. Cuando actuaban en parejas, todo se complicaba.
Ajustó el corrector de dioptrías y aguardó.
Realmente, una cabeza magnífica, se dijo.
Estaban dadas todas las condiciones para la realización de un trabajo de primera.
Aún no…, murmuró.
Esperaría a que la luz le diera de lleno.
Siendo más joven, la ansiedad lo había llevado a cometer un par de errores que luego lamentó. No estaba dispuesto a volver a repetirlos.
Otro vistazo…
Son más inteligentes de lo que se podría suponer; casi se diría que sospecharan algo. Este en especial, calculaba cada uno de sus movimientos como si lo hubiese olfateado, aunque sabía que por la distancia a la que se encontraba, esto no era posible.
A pesar de su profesionalismo se sentía exultante, ansioso. Sabía que cuando lograra cumplir con su cometido se sentiría muy orgulloso. Su padre lo había hecho antes y en momentos como este, solía recordar las anécdotas que le contaba cuando aún era un adolescente. Hermosa época aquella en la que decidió que seguiría sus pasos.
Se estaba moviendo de nuevo, esta vez con menos precaución. Siempre terminaban por confiarse.
¡Ahora! Su dedo índice actuó casi por instinto. Un pequeño destello y aquél familiar sonido, música para sus oídos.
Estaba hecho.
Con una sonrisa a flor de labios, comenzó a desarmar el equipo.

—Buen trabajo, como siempre —lo felicitó el jefe del operativo observando el cuerpo.
Es más joven de lo que suponíamos en un principio. No se preocupe, el sujeto era menor de edad pero con un frondoso prontuario. Hablé antes con el juez y autorizó la operación: parece que entre los rehenes de la farmacia justo había una clandestina noviecita suya y no quería correr riesgos.
Váyase a su casa que yo me ocupo de todo.
Y saludos a su padre.


Exclusivo de La Cuentoteca

2 comentarios:

Florieclipse dijo...

Se lee facilísimo y tiene buena tensión. Gracias por las etiquetas en FB.

Salemo dijo...

Tiene un trasfondo bien "argentino", Carmen. La toma de rehenes en ocasión de asaltos o robos es bastante común por estos lados. Por lo general ocurre en ocasión de ser sorprendidos por la policía antes de concretar el delito, por lo que el o los delincuentes recurren a este método para "negociar". En muchos casos están involucrados menores de edad por lo general drogados.
A muchas "personas" no les caería para nada mal una "solución" de este tipo, lamentablemente.
Gracias por pasar y comentar.
Saludos.