domingo, 20 de junio de 2010

Algo relativamente grande-Miguel Dorelo

El escenario de los acontecimientos

Algo relativamente grande-Miguel Dorelo

—Estás exagerando —aseguró.
—Te juro que no —repliqué.
—Pero… ¡No puede ser cierto! ¡Es imposible!
—No veo por qué. No sería la primera vez.
—Eso es cierto. ¿Pero algo tan grande?
— ¿Y como se mide la grandeza? ¿Grande comparado con qué?
—Grande es grande, no te hagas el tonto. Vos sabés a que me refiero.
De todas maneras, lo del tiempo no me cierra. Demasiado poco.
—Volvemos a lo mismo. Bien sabés que el tiempo es relativo: un segundo, un siglo, un milenio. Solo palabras para designar periodos entre distintos estadios. Paparruchadas sin sentido. O casi.
— Vos sabés que no es tan así. Supongamos que lo acepto, pero ¿Y los materiales, eh? Hacen falta muchos para una obra de esa envergadura.
—Los comunes, los de siempre: carbono, nitrógeno, hidrógeno.
—Ahora me tratás de tarado: con eso solo no se puede.
—Eso, y mi fórmula secreta.
— ¿Y en qué consiste esa fórmula? Si se puede saber, claro.
—No, no se puede. Si te cuento, deja de ser secreta. Pero como hoy me levanté de buen ánimo te doy una pista: rayos ultravioletas y energía eléctrica.
— ¡No jodas! Andar trasteando con esas cosas puede ser muy peligroso.
—No si se usan de la manera correcta y combinadas con otras cosas que no pienso revelarte. Esperá a que lo patente y te vas a enterar. Acá el que no corre, vuela y me van a querer robar la idea.
—Ahora desconfiás de mí…
—Vos no sos ningún santo.
—Andáte al carajo. ¿Y en donde está esa maravilla según vos?
—Te lo voy a decir para que veas que te aprecio. Y hasta podríamos hacernos una escapada hasta allá así la ves con tus propios ojos. Eso sí, te juro que te mato si el que te dije se llega a enterar. Sabés bien que nos tiene prohibido hacer nada sin su consentimiento.
—Cuando quiero soy una tumba. Contáme.
— ¿Te acordás de la galaxia espiral esa que hizo el año pasado?
— ¿Cuál?
—La de cien mil años luz de diámetro; la que tiene cuatrocientos mil millones de estrellas adentro. Esa que algunos dicen que parece leche derramada de los pechos de la mujer del jefe. Entre nosotros: ¡Que buena que está esa tipa! ¡Una diosa! Demasiado para Él.
—Ya lo creo. Se comenta que ella…Pero, volvamos a lo que interesa, la obra esa: otro de sus caprichos. Nos hizo trabajar como un mes a jornada completa el desgraciado. Encima, después se aburrió, levantó la obra con el argumento de que no le estaban cumpliendo con los pliegos de licitación y dejamos unos agujeros de color negro por todos lados ¿Qué pasa con eso?
—La construí ahí para que pasara desapercibida. Si me descubre andá a saber qué me hace. Vos viste como se pone cuando se enoja.
—Si. La ira de Él es famosa en todos los confines. Un energúmeno total.
—Encima, se me ocurrió ponerle vida casi inteligente y todo. Hombre le puse como para llamarlo de alguna forma. ¿Y a que no sabés? ¡Lo hice a su semejanza!
— ¿EH? ¡Vos si que estás loco! Te mata, lisa y llanamente. Si se entera, te mata.
—Son riesgos que uno corre. Debe ser mi alma aventurera, un poco de adrenalina para sentir que estoy vivo. De todas formas, lo hecho, hecho está.
—Sigo insistiendo con lo del tiempo. No es posible. Y no empecés de nuevo con la cantinela esa de que el tiempo no existe.
—Está bien. Fueron seis días, pero a full-full. Solito con mi alma. Me agarré un cansancio de aquellos, pero antes de volver para acá me tomé uno libre como para recuperarme. Estaba hecho un trapo. Al séptimo día descansé.
—Sigo pensando que estás loco. Pero supongo que debés haber quedado satisfecho con tu obra. Tanto esfuerzo y riesgos habrán tenido su recompensa.
—Más o menos. Voy a tomarme un tiempito para ver como va todo. Si funciona se lo presento a Él todo ya hechito y funcionando. Como no es ningún tonto va a hacer la vista gorda con respecto a la falta de permiso y ya se las va a ingeniar para hacerles creer a todos que actué bajo sus directivas. Como todo jefe, es mandado a hacer para quedarse con lo méritos ajenos.
— Decímelo a mi. Me pasó con lo de los agujeros de gusano. Todo planificado y llevado a cabo bajo mis directivas. Meses de trabajo ¿Y para qué? para que el señor los usara un tiempo para desplazarse más rápido hasta un cúmulo estelar que le quedaba un poco lejos y en la que parece tenía una relación non sancta. Ahora parece que se peleó con esta señora y los clausuró a todos. Mirá si te pasa lo mismo.
—Yo estoy avisado, por eso hice todo por izquierda. De vez en cuando me doy una vuelta, aunque últimamente ando escaso de tiempo.
Ahora, si algo va mal, tiro todo a la mierda y empiezo de nuevo sin que se entere.
Te confieso que en realidad, la fórmula es una Beta.
—Y el hombre este como vos lo llamás, ¿está solo?
—Y si. ¿Con quien querés que esté?
—Se va a aburrir. Yo que vos le invento alguna compañía.
— ¿Te parece? Pero, serían dos a controlar.
—Vos hacélo que yo te doy una mano.
—Está bien, voy a seguir tu consejo Pero mirá que me la estoy jugando. ¡No me vas a fallar!
—Quedáte tranquilo, tenés mi palabra. Como que me llamo Lucifel: no te vas a arrepentir.
Confiá en mi.

Elaborado para La Cuentoteca

4 comentarios:

Ogui dijo...

Buen relato!... La creatividad es irrefrenable. Buen intento. Pruebe con más galaxias hasta que le salga un "hombre" un poco mejor. Capaz que no será en seis días, pero vamos, esfuércese que puede...

Salemo dijo...

Gracias, don Ogui.Habrá que seguir intentando y fijarse muy bien cuando alguno se ofrezca como desinteresado colaborador.

María del Pilar dijo...

Buenísimo.
Felicitaciones, Miguel.

Salemo dijo...

Gracias, María del Pilar. Amable como siempre con este escriba. Un beso.