domingo, 6 de junio de 2010

Lo que sigue-Miguel Dorelo

Buscando esa mirada...

Lo que sigue-Miguel Dorelo

Ahí estabas. Sola y frágil. Hermosa y lánguida. Esperándome, como siempre.
Observando las luces, el habitualmente escaso mobiliario o el escenario, o quizás el atril, las copas vacías y las llenas, mirando sin ver, oyendo sin escuchar. Sentada en la barra o apoyando tu espalda en la pared más alejada del salón.
Nunca comenzabas a prestar atención antes que yo llegara.
—Hay cosas que solo se ven y escuchan de a dos —solías decirme.
Jamás planificábamos nuestros encuentros. —Si estamos predestinados para qué intervenir — asegurábamos.
Galerías de arte, presentaciones de libros o algún concierto en esos lugares pequeños que a ambos nos atraían.
Difícilmente no coincidiéramos en por lo menos tres o cuatro eventos en cada uno de los meses desde aquélla primera vez, casi entrando en la primavera, cuando sin presentarnos siquiera intercambiamos miradas y probables promesas.
Compartíamos casi los mismos gustos musicales, literarios o pictóricos. No todos, justo los suficientes para ser algo más que meros reflejos de nuestra propia personalidad.
Las divergencias nos unían aún más; solíamos usarlas de excusa para prolongar la charla luego de retirarnos de aquél lugar en el que uno de los dos no había colmado sus expectativas.
—Esto o aquello no me gustó demasiado —comentaba yo.
—A mi me encantó —retrucabas. O viceversa. Punto inicial para un largo trabajo de convencimiento del otro, un inocente juego de falsa disputa que siempre terminaba en armisticio a firmar “en tu casa o en la mía”.
Y los días, las semanas y los meses fluyeron; la ciudad por si sola, con su interminable movimiento cultural nos seguía proveyendo excusas de encuentro.
La pasión prolongada en el tiempo se convierte, por suerte, casi siempre en amor.
No existían motivos valederos entre nosotros para romper esa proyección.
—Hoy quiero que te quedes —dijiste esa noche en que la reconciliación fue inversamente proporcional a la disputa generada en aquella presentación en la que la poesía cumplió su rol como quizá nunca antes.
Y me quedé.

Algunos quizás piensen que el relato debería terminar aquí. Una historia de amor con final acotado justo en el mejor momento, en el del romance idílico entre dos seres que se encontraron en el momento y el lugar adecuados; un poco cursi como casi todas las historias de amor. Algunos otros dirán: — Bueno, pero la vida no es solo eso, ya los quiero ver a estos dos cuando el amor se ponga a prueba, con la convivencia, con el compartir todas las horas, con los problemas cotidianos.
Y es entonces cuando debo confesar que ellos no existen, que solo son fruto de una noche en que extraño demasiado, que no tuve más remedio que volcar en un papel una historia que desearía haber vivido para poder seguir en esta realidad que no me conforta ni me conforma. Las ventajas del escritor tergiversando los hechos y acomodándolos a su conveniencia. O simplemente imaginando, inventando.
Pero, no se preocupen por mí, no me compadezcan. El que busca encuentra, suele decirse; está entre mis planes inmediatos ser protagonista de algo, por lo menos, similar.

Y una de estas noches la encontraré.
—Hola —le diré. Tan solo eso.
Y quizás comparta con ustedes una nueva historia, que será distinta a esta o quizás no; aún no tengo forma de saberlo.

Exclusivo de La Cuentoteca

10 comentarios:

Unknown dijo...

Esa manera de escribir, tan sintética y tan fluida, es en verdad única.

Me encanta lo que escribes y espero que un día puedas publicar físicamente una cronología de estos delirantes relatos.

Salemo dijo...

Gracias, BRW DJ.
Me alegra que te guste lo que escribo.
Una pregunta ¿ A que te referís con publicar físicamente una cronología?

María Taltavull dijo...

Qué bien, sí: ¡qué bien! Me gusta cuando se mete el personaje escritor en la historia, me gusta también esa confusión del final en que el cuento -si uno no está alerta- parece devenir en ensayo... Y, pese a cualquier amálisis, me gusta.

Esos son los únicos encuentros posibles; no los literarios o los casuales, los no buscados, los encontrados por ahí.

Celebro el cuento y esos encuentros, clarísimo.

María del Pilar dijo...

Un buen comienzo, para un cuento que te salió "redondo", bien escrito; y con un final en el que usás, una vez más, de la metaficción y lo hacés, esta vez, de manera impecable. Seguí así.
Un abrazo

Salemo dijo...

Gracias, María. Es bastante habitual en mí auto incluirme como personaje en los relatos, aunque esto no quiere decir que haga de mí mismo en él. A veces se asemeja y a veces no. En este caso, no pienso develar la verdad. Das en el clavo en tu análisis, ya que el final es parte del cuento, no un ensayo ni un comentario aparte.
Espero que el personaje/autor tenga algún encuentro. Yo creo que se lo merece.

Salemo dijo...

María del Pilar: gracias a vos también por los elogios.
Trataré de seguir así, aunque tendría que de vez en cuando tomarme un recreo de este tipo de relatos como para no involucrarme demasiado en las historias, que serán ajenas pero no tanto a veces.
Otro abrazo.

Clarice Baricco dijo...

Cambiaste de tono. Debo creerte.

Besos Dorelito.

Salemo dijo...

¿Y antes no me creías? Yo siempre digo casi la verdad, Clarice.
Besos.

antonio ramos quero dijo...

Casi me inclino más por opinar sobre las opiniones que sobre tu historia.
Amigo miguel, es que me gusta todo lo que sea cotidiano, verdad o ficción; siempre hay algo que contar, no importa como porque eso depende del estado de animo de quien lo cuente.
Hay momentos en los que gozamos de una soledad permitida y otros momentos en que por más que estemos rodeados de gente, nos encontramos con una soledad angustiosa que no hemos llamado y en cada caso de soledad, nos surge una u otra forma de ver cuanto nos rodea y nos sentimos empujados a escribir intentando reflejar precisamente lo que vemos con la complicidad de lo que pensamos en ese momento.
Me gusta tu estilo y me quedo con todo su contenido, pues aunque sea ficción tiene mucho de cotidiano y real; ¿podrías ser tu mismo el protagonista? ¿podría ser yo o cualquiera de las personas que conocemos? creo que la respuesta es si... ¿o no?
un abrazo y felicidades.

Salemo dijo...

Como suelo decir, los comentarios son una parte importante que complementan el relato,Antonio. Uno como autor puede haber quedado muy conforme con algo de lo que ha escrito,pero que genere un intercambio con el lector es algo, por lo menos en mi caso,que hace que el circulo cierre.
Aunque uno por lo general escriba ficción, es muy poco probable que el estado de ánimo o las circunstancias que nos rodean no influyan en mayor o menor grado en el resultado final, más con este tipo de relato en el autor queda involucrado sin remedio aunque no sea su propia historia. Y eso pasa, porque como señalás, podría ser perfectamente el protagonista de ella.O la mayoría de los o las lectoras.No sucede lo mismo cuando los cuentos derivan más a lo fantástico o el humor, temas o modos que suelo usar para distenderme un poco, aunque son escritos con el mismo placer y respeto.
Otro abrazo para vos.