lunes, 8 de junio de 2009

Puertas- Miguel Dorelo

Pasar al otro lado no es sencillo...


Puertas- Miguel Dorelo

Uno se pasa la vida delante de ellas.
Las hay de distintas formas y colores.
Por lo general, no nos está permitido ver a través de ellas; aunque creamos vislumbrar qué hay del otro lado, solo estaremos seguros cuando logremos abrirlas.
Casi nunca es una tarea sencilla lograrlo y el esfuerzo solo es justificado en contadas ocasiones.
A veces, al franquear una de ellas, salimos a lugares amplios y llenos de luz, y eso nos hace sentir bien; esto suele llevarnos a engañosas conclusiones, a creer que todo es posible y que otras puertas futuras ya no serán un obstáculo.
Abrimos otras, entramos a lugares oscuros y nauseabundos y respirar se nos hace dificultoso. Nos arrepentimos casi inmediatamente de haberla transpuesto. Creemos, quizás falsamente, que nos equivocamos, que deberíamos habernos quedado del otro lado. La desazón nos invade; sentir una gran angustia, no es raro en estos casos.
Capítulo aparte merecen las puertas ignoradas, algunas no vistas, otras apenas vislumbradas. Las dejamos de lado, pasamos de largo.
De vez en cuando desandamos caminos tratando de hallar a alguna de ellas y suele sucedernos que nos encontramos delante de aquélla que creíamos ya formando parte de un pasado irrecuperable. Estas, suelen ser las más peligrosas; el no haberlas transpuesto en el momento adecuado puede ser causante de dolores inconmensurables. Todo tiene su tiempo y es sólo ese; comprenderlo y aceptarlo es para pocos.
Pese a todo, seguimos abriendo y cerrando puertas. Así debe ser.
Puertas etéreas y puertas pesadas, pero, por lo general, engañosas puertas.
Muchas veces, que se abran o cierren depende de otros, sus verdaderos dueños.
El sueño de la puerta propia no es fácil de alcanzar.
Aunque, por cierto, todos tenemos una absolutamente nuestra, la última, la postrera, la definitiva; aquella hacia la que todos nos dirigimos.
Lo que me preocupa, aunque confieso que no demasiado, es que estoy seguro que detrás de esa, no hay nada.

Publicado en Quimicamente Impuro- Reelaborado para La Cuentoteca

4 comentarios:

Javier López dijo...

Nada de nada...
No somos nada, Miguel.

Salemo dijo...

Tanto andar por la vida abriendo puertas, para llegar a ese final. Lógico y probable quizás, pero poco atrayente.

María del Pilar dijo...

Siempre hay algo, detrás de una puerta, amigo Salemo. Si no, esa puerta no tendría sentido

Salemo dijo...

Me parece, María, que esta, la última de todas está solamente para engañarnos.
Aunque estoy convencido de esto, siempre digo: "ojalá me equivoque y detrás nos encontremos con algo".
Algún día lo comprobaré.Espero que sea dentro de mucho tiempo.